Si un deporte por excelencia acapara gran parte de los casos de dopaje a nivel mundial, se podría decir sin miramientos ni temor a represalias que es el rey de la trampa, o al menos príncipe, en pos de resultados galácticos y rendimientos sobrehumanos. Sin embargo, resulta ineludible una pregunta que asalta cuando se revisan las estadísticas del atletismo y su cantidad de procesados: ¿haber hecho público uno de los mayores índices de consumo de sustancias prohibidas —solo superado, quizá, por el ciclismo— no devela también un exhaustivo trabajo para encontrar y sancionar a los culpables?
Para nadie es un secreto que aunque muchos organismos deportivos no cesan en su lucha contra este flagelo, la tecnología médica y biológica impone retos casi infranqueables, pues cada día aparecen nuevas «pócimas mágicas» y menos reactivos capaces de develarlas. En ese sentido, los «vándalos» siempre están un paso adelante de la «policía», y es lógico, ya que las autoridades empiezan a actuar mucho tiempo después de aparecida la sustancia y cuando esta ya se ha enraizado en el proscenio del músculo. Algunas incluso tardan años en ser descubiertas.
No obstante, como ya hacía referencia, la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF) se impone, a mi juicio, como una de las entidades más serias y capaces en este sentido, bien alejada de la organización rectora de la pelota profesional y otras que hacen caso omiso a dicho fenómeno.
Ustedes dirán: «¿y todo este teque a qué viene? Sencillo. El velocista jamaicano Steve Mullings acaba de ser sancionado eternamente después de reincidir en una infracción de dopaje, aumentando los numeritos negativos de la IAAF, pero a la vez ensalzándola como incansable luchadora contra el doping.
Esta es la segunda vez que han detectado químicos vedados en el sistema del antillano, por lo que una comisión de la Agencia Jamaicana Antidopaje, formada por el presidente del comité Lennox Gayle, el ex árbitro de fútbol Peter Prendergast y el doctor Japhet Ford, «sepultó» al bólido varios metros bajo tierra, junto con sus trucos, claro está.
La decisión estuvo sustentada en los resultados de los análisis, que dieron positivo por furosemida a finales de junio pasado en los campeonatos nacionales de su país. Dicha sustancia es un potente diurético que permite una rápida eliminación de fluidos en el organismo, por lo que puede ser utilizada para enmascarar la presencia de otros productos prohibidos.
El correcaminos —no podemos desestimar sus dotes a pesar de haber quebrantado la ley— había cumplido sanción desde 2004 a 2006 por exceso de testosterona y fue apartado en agosto pasado del equipo jamaicano que participó en el Mundial de atletismo, celebrado en Daegu, Corea del Sur.
«Creemos que debemos enviar un mensaje claro y fuerte a todos los atletas jamaicanos. No vamos a tolerar el uso de sustancias prohibidas en el deporte», afirmó Lennox Gayle.
Mullings no asistió a la vista de la causa ni presentó testigos para probar su inocencia. El abogado que lo representa, Alando Terrelonge, desestimó que su cliente hubiese intentado mejorar su rendimiento de forma ilegal y sostuvo que una suspensión de entre cuatro y ocho años, acorde con la reglamentación, sería más justa. En contraposición, el tribunal acotó que varias veces se le solicitó su presencia y nunca apareció, por lo que acordaron la sanción máxima.
El atleta de 28 años de edad, dorado en el relevo de 100 metros durante el Mundial de Berlín 2009, aparece con el cuarto registro más respetable de este año (9,80 segundos). Pero eso ya es cosa del pasado y no creo que pueda mejorar sus marcas, que antes de 2011 no bajaban de los 10 segundos y de repente: ¡Bum!, se dispararon, como bendecido con una inyección de… gasolina. Después no quieren que duden.