El terror de los bombardeos va dejando una infancia traumatizada. Autor: Agencia de las Naciones Unidas para los refugiados en Gaza Publicado: 11/11/2023 | 10:44 pm
Todos los calificativos parecen insuficientes. Las palabras pierden fuerza ante las imágenes que configuran una cruel matanza de seres humanos indefensos. Miles de millones de personas en el mundo asisten frente a sus televisores al insultante espectáculo. Padres, madres, vecinos, escarban en las montañas de escombros de donde extraen a sus hijos sangrantes, despedazados. Elevan sus ojos al cielo en un clamor de misericordia. Infierno en la tierra. Impiedad sin pausa. Crimen innombrable. Esas y otras frases ensayan sin éxito calificar el desastre humanitario.
Israel envía sus poderosos bombarderos made in USA, con los últimos avances de la industria de la muerte en masa, para asesinar de modo consciente y deliberado a lo más puro y prometedor de un pueblo despojado de su suelo natal desde hace 75 años, obligado a luchar y morir, si es preciso, en un acto continuo de rebeldía por recuperar su derecho a existir.
Desde el inicio de la reciente rebelión, el 7 de octubre, en los 35 días transcurridos hasta el viernes 10 de noviembre, el bombardeo a Gaza
—donde residen 2,3 millones de habitantes, la mitad de ellos menores de 18 años— arroja el macabro resultado de 4 506 niños y 3 027 mujeres, a los que se añaden 1 500 menores que se presumen sepultados bajo los escombros, con lo cual la masa infantil sacrificada supera la mitad del total de víctimas del exterminio. A ese balance se suman más de 13 000 niños heridos.
Hospitales y escuelas que sirven de refugio a los desplazados son bombardeados día tras día. El llanto de niñas y niños heridos, perdidos en los refugios también bombardeados, es por estos días escena típica de la operación militar con la que Israel, apoyado en todo por el Gobierno de Estados Unidos, avanza sobre tierra arrasada con el supuesto objetivo de liquidar al movimiento de Resistencia Palestina Hamás, la que una y otra vez es calificada de terrorista por rebelarse contra la ocupación.
La actual operación de revancha de Israel está cobrando un precio mucho mayor entre las mujeres y los niños que en sus agresiones anteriores a Gaza. Los hombres representaron alrededor del 60 por ciento de las muertes en las guerras en 2008-2009 y 2014, según muestran datos de la ONU. Esta vez, representan alrededor del 34 por ciento de las muertes.
Jason Lee, director de Save the Children para Cisjordania y la Franja de Gaza, ha dicho: «Gaza se ha convertido en un cementerio para niños».
Con unas 50 000 mujeres embarazadas en Gaza, y un 15 por ciento de ellas con probabilidades de sufrir complicaciones relacionadas con el embarazo o el parto, es probable que aumenten las muertes maternas. Se estima que 4 600 mujeres desplazadas y 380 recién nacidos refugiados en las instalaciones de Unrwa necesitan atención médica, y también se encuentran en riesgo de muerte.
Sobrevivió a la Nakba, tiene 90 años, y ella y los pequeños de la familia han sido obligados a dejar Gaza y caminan hacia el sur que también es bombardeado. Foto: Reuters
El bloqueo total de Israel sobre Gaza también está poniendo en grave peligro a los recién nacidos. Con los suministros de combustible agotándose, las unidades neonatales tienen dificultades para alimentar las incubadoras que salvan vidas.
Por otro lado, las autoridades israelíes han arrestado a 2 280 palestinos en redadas nocturnas en Cisjordania desde el comienzo de la guerra. Así pretenden erradicar la militancia en el volátil territorio.
A principios de esta semana detuvieron en su casa a la destacada joven activista Ahed Tamimi porque dijeron incitó al terrorismo desde su cuenta de Instagram, la que fue hackeada.
Tamimi comenzó a participar con solo nueve años, en 2010, en las protestas contra la ocupación israelí que se organizaban cada viernes en su poblado y ganó notoriedad mundial en 2011, cuando fue retratada enfrentándose a los soldados israelíes con el puño en alto.
Ahora, según declaró su madre, los soldados golpearon a Ahed antes de llevársela. El ejército israelí se negó a decir dónde se encuentra detenida.
El régimen de Israel no diferencia entre menores y adultos de modo que en estos momentos hay cientos de chicos y chicas encarcelados que sufren torturas mientras se encuentran bajo detención administrativa, sin juicio y por tiempo indefinido.
Desde 2000 el número de niños y jóvenes palestinos detenidos por las fuerzas israelíes aumentó de manera constante, señaló Carol Zoughbi Janineh, supervisora del programa de rehabilitación de ex presos menores de edad del Young Men´s Christian Association-YMCA para Jerusalén Oriental.
Los informes de Human Rights Watch (HRW) y de los grupos israelíes de derechos humanos B’Tselem y HaMoked denuncian que el ejército israelí utiliza fuerza innecesaria cuando detiene a menores y los interroga «rutinariamente» sin la presencia del padre/madre o un abogado. Algunos menores han dado cuenta de que fueron abofeteados, pateados, golpeados y que les vendaron los ojos durante su detención o su interrogatorio.
El ensañamiento del Gobierno de ocupación militar israelí con la población infantil palestina de Gaza, Cisjordania y Jerusalén no es nuevo. Es el mismo en todas las regiones. Sus antecedentes se remontan a los propios días de la proclamación del Estado sionista en mayo de 1948, la que fue seguida por la primera guerra que le permitió a los fundadores de Israel, mediante el terror, expulsar a indefensos pobladores de sus tierras ancestrales. Y desde entonces apuntaron contra la niñez, ya que la población palestina crecía con mayor rapidez y a su entender esa superioridad demográfica constituía una amenaza para la entidad colonizadora, asentada sobre la expropiación forzosa de territorios.
La matanza indiscriminada va dejando a su paso una población infantil diezmada, de huérfanos, traumatizada, así como a una cifra enorme de padres y madres privados de sus hijos.
Esta vez la sublevación de los cautivos sorprendió a los carceleros, logró atacar sus guarniciones, tomar prisioneros militares y colonizadores —llegados de Europa y otros sitios a explotar sus tierras— y así gritar al mundo su voluntad de ser libres. Y la respuesta de los usurpadores ha sido brutal y consentida por las grandes potencias cómplices: Estados Unidos, Gran Bretaña y sus aliados de Europa interesados en la posesión del abundante petróleo y gas, así como la posición geoestratégica clave de la región en las rutas comerciales. Sin prejuicio alguno aprueban la matanza de menores y mujeres, el vientre fecundo y el relevo generacional.
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