De nuevo la ciudad de Baracoa se convierte en un hormiguero a la espera de la arrancada de la fiesta cubana del pedal, que en su nueva versión incluirá 1843 kilómetros, divididos en 13 etapas, con 37 metas volantes y cinco premios de montaña. Así, el líder «se comerá el pastel» el venidero día 25, al finalizar el circuito en Ciudad de La Habana.
Pero, ¿qué ha pasado en las anteriores Vueltas? Muchas cosas, lógicamente, casi imposibles de resumir en estas líneas. No obstante, intentaremos a continuación asomarnos al pasado para evocar aquellos instantes mágicos que una vez nos hicieron saltar de alegría. Recordar, como sabiamente dice un viejo refrán, es volver a vivir.
EDUARDO ALONSO, LA MECAEl tesón, la fuerza y el coraje para escalar y enfilar hacia los remates finales, fueron las «armas letales» que todavía hoy ubican al pinareño Eduardo Alonso como dueño de las mejores rúbricas del giro cubano.
Alonso se impuso en seis ocasiones, de estas cinco consecutivas, entre 1986 y 1990. Su debut triunfal fue en 1984, pero un año después el ruso Alexander Sinoiev se atravesó en su camino.
En ese codiciado departamento de más triunfos, detrás de Alonso aparecen Pedro Pablo Pérez y Sergio «Pipián» Martínez, ambos con cuatro títulos
DOBLETES FORÁNEOSA lo largo de su historia, la Vuelta Ciclística a Cuba se ha caracterizado también por tener gran presencia de corredores foráneos, con destaque para los europeos y algunas individualidades de Sudamérica, como los venezolanos en los últimos tiempos.
Las estadísticas reflejan que seis extranjeros se han impuesto en las 31 ediciones anteriores. Son ellos Henry Kowalsky (POL, en la edición 4), Serguei Sujorochenko (URSS, 13), Olaf Jentzsch (ALE, 17), Alexander Sinoiev (URSS, 19), Filippo Pozzato (ITA, 27) y Todd Herriot (USA, 28).
De esas seis ocasiones, en dos de ellas los visitantes han hecho el uno-dos, cuando en el año 1983, Jentzsch fue secundado por Hardy Groeger (ALE) y en el 2002 Bernhard Eisel (ITA) escoltó al afamado Pozzato.
LA CURVA DEL MUERTOLes confieso que en mi debut en estos clásicos cubanos del pedal en el año 2001, «pagué la novatada», en un lugar que constituye el más peligroso de los 1843 kilómetros de recorrido.
Se trata de la Curva del Muerto (el nombrecito lo dice todo) y se ubica en la octava etapa, de 159 kilómetros entre las ciudades de Sancti Spíritus y Santa Clara. En realidad son dos curvas, bien cerradas, una hacia la derecha y, acto seguido, la otra hacia la izquierda... y en descenso, lo cual hace que la velocidad del vehículo que nos transporta sea mayor.
Los intrépidos pedalistas, ajenos al temor, no vacilan y le impregnan altas velocidades a sus corceles de metal en ese tramo. Pero yo, como no lo conocía, pegué un salto que ni el mismísimo Iván Pedroso. Las carcajadas de mis colegas no cesaron en el resto del trayecto.
Un año después, presencié allí mismo la estrepitosa caída de Frederick Willens (Mapei-Italia) y sus tribulaciones para asirse de unos troncos a fin de no deslizarse por el barranco.
Y LLEGÓ LA CONTRARRELOJNo hay nada más «indeseable» para un ciclista en la especialidad de ruta, que la prueba contrarreloj individual, a cualquier distancia. Según el criterio de los especialistas, el vencedor de esta fracción mejora ostensiblemente su ubicación en la clasificación general individual. Y si él se ubicaba entre los tres primeros de la carrera, crecen sus posibilidades de agenciarse el triunfo final.
Ni pensar en aminorar la velocidad, pues hay un único pero implacable rival: el reloj. Así, cada un minuto se lanza un corredor detrás del otro en busca de la meta, y gana el que menos tiempo marque.
Recuerdo en la edición 30 (año 2005) la presencia del español Jesús Tendero, un joven de 1,92 metros de estatura, monarca sub 23 de contrarreloj en su país.
Su ciclo era de ensueño: solo nueve kilogramos de peso, con rueda posterior lenticular, piñones de 11 a 16 y plato de 55 dientes. «Con esta nave, no puedo perder», dijo ilusionado a este redactor, antes de tomar la arrancada del tramo de 30 kilómetros entre Varadero y Matanzas.
En las conclusiones, los organizadores de la Vuelta lo mencionaron en quinto lugar, y el líder fue el cubano Damián Martínez.
Tendero no lo podía creer. Por eso, atónito, ante la impotencia, arguyó: «Eso es imposible. ¿Qué utilizó, un avión? Mi grupo de trabajo vio algunas irregularidades en la carretera».
¿CABEZA DE PLAYA EN EL 2007?Todos los años escucho la misma queja de los directores técnicos de los equipos extranjeros que se enrolan en la caravana multicolor: «aquí es muy difícil ganarle a Pedro Pablo Pérez (principal rutero cubano), pues no solo trabajan para él su equipo y el Cuba B, sino también la decena de conjuntos que representan a las provincias de la Isla. Ya es hora de que los visitantes nos unamos y creemos una especie de pelotón de choque para enfrentar el embate de los anfitriones», me han dicho unos y otros, con más o menos palabras.
Y si analizamos la lista de participantes en esta ocasión, con dos equipos mexicanos y la presumible asistencia de otro par venezolano, existen condiciones para crear una peligrosa «cabeza de playa», a fin de frustrar el acceso de Pedro Pablo a su quinta corona. ¿Lo lograrán? Nos vemos en la meta y allí lo sabremos.