Gil Marín (izquierda) junto al entrenador del Atlético, Diego Pablo «Cholo» Simeone. Foto: Tomada de As Autor: Tomada de As Publicado: 05/01/2019 | 09:02 pm
Más de diez minutos continuos caminando por una calle Neptuno enardecida, esquivando el gentío y un mapa laberíntico para quien no conoce esta zona tan habanera, tienen su premio al encontrar, por fin, al hombre encargado de idear toda la estructura del Atlético de Madrid durante los últimos 20 años.
Sociable como pocas veces se ha visto a un dirigente de su tipo, Miguel Ángel Gil Marín acaba de almorzar en el restaurante La Guarida y, apenas tras observar atentamente algunos detalles del lugar, me pone la mano en el hombro para, esbozando cierta sonrisa de pena por el tiempo de espera, anunciar que este es el momento y pedir brevedad por su regreso inminente a España.
Va vestido muy a lo cubano. Short y camisa típicos de esta isla caribeña, quizá por un calor que —probablemente no lo imagine— es hoy mucho menos abrasador que de costumbre. Responde a cada pregunta casi al instante y de su discurso se desprende de manera espontánea una dosis de sentimiento atlético, solo al alcance de quien lleva toda su vida trabajando en función de unos colores. Gil Marín confiesa que para él ser colchonero no representa algo fútil, más bien es «una forma diferente de entender la vida».
El dirigente rojiblanco estuvo hace algún tiempo durante cinco días en Cuba intentando establecer contactos que favorezcan un vínculo entre la entidad del Manzanares y el fútbol en la Isla: «He estado reunido con autoridades cubanas para transmitirles que, dentro de nuestro proyecto de expansión internacional, quisiéramos crear algo aquí. Evidentemente a Cuba no podemos venir a buscar dinero ni marcas que nos patrocinen, pero sí me gustaría de corazón iniciar un proyecto social, intentar involucrar a niños que quieran entrar en el fútbol, en una dinámica de metodología de trabajo, de condición física, de sistema táctico, y aquellos que tuvieran un nivel superior traerlos a nuestra academia en España para que siguieran su proceso de formación».
«A partir de ahora nada depende de mí, nosotros hemos trasladado nuestro proyecto desde la sinceridad y el respeto a las autoridades y si les gusta, lo vamos a hacer lo antes posible. Si todo sale bien sería yo el primer ilusionado en comenzarlo», enfatizó Gil Marín.
Sobre la Isla, el dirigente rojiblanco dijo que lo que más le gustó fue, sin dudas, la forma de ser de su gente. «Estuve en el Valle de Viñales y me fascinó esa zona. Vimos un montón de niños jugar al fútbol en Pinar del Río, una tierra preciosa que me encantó y La Habana es tan grande que no me ha dado tiempo a recorrerla, aunque me voy con una idea muy bonita de lo que es Cuba y su gente».
—El Atlético es un club que ha crecido vertiginosamente durante los últimos años. ¿Cuál ha sido la clave?
—Trabajar, trabajar y trabajar, todo dentro de unos valores como son la solidaridad, el esfuerzo, la eficacia, acertar con el técnico, acertar con los jugadores, exigir y al mismo tiempo ayudar en la búsqueda de ese punto neutro entre eficacia y valores. Pero lo cierto es que desde la estabilidad es fácil construir una marca y el Atlético viene creciendo de manera sostenida desde el período que tú comentas.
«Desde 2009, el club ha ganado 11 títulos, hemos crecido a nivel social, con 125 000 socios, estamos ya cerca de los 30 millones de seguidores en redes sociales, a nivel de infraestructura hemos inaugurado uno de los mejores estadios de Europa, que albergará la final de la Champions el próximo año».
—¿Fue usted quien fichó al «Cholo» Simeone?
—Sí, de hecho, he contratado desde hace 20 años al 99,9 por ciento de las personas que trabajan en el club y Diego, por supuesto, es uno de ellos.
—Podría ser uno de los aciertos de su vida…
—Yo creo que fue una bendición para las dos partes, para mí, para el club, para los aficionados, pero también para él. Hemos crecido mucho juntos y ojalá que podamos seguir así muchos años más.
—Pero se ha hablado últimamente de una posible salida de Simeone…
—Al final en fútbol no puedes establecer demasiados proyectos a largo plazo a nivel deportivo, sí lo puedes hacer a nivel de estructuras. En el caso de Diego, tiene esta temporada y la siguiente, y evidentemente lo perfecto para ambas partes (para el club seguro) sería extender más tiempo el vínculo.
—¿Es tan complicado este mundo del fútbol con fichajes, contratos, como se ve desde fuera?
—Cada día se hace más difícil el vínculo con los jugadores como consecuencia de su relación con los agentes. Los agentes, de alguna manera, buscan negocios y esto siempre viene derivado de los movimientos de sus representados de un club a otro. Sin embargo, es parte de las reglas del juego y tienes que aceptarlo.
—¿Cuál es la diferencia de rol entre dirigente y futbolista? ¿Son iguales de importantes?
—El dirigente tiene que crear la estructura, dar estabilidad y generar ingresos que te permitan mantener el talento y traer nuevos jugadores. Nosotros hoy tenemos una plantilla muy buena como consecuencia de que hay una gestión detrás que permite pagarla, si no sería imposible. Al final se trata de eso, de seguir creciendo, de competir y de no permitir que el club se quede por detrás del crecimiento del equipo. Yo creo que el club está dando ese paso para consolidarse también entre los grandes de Europa.
—¿Cuántos errores se cometen dirigiendo un gran club como este?
Muchos, pero creo que es normal, cuantas más decisiones tomas, más riesgos corres. Pienso que se trata de tener mayor porcentaje de aciertos que de errores.
—Pero a veces la gente no perdona…
—El fútbol es así, porque es pasión y la pasión no entiende de explicaciones. Si consigues lo que ansías, se convierte en euforia y si no, en una ira que tienes que descargarla sobre alguien.
—Ganar la Champions parece una obsesión para el Atleti…
—No, no es una obsesión. Evidentemente es un reto y sería precioso, pero no es necesario, solo un anhelo, porque nunca sería un fracaso no conseguirlo.
—Si le dijera el nombre de Luis Aragonés, ¿en qué piensa usted?
—Junto a Diego (Simeone), los dos entrenadores que han marcado más la historia del club. Jugadores han pasado muchos y sería un error personalizar. Dirigentes creo que ha habido dos que han cambiado un poco la historia del Atleti: Vicente Calderón y Jesús Gil.
—Jesús Gil, su padre…
—Pues no soy quien para darte mi apreciación personal porque soy hijo y a medida que hablas sobre tu padre pierdes la objetividad. Lo cierto es que creo que habrá pocos presidentes en la historia del fútbol mundial que le pongan tanto cariño, tanta pasión, tanta ilusión y tantas horas como le puso mi padre al Atlético de Madrid.
—Fernando Torres…
—Un referente, de los mejores embajadores que puede tener el club allá donde esté, porque representa los valores del Atlético de Madrid y del deporte como nadie, además de ser un buen amigo.
—Es muy curioso que a usted no le guste ver los partidos del Atlético en directo…
—Pues yo veo todos los partidos en diferido, al día siguiente por televisión, lo cual de alguna manera me permite evaluar con mayor rigor el trabajo del entrenador, del director deportivo, de jugadores, porque lo hago con la cabeza fría y el corazón tranquilo.
—Culpa de los nervios, ¿no?
—Sí, sufro como cualquier aficionado, soy atlético desde los dos años y eso hace que esté más pendiente de dónde está la pelota que de cómo juega el equipo.
—Para usted, ¿qué significa el Atlético de Madrid?
—Como para todos los atléticos, una manera de entender la vida, es un sentimiento, una forma de relacionarte, respetar una serie de valores basados en el deporte, en aceptar el triunfo y la derrota como propios.Y, de alguna manera, el Atleti es también una ilusión.
—¿Le ha sorprendido la cantidad de colchoneros que hay en Cuba, incluso con una peña organizada?
—Sí, la verdad que es precioso ver que el crecimiento del club no es solamente en Europa y el otro día fue muy bonito, cuando estuvimos en la peña y pudimos comprobar que la pasión y la ilusión que genera el mundo del fútbol no es patrimonio de cuatro o cinco clubes, hay otros que también entran en escena y el Atlético es uno de ellos. Cuba es un ejemplo en este sentido.