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El sensible Zarapico

Nacido en San Juan de los Yeras, antigua provincia de Las Villas, el 31 de marzo de 1914, Samuel Feijóo Rodríguez fue un artista cubano de formación autodidacta e indiscutible trascendencia en el acervo cultural de nuestra nación

Autor:

JAPE

Difícil es, como ha pasado con muchos otros protagonistas de nuestra sección, encerrar en breves líneas, ni en cientos de páginas, la grandeza de nuestro invitado de hoy. Nacido en San Juan de los Yeras, antigua provincia de Las Villas, el 31 de marzo de 1914, Samuel Feijóo Rodríguez fue un artista cubano de formación autodidacta e indiscutible trascendencia en el acervo cultural de nuestra nación.

Innumerables volúmenes integran la obra de este periodista, narrador, poeta, folclorista, pintor, profesor, editor, crítico… nombre imprescindible en la historia de las artes y letras de esta Isla en el pasado siglo y para todos los tiempos.

Feijóo desarrolló numerosos proyectos que destacan su empeño como promotor del Movimiento de Artistas Populares en su provincia natal, en la que también fungió como vicepresidente de la Uneac, y director de Publicaciones y Ediciones en la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas.  Funda en 1969 la revista Signos,​ editada bajo este sello.

Fue también fundador de la antológica revista Islas y sus primeros textos aparecieron en rotativos o publicaciones periódicas, como El Mundo, La Correspondencia, Ateje, Billiken, Juventud Nacionalista, Revista Cubana, Bohemia, Carteles, Orígenes y Rumbos.

Es quizá Samuel Feijó recordado por alguna de sus obras pictóricas, entregas poéticas o su narrativa, en las que expresa su reflexivo y fino humor costumbrista, al estilo de su genial Juan Quinquín en Pueblo Mocho de 1964, llevada al cine por Julio García Espinosa, con notable éxito, en 1967.

Catalogado por «algunos», como intelectual rebelde o desobediente, signaron al casi ostracismo una singular y valiosa faena de muchos años. Se hace necesario rescatar y llevar a nuestros centros de estudio la mirada feijoseana de la más profunda idiosincrasia del cubano. Amerita que en las facultades de Comunicación haya un acercamiento a ese periodismo «disperso del antropólogo y publicista Samuel Feijóo Rodríguez, que fue sorpresivo, contextual, antológico y de advertencias», al decir de Luis Machado Ordetx, en un artículo publicado hace años.

Alertó Samuel sobre los males que asechaban la sociedad moderna y apuntó: «mucho del estilo actual del mundo humano me daña. Mi persona se duele y oscurece del vasto, incesante crimen, de la fea ignorancia dominante, de la prensa impura, de los traidores, los serviles, los feos fanáticos, los crueles, de la mujer que se vende por hambre y del hombre que la compra, por hambre también, de los niños que mendigan, etc. Todo eso desalienta, hiere al hombre en su centro, le descarna el alma. La sabiduría es lenta y vaga cura del sentimiento herido en el cuello».  

El símbolo cultural de la provincia de Villa Clara es la imagen del Zarapico, concebida por Feijóo, y que se le entrega a personalidades e instituciones destacadas, como mayor reconocimiento a su obra. El sensible Zarapico (Editorial Letras Cubanas, 2013) es un volumen que presenta las últimas páginas de memorias escritas, y nunca antes publicadas por Samuel Feijóo, gracias a la recopilación e interés de su hija Adamelia, quien se encargó de ordenar los textos atesorados en el archivo de su padre. Es sin dudas un volumen que, como bien recomiendan algunos especialistas: «ayuda a conocer, entender, aclarar pasajes de la vida y la obra de quien no siempre ha sido valorado en la justa y real dimensión que merecen sus aportes a la historia de la cultura cubana».

 Perro y ratón

(Décimas para hombres de campo)

Cuenta Samuel, que ya era hombre conocido entre los campesinos, por sus escritos y averiguaciones, que lo esperaba el guajiro Sarduy El Grande, como quien tiene lindo regalo:

—Te tengo para ti, escogiditas, las décimas del perro y la del ratón. Me puse a buscar por ahí, repasando mis años en las canturías, y me acordé ayer mismitico de las dos décimas, la del perro y la del ratón. Como tú siempre estás atrás de todo eso, aquí te las canto. A continuación, Sarduy El Grande me cantó la primera:

 

Perro

Convidé al perro Trabuco

al monte a cazar jutía:

Me dijo que no sabía

Caminar por el bejuco.

Yo le dije: yo te buco

Un monte fino y espeso.

Me dijo: no es nada de eso…

¿Sabe usted lo que me pasa?

Que usted se come la masa

Y a mí me tira los güesos.

 

(Quedo pensando en que la gracia dura de estas décimas suena gordita a los no campesinos.)

—Venga pronto la segunda. Cántala como era, no le agregues nada. Dímela como la oíste de los viejos cubanos.

—Sí… sí… te la doy esnúa; no le agrego ná. —Y me canta Sarduy la jocosa décima del…

 

Ratón

En un baile de jutía

De mucha comportación

Se comprometió un ratón

ser timbalero hasta el día

Pero un gato que venía

Dijo en tono lisonjero:

¡Buenas noches, caballeros!

¿Se han fijado pal timbal?

¡Cuando acabe de tocal

necesito al timbalero!

 

Samuel Feijóo, Volumen Prosa,

 Editorial Letras Cubanas, 1985

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