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La República del Ecuador, en plena revolución ciudadana encabezada por el presidente Rafael Correa, ha tomado dos decisiones históricas en 2009: una, la recuperación de la base militar de Manta, y otra, el ingreso del país al ALBA-TCP, un marco en el que Quito «pretende aportar a la construcción de un mundo más solidario y justo, en un marco de soberanía y dignidad».
Así expresó Fander Falconí, ministro de Relaciones Exteriores, Comercio e Integración del país andino, al intervenir en la clausura de la VIII Cumbre del bloque solidario, celebrada en el Palacio de Convenciones de La Habana, y presidida por el Presidente cubano, Raúl Castro Ruz; su homólogo venezolano, Hugo Chávez; el Presidente boliviano Evo Morales; el mandatario nicaragüense Daniel Ortega; el primer ministro Ralph Gonzálvez, de San Vicente y Granadinas; Baldwin Spencer, primer ministro de Antigua y Barbuda, y altos representantes de Dominica y del legítimo gobierno de la República de Honduras.
«Sin ser ingenuos, no podemos subestimar la fuerza de nuestra unidad», manifestó Falconí, quien refirió la voluntad de nuestros pueblos y gobiernos para alcanzar los objetivos de justicia y solidaridad. En tal sentido, calificó como significativos los avances del ALBA-TCP, y destacó la coincidencia de sus miembros en los organismos internacionales, en temas como la restauración del único presidente auténtico de la República de Honduras: Manuel Zelaya.
Asimismo, expresó el pleno apoyo ecuatoriano a la postura expresada previamente por el presidente boliviano Evo Morales, respecto al cambio climático: «No se puede exigir que los pobres dejen de respirar o cocinar con leña, pero sí que los ricos dejen a un lado los exuberantes modos de vida que acaban con nuestro planeta».
Al concluir, no quiso dejar de agradecer el aporte de Cuba, de su «pueblo grande», que ha soportado los embates del bloqueo más grande que haya conocido la humanidad.
