Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Protestan en Noruega contra decisión de hotel que negó hospedaje a cubanos

Amigos de nuestro país y ciudadanos comunes han ofrecido sus casas a los cubanos que fueron rechazados por la cadena Scandic 

Autor:

Luis Luque Álvarez

Pensaron quizá que los aires invernales impedirían a los amigos movilizarse tan rápido. Pero la respuesta fue instantánea. Tan pronto como la cadena hotelera noruega Scandic, en fatal subordinación a los dictados del bloqueo estadounidense, canceló las reservaciones de un grupo de compañeros del MINTUR en el Scandic Edderkoppen Hotel, miembros de organizaciones sindicales, empresariales y políticas, expresaron su repudio automático.

Otra vez, como en el ridículo episodio del hotel Sheraton de Ciudad México, en febrero de 2006, la ley Helms-Burton hizo sentir su extraterritorialidad.

Sin embargo, se abrieron más puertas para Cuba.

«Lo mismo, amigos de nuestro país que ciudadanos comunes y corrientes, han llamado a la Embajada para ofrecerles su casa a los compañeros que vienen, en gesto de desagravio», dijo a JR el embajador cubano en Noruega, Jorge Lamadrid Mascaró.

En conversación por vía telefónica, el diplomático apuntó: «El hecho se hizo público el 4 de enero, y en apenas 36 horas, se suscitó una enorme repercusión de diferentes sectores en este país, además de los grupos de solidaridad, en un rechazo unánime a la arbitrariedad cometida».

«A otros periodistas que nos han preguntado, les hemos dicho que esa es una reacción normal, pues hasta donde sabemos, Noruega es un país soberano, y lo que se ha hecho es aplicar la ley de un tercer país en territorio noruego. Ello entraña una violación de varias normas legales, es inadmisible, según el concepto de una nación soberana. Todavía estamos esperando una respuesta final de las autoridades noruegas acerca de la solución que van a darle a este caso».

—¿El gobierno no ha planteado hasta el momento ningún tipo de sanción contra Scandic?

—No, en absoluto. Todavía. El tema está bajo investigación.

«No obstante, los sectores de los que te hablé han denunciado el hecho. Por ejemplo, el Centro contra el Racismo y la Discriminación, de Oslo, es de los que más fuertemente han reaccionado, y ha demandado legalmente al hotel que ejecutó la medida de cancelar las reservaciones de nuestros compañeros».

—Sabemos que ha habido acciones de los sindicatos...

—Recién recibimos la confirmación de que el sindicato más importante de Noruega, la Confederación Nacional de Trabajadores, con más de 830 000 miembros —¡y te imaginarás lo que significa la cifra en un país de cuatro millones de habitantes!—, ha publicado un comunicado en el cual condena el hecho y lo califica de inaceptable. Su presidenta, Gerd-Liv Valla, que ha firmado el texto, es una persona influyente en el sector sindical noruego, visitó Cuba en noviembre de 2005 y fue muy clara en su condena al bloqueo norteamericano.

«Otros dos sindicatos, muy relevantes, han decidido declarar un boicot a la cadena Scandic, al instar a sus miembros —te hablo de unas 350 000 personas— a que no se alojen en esos hoteles.

«De modo que la respuesta sindical ha sido la más significativa, la más firme, y muy claros sus pronunciamientos. Además, el Partido Comunista de los Trabajadores y la Alianza Roja, que constituyen organizaciones de izquierda, han hecho saber sus posiciones de condena».

—Y la cadena Scandic se mantiene en sus trece...

—Mira, Scandic está en una situación de pura dependencia. En 2006 fue comprada por la cadena Hilton. Esa subordinación en este caso adquiere un relieve miserable, cuando instalaciones que son noruegas, pero que fueron compradas por la cadena yanqui, tienen que verse obligadas a aplicar leyes que no les atañen, que no tienen nada que ver con Noruega. Es el colmo de la irracionalidad, de la ilegalidad, pero también del insulto, de la ofensa. Y eso no admite ningún tipo de concesión.

«Vemos entonces la reacción de nuestros amigos. Muchos de ellos quieren ir al aeropuerto a recibir a los compañeros, porque desean expresar de alguna forma su simpatía y su desagravio ante la decisión que ha tomado una entidad que aplica leyes de un tercer país, en este que, repito, es un país soberano. Son las contradicciones y lo irracional de la extraterritorialidad del bloqueo yanqui».

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