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El privilegio de conocer a Fidel (+ Suplemento Especial)

No existía orgullo mayor para un revolucionario que disfrutar del privilegio de conocer al Comandante en Jefe, porque significaba estar en contacto directo con la historia, con una fuerza telúrica, enorme, inspiradora, que había incidido extraordinariamente en los destinos de la humanidad en el siglo XX. Estas anécdotas y valoraciones que compartimos, lo mismo de personalidades relevantes de Cuba y el mundo que de personas humildes surgidas del pueblo, nos devuelven una imagen más completa e integral del hombre que todos quisimos abrazar

Autor:

Juventud Rebelde

El más grande de los hombres

He estado al lado de Fidel en todos los grandes acontecimientos de su vida revolucionaria. Modestia aparte, estuve desde los inicios, primero en el Moncada, después en el presidio, el exilio, el desembarco, la guerra, el triunfo. Luego en los demás procesos: Girón, Crisis de Octubre, Lucha Contra Bandidos y me vanaglorio de eso. Siento satisfacción de haber luchado con él y ver cómo se crecía ante mis ojos. Con Fidel no hay discusión, es lo más grande.

Con él aprendí a ser justo, modesto, respetuoso, humano y responsable. Predicaba con el ejemplo, y estar junto a él complementó las actitudes y cualidades que traía de mi familia, de mi papá. Él es la grandeza personificada, un hombre humano y sencillo.

En ocasiones lo vi enojado, no con las personas que cometían los errores, sino con él. Incómodo, incómodo. Entonces yo me le acercaba y le decía: «Deje eso, Comandante». Él me miraba y cuando suavizaba aquella mirada, me decía: «Ya pasó el mal momento».

Todos los hombres tienen momentos difíciles, tristes, de dolor y angustia. (Juan Almeida Bosque)

Fidel alumbró el siglo XX

Creo que Fidel y los hombres que hicieron la Revolución Cubana, y que se convirtieron en casi una leyenda, alumbraron el siglo XX.

Los pueblos tienen los líderes que se merecen y lo de Fidel fue el encuentro de un gran líder con un gran pueblo, como lo es el cubano. Siempre he tenido una fuerte admiración por el espíritu de sacrificio y la dignidad de ese pueblo por su independencia y libertad, a poco más de 100 kilómetros de las costas del «gran país del norte». La fortaleza de ese pueblo es la misma fortaleza de Fidel y de los hombres que animaron la Revolución.

Su atributo que más valoro es su inmensa capacidad de
dirección de un proceso revolucionario en medio de las dificultades más difíciles que pueda enfrentar una Revolución. Él nos enseñaba y daba explicaciones de todo. A él le gustaba explicar y también que le contaran, pues le complacía mucho escuchar. (Cristina Fernández de Kirchner)

Un Iluminado

Fidel era, por sobre todas las cosas, un iluminado con una vocación humanista, y ese humanismo lo llevó inexorablemente a la política, pues donde lo podía practicar no era en una escuelita, sino en la vida pública; y como él tenía esa vocación y una mente tan ecuménica, con un calado tan hondo y una visión planetaria, tenía que entrar a la política. Allí se iba a sentir cómodo, pues encontraría herramientas con qué solucionar los problemas sociales.

En los años finales de su vida, Fidel pudo satisfacer una de sus grandes vocaciones: ser escritor. Sus reflexiones son verdaderos ensayos políticos en los que se aprecia un gran conocimiento de la realidad, una prosa limpia, siempre aguda. No le encuentras nada que sobre, tampoco que falte, todo está cincelado, como lo hubiera hecho un gran escritor.

Si él no hubiera tenido ese poderoso impulso y deseo de ayudar a los demás, de identificarse con los pobres de la tierra, como dijo José Martí, hubiera sido un escritor de gabinete, un escritor de novelas históricas. Pero no nos perdimos un escritor, ganamos un iluminado, un gran político, el hombre que cambió el destino de América Latina en el siglo xx. No hay otro. Él fue el primero. (Miguel Barnet Lanza)

Todo lo quiere saber

Fidel es el imán que atrae a creyentes y no creyentes en el proceso revolucionario. Verlo es un hecho histórico que no se borra jamás de la mente. Es un conversador increíble, te exprime hasta el último conocimiento que tienes, y luego con una fluidez increíble se lo cuenta a la humanidad.

Mi padre en La Habana le regaló unas obras gráficas y el Comandante le preguntó por la técnica de la litografía. Él le explicó y, después, Fidel sabía más de litografía que el propio Guayasamín. Él todo lo quiere saber, lo investiga todo. (Pablo Guayasamín)

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Mi segundo padre

Viví cuatro años en Cuba y él me llamaba a las 2:00 a.m. para hablar de política o de deportes, y yo estaba dispuesto para dialogar con él lo que fuese. Siempre que había un evento me llamaba para ver si podía ir a La Habana o quería colaborar. Nada de eso se olvida tan fácilmente.

En 2013 fui a verlo. Ya estaba enfermo. Cuando entré a la habitación donde estaba él se paró y me dijo: «Vienes a despedirte». Y le dije llorando: «No maestro, no digas eso». Fidel me sorprendió con esa frase, es como si me hubiese pegado un saque de potro en el pecho. Me eché a llorar. Entonces él tenía más razón que yo porque fue aquella la última vez que lo vi. A Fidel le tengo mucha gratitud y será de por vida, porque me habló muchísimo de la droga y me dio fuerzas en la recuperación, me decía que sí podía y lo logré. Fidel fue como mi segundo padre. (Diego Armando Maradona)

Siempre junto al pueblo

Cuando venían los ciclones se iba con el pueblo. Recuerdo que hubo unas inundaciones en Villa Clara y él quería llegar allá. Los jeeps no podían pasar, él se montó en un medio anfibio del ejército y cruzó las aguas. Se bajaba en las casas de los campesinos, entraba a los bohíos, les preguntaba lo que había sucedido, indagaba por sus problemas y les decía que no se preocuparan, que muy pronto les iba a llegar agua potable y comida. En los momentos más difíciles estaba con la población, era el contacto directo.

En el exterior esa humanidad era igual. No eran solo las actividades oficiales de Fidel con el jefe de Estado o las organizaciones en los palacios y embajadas, sino que al salir estaban 300, 400 o 500 personas esperando por él. Nosotros queríamos que fuera para el carro porque el tiempo era muy poco para las otras reuniones, pero él se iba con el pueblo. Hablaba con los niños, con los ancianos, ese vínculo humano era siempre, tuviera las preocupaciones o actividades que tuviera. Eso era fundamental. En ningún otro país un jefe de Estado hizo tanto por su pueblo como Fidel. Su humanidad era extraordinaria. (Ángel Reigosa de la Cruz)

Un gran amigo

El Comandante Fidel Castro fue un estadista genial, un revolucionario práctico que encarnó y sintetizó los ideales de Martí, Bolívar y Morazán, y de héroes y patriotas que lucharon por la independencia de nuestros países y por los sueños de una América Latina unida.

Es el líder que, como guía de la Revolución Socialista Cubana, dio sentido y profundidad a los ideales de soberanía y autodeterminación de los pueblos y de las naciones, ese que con sus acciones y políticas enalteció y dio rostro al humanismo, a la justicia y a la igualdad en el corazón del pueblo cubano, heredando a la humanidad uno de los países con los más altos índices de educación, salud y nutrición.

Los revolucionarios del mundo perdemos a un gran amigo, camarada y consejero, sin embargo, las generaciones presentes y futuras heredan todo un legado filosófico, político y cultural de uno de los más preclaros pensadores y líderes mundiales que produjo el siglo XX. […] (Rigoberta Menchú)

 Fuente: Libro Yo conocí a Fidel, de Wilmer Rodríguez Fernández

 

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