Entre las áreas estratégicas que Trump pretende potenciar durante su mandato, sobresale la Inteligencia Artificial. Autor: Geopol21 Publicado: 04/01/2025 | 06:27 pm
Pusieron plata para financiar las campañas electorales del republicano y de la demócrata, lo habitual en la democracia estadounidense de compra-venta de los más altos funcionarios públicos, y ahora también hacen cola para dejar su óbolo en apoyo al presidente electo, Donald Trump.
Las donaciones para el fondo de la inauguración que tendrá lugar el 20 de enero están llegándole desde los multimillonarios, no cualquiera de ellos, sino los de la alta tecnología, los de la IA, la inteligencia artificial, lo que les da el aspecto de comparsa de Elon Musk, el hombre más rico del planeta, quien acaba de llegar a los 439 000 millones de dólares de fortuna personal —incremento notable vinculado por su posición junto al presidente electo, Donald Trump, que le hace parecer el poder en las sombras, al punto de que ya algunos le llaman el copresidente—, quien donó al menos 277 millones de dólares para apoyar a Donald Trump y a otros candidatos republicanos en la campaña electoral, según un análisis que el diario The Washington Post hizo de los informes de la Comisión Federal Electoral de Estados Unidos.
La evolución en lo que a Trump respecta ha sido indudable. Cuando inició su primera carrera para llegar a la Casa Blanca se vanaglorió: «Estoy usando mi propio dinero. No estoy empleando a los cabilderos ni donantes. No me importa, soy realmente rico»; pero en su intento de reelegirse en 2020, dio vuelta a la moneda y, según publicó entonces Forbes, aceptó las donaciones de 80 multimillarios.
Ahora, las dádivas le han llegado antes y después de la contienda. Entre los más recientes, y se estima no será el último, el director ejecutivo de OpenAI, Sam Altman, otro gigante de la tecnología y la inteligencia artificial, confirmó su intención de donar un millón de dólares al fondo de la inauguración de Trump.
Le antecedieron en esa porfía el conglomerado tecnológico Meta, cuyo CEO (director ejecutivo), Mark Zuckerberg, fue el mes pasado al Club Mar-a-Lago en Miami, y parece que hubo reconciliación, pues recordemos que Trump fue expulsado temporalmente de Instagram y Facebook y por eso había prometido encarcelar al potentado si interfería en las elecciones. Zuckerberg donó un millón de dólares con igual propósito de celebrar la asunción del 20 de enero.
Ese tour a la Florida fue también realizado por Jeff Bezos, el presidente ejecutivo de Amazon, quien tiene entre sus propiedades al diario The Washington Post, para comprometerse con similar suma, por lo que tal parece el pago de una cuota para ser parte del círculo estrecho del próximo presidente. La jugada se veía venir cuando el influyente diario no apoyó directamente a Kamala Harris en la recién lid electoral. A la cena se unió el inseparable Musk, quien posteó más tarde en X: «Fue una gran conversación». Como otros, Bezos tiene grandes negocios con el Gobierno, a través de varias de sus empresas, incluida la división de computación en la nube de Amazon y Blue Origin, su empresa de exploración espacial. Amazon transmitirá la asunción de Trump el 20 de enero en su servicio Prime Video.
Otros que han viajado recientemente a Mar-a-Lago incluye a Shou Zi Chew, de TikTok, y Trump, apenas hace unos días, le solicitó a la Corte Suprema suspender una polémica prohibición de la popular red móvil que está programada para entrar en vigencia el 19 de enero, y así poder «buscar una solución negociada», cuando se siente en el Despacho Oval.
También se llegó al resort floridano Tim Cook, el empresario, informático teórico, ingeniero y director ejecutivo de Apple, desde que sustituyó a Steve Jobs luego de la muerte de este. Otro en estas productivas visitas fue el CEO de Google, Sundar Pichai, entre los antiguos «enemigos» o de relación más distante que han sido presionados por Trump, y ahora se alinean en sus filas en busca de mutuos beneficios.
He aquí lo que me parece un quid en esta pasarela: Altman dijo en una declaración enviada a algunos medios: «el presidente Trump conducirá a nuestro país a la era de la inteligencia artificial, y estoy ansioso por apoyar sus esfuerzos para garantizar que Estados Unidos se mantenga a la vanguardia».
El negocio va por delante de cualquier otra circunstancia y en ese campo innovador que pudiera considerarse infinito y definitorio en el desarrollo mundial, la competencia es dura entre las del patio y con otros foráneos. China en primer lugar, aunque no el único contendiente poderoso, pues al decir de Vladímir Putin, «Rusia debe convertirse en líder mundial no solo en la creación, sino también en los ámbitos de la aplicación y la penetración de la inteligencia artificial en todas las esferas de nuestra vida sin excepción».
La «amenaza» del Presidente ruso fue más allá cuando anunció que en los BRICS se pondrá en marcha la Alianza para el Desarrollo de la Inteligencia Artificial.
Un zar para la IA y las criptomonedas
Como muestra de lo que está por acontecer, el pasado 6 de diciembre, Trump creó un nuevo cargo en su equipo de Gobierno: el de zar de la inteligencia artificial y las criptomonedas, bajo el nombre oficial de Consejo Presidencial de Asesores para la Ciencia y la Tecnología, y nombró para ese asesoramiento poderoso a David Sacks, cuya fortuna procede de la compañía de riesgo Craft Ventures LLC., la que tiene como las llamadas inversiones ángel a Facebook, Uber, Space X, Palantir Technologies y Airbnb.
«David guiará la política de la Administración en Inteligencia Artificial y Criptomonedas (…), tiene el conocimiento, la experiencia empresarial, la inteligencia y el pragmatismo para hacer grande a Estados Unidos en estas dos tecnologías críticas».
Y David, empresario tecnológico y productos de cine, quien nació en una familia judía hace 52 años en Ciudad del Cabo, Sudáfrica (no les suena conocida la procedencia), y desde los cinco años vive en EE. UU., es parte de la conocida como Mafia de PayPal, un grupo de los primeros fundadores de la empresa que desde diversos consorcios han seguido haciendo crecer algunas de las mayores y más poderosas empresas tecnológicas de Silicon Valley, el emporio-sede de California donde se han desarrollado las compañías emergentes y globales de la tecnología con los talentos naturalizados, procedentes de cualquier lugar del planeta.
Lo evidente es que el mundo se sumerge en la IA, la que en solo 20 años la logrado ser el 23 por ciento de la economía mundial. Y Donald Trump y el copresidente Elon Musk, como no pocos le llaman, quieren ser los campeones de esa contienda y, de ser posible, hundir a los demás. Tengamos en cuenta todas las extensiones que tiene la inteligencia artificial, desde la imitación del comportamiento y la interacción humana hasta su empleo militar y de seguridad.
En todos estos campos estarán pensando los del equipo MAGA (hacer de América-EE.UU. la primera), por eso dicen expertos que entre las inmediatas medidas del presidente 47 estaría derogar la Orden Ejecutiva sobre IA de Joseph Biden, enfática en la protección de los derechos civiles, la privacidad y la seguridad nacional. El asunto es que Trump considera que esa orden facilita la imposición de «ideas de izquierda radical».
Aunque hay una supuesta unidad de criterios en cuanto a enfrentar al resto del mundo, no faltan las contradicciones y podrán llegar también negociaciones bilaterales con los adversarios.
Ya lo vimos hace poco. Buscando beneficiarse, Elon Musk presionó con más de 150 mensajes en su red X al Congreso de EE. UU. cuando este se encaminaba a un acuerdo presupuestario bipartidista, y logró que eliminara una disposición comercial contra China en el proyecto de ley de gasto público, que incluía límites a la inversión tecnológica estadounidense en el Gigante Asiático, aunque esto fuera contra los propósitos de Trump de fortalecer la industria en territorio estadounidense.
Está claro, Tesla produce la mitad de sus vehículos eléctricos en China y vende allí más autos que en cualquier otro lugar del mundo, salvo Estados Unidos, lo cual no quiere decir que también rivalice con Beijing por su compañía de cohetes SpaceX y en la industria de energía solar o eólica, de claro dominio chino en la competencia con Tesla Energy.
La conciliación sería el camino de Musk en materia comercial con China ante el enfrentamiento de Trump. Pero los fuertes lazos Trump-Musk están favorecidos por un común propósito de priorizar la innovación y el dominio global, como alguien afirmó, sobre las preocupaciones éticas, de privacidad y de seguridad.
Es obvio, Silicon Valley se impone, o sus concepciones prevalecientes de desmantelar el estado a favor de un industrialismo libertario, porque en los últimos tiempos, empresas y sus talentos, como HP, Oracle, Tesla y varias decenas más han trasladado sus sedes hacia Houston, Texas, o a Nashville, Tennessee, para reducir costos.
Estamos viendo como avanza en EE. UU., y también en otros lugares del orbe, las manos sueltas para la élite del poder privado y su autoritarismo. Parece que en los próximos cuatro años Trump será el presidente y Musk el CEO, y ambos quieren moldear al mundo para controlarlo.