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Más sazón al cerco en torno a Siria

Autor:

Jorge L. Rodríguez González

Se venció el plazo dado por la Liga Árabe (LA) para que Siria firmara el protocolo sobre el estatus jurídico y las funciones de unos 500 observadores. El Gobierno de Damasco se mantuvo firme en su posición de no dejarse imponer un texto que no tuvo en cuenta su coordinación, y que por tanto califica como injerencista. La represalia no se hizo esperar. Como advirtió el organismo panárabe, sus ministros de Exteriores aprobaron el domingo la imposición de sanciones económicas, así como la ruptura de relaciones diplomáticas con Siria.

Lo más grave del encuentro fue el tono amenazante. El canciller de Qatar, Hamad bin Jassim, dejó claro que los países del ente (Líbano se opuso e Iraq se abstuvo) daban este golpe para «evitar» uno mayor: la repetición de lo ocurrido en Libia hace ocho meses, cuando una resolución del Consejo de Seguridad, avalada por la LA, llevó a una incursión aérea de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Solo que Siria ha contado con el apoyo de Rusia y China, partidarias de una solución al conflicto sin interferencia extranjera y de un diálogo dirigido a las transformaciones democráticas internas.

Una vez más la LA ha jugado su funesto papel de representar los intereses de las dictaduras árabes, totalmente plegadas a los intereses de Estados Unidos y la Unión Europea (UE), y no a la voluntad y los deseos de paz de sus pueblos.

Y no obstante lo que dijo Bin Jassim, poco antes de la reunión del domingo, algunos informes de altas fuentes europeas trascendidos en Kuwait, ya habían revelado que los países árabes se proponen imponer una zona de exclusión aérea sobre Siria con el apoyo logístico del Pentágono, lo cual sería el preámbulo para un asalto militar contra el Gobierno de Bashar al-Assad con el pretexto humanitario, como mismo hicieron en Libia.

Según estas fuentes, citadas por el diario kuwaití Al Rai y el israelí Ynet News, en las operaciones participarían cazabombarderos árabes y aviones de combate de Turquía, —un fuerte aliado de EE.UU. y la OTAN—, que participó en la agresión a Libia.

También factores internos coinciden. La imposición de la zona de exclusión aérea, como eufemísticamente le llaman ahora a los bombardeos, es pedida ya por algunas fuerzas de la oposición como el denominado Ejército Sirio Libre, un grupo armado que se ha adjudicado varios de los ataques contra civiles y fuerzas de seguridad para sembrar inestabilidad.

En este contexto no resulta casual que el portaaviones estadounidense George H. W. Bush se trasladara a las costas de ese país, incluido en una lista de naciones que debían ser atacadas desde los años 90. Este gran buque nuclear es capaz de transportar un total de 70 aparatos aéreos, incluidos 48 aviones de combate. Además, le apoya un grupo naval a cargo de un destructor. Algunas fuentes estadounidenses aluden que el despliegue está «de camino a casa» después de permanecer en Oriente Medio durante los últimos cinco meses, pero no mencionan la fecha del retorno. La amenaza está clara. Esa concentración de fuerzas cerca de Siria es similar a la que implantó la OTAN frente a las costas libias cuando estaban a punto de atacar a esa nación.

Mientras, continúa la manipulación en los organismos multilaterales con vistas a allanar el camino a una agresión si Bashar al-Assad no renuncia, como piden EE.UU. y la UE. Precisamente, este lunes, pocas horas después de las sanciones de la LA y de que el grupo de los 27 anunciara nuevas medidas económicas punitivas, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU distribuyó en Ginebra un informe que acusa a Damasco de «cometer crímenes de lesa humanidad». La fidelidad del documento es cuestionable: fue redactado por una comisión que ni siquiera puso los pies en terreno sirio, y uno de sus tres integrantes es estadounidense; el otro, turco. Además, al igual que la LA, tampoco reconoce la existencia de bandas armadas opositoras ni el trasiego de armas desde el exterior para insuflar la violencia.

El jueves, la UE debatirá las sanciones anunciada este lunes, así como la propuesta francesa de establecer lo que denominan un «corredor humanitario», la primera iniciativa para emprender una intervención internacional. Al encuentro está invitado el secretario general de la Liga, Nabil al Arabi. ¡Es lógico! La Liga Árabe le está haciendo el juego a Occidente apretándole las tuercas a Siria.

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