Comprometidos con su historia llegaron los dirigentes juveniles a la cima de la loma de Mícara. Autor: Odalis Riquenes Cutiño Publicado: 01/08/2019 | 07:40 pm
MAYARÍ ARRIBA, Santiago de Cuba.— Llegaron de todo el país dispuestos a desandar el pasado para defender el futuro. Tenían edades, profesiones, historias diferentes, pero los hermanaba el compromiso con el ayer glorioso como el mejor acicate para fundar juntos un mejor mañana para la Patria. Por eso fueron, sin vacilación alguna, hasta la imponente montaña de Mícara.
El reto era el ascenso a esa loma, monumento natural al II Frente Oriental Frank País García, en singular excursión que como parte del sendero de igual nombre, desde octubre de 2018 lleva a las nuevas generaciones por los caminos de la Historia, desafiándolos a recorrer los dos kilómetros y cien metros que separan al Mausoleo a los Héroes y Mártires de la importante zona guerrillera, ubicado en la base, de la cima de la elevación.
Están aquí porque a sugerencia de José Ramón Machado Ventura, Segundo Secretario del Comité Central del Partido, desde hace ocho meses la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) convoca a los nuevos a escalar desde estas serranías. Se trata de una enriquecedora experiencia que ya alcanza a 1 140 estudiantes y trabajadores santiagueros, según datos aportados por la dirección de la UJC en la provincia, que han dado vida cada viernes a este recorrido.
En estos tiempos no se esperan grandes heroicidades, cuenta más la implicación cotidiana y el sentido del deber con el día a día, le dijo Susely Morfa González, primera secretaria del Comité Nacional de la UJC, a la bisoña tropa antes de emprender el trayecto, integrada por el Buró Nacional de la organización, representantes de las organizaciones estudiantiles y los movimientos juveniles, así como los máximos dirigentes de la novel vanguardia de todas las provincias.
«Esta juventud es hija de la Revolución y debemos tener presente el legado de Fidel y de las generaciones que en estas mismas montañas escribieron páginas enormes de resistencia, inteligencia combativa y decisión para alcanzar la victoria», recalcó la máxima dirigente juvenil, el 24 de julio último, en la antesala del aniversario 66 de los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, y con las chispas encendidas del 11no. Congreso de la organización.
Entonces, van primero, en peregrinación desde el centro de Mayarí Arriba —entre la densa neblina que caracteriza los amaneceres en estas invictas montañas—, hasta el Mausoleo para el obligado tributo a la hazaña de los combatientes que bajo el mando del entonces Comandante Raúl Castro Ruz, llegaron el 11 de marzo de 1958 a estos lares para fundar el enclave guerrillero, decisivo en la victoria final.
Escalar la historia
Tras el necesario preámbulo para reverenciar la grandeza, ya es tiempo de andar. Alegría. Confianza. Las dudas entre los pasaditos de libras o los menos entrenados. Cuesta arriba, retando lo abrupto de la pendiente, avanza la experimentada tropa. El paisaje impacta, abruma; el canto de las aves, el contacto con la naturaleza virgen y la exuberante vegetación son por tramos la única compañía. La tierra está seca. Hace calor. Hay que sujetarse de los árboles, o del hombro ajeno. Así durante un trecho considerable.
«Vamos, vamos, no paren. Descansen un poquito y sigan, ya estamos llegando», incita la Primera Secretaria de la UJC ignorando el cansancio y los pesares del cuerpo. Y el grupo se mira, respira profundo, retoma fuerzas y sigue. Estar a la altura de aquellos que conquistaron las cimas de Cuba es la prioridad.
Y se hace inevitable pensar en Fidel, en el Ejército Rebelde, y la reflexión se vuelve recurrente: de veras que había que tener los pantalones bien puestos y una convicción revolucionaria profunda para adentrarse en parajes como estos.
El grupo, grande y compacto al comienzo, se va dividiendo en otros más pequeños; cada cual avanza a su paso. «Vamos que batiremos récord…», dice alguien, y andar es como desafiar la gravedad en línea perpendicular.
No falta la mano extendida resbalón tras resbalón, la chispa de quienes reparten bordones entre bromas y reflexiones —recordando sus años de pioneros exploradores—, ni los brazos dispuestos a cargar a las rezagadas o los rezagados. Solo mojarse los labios con un sorbo de agua o comerte un chocolate, dicen como consejo aquellos que ya tienen más de un ascenso en estas montañas.
En la cima de un frente
En desenfadado ademán de continuidad, tras unos 30 o 40 minutos de marcha, desde la altura se divisa la vanguardia. Y otra vez vuelve a nutrirse la columna. Juntos, gritando las consignas de su tiempo, entre selfies y videos que poblaron las redes sociales, alcanzan la cumbre en menos de una hora. El tiempo y esfuerzo justos para que pudieran imaginarse en el lugar de aquellos otros, tan imberbes como ellos, que se hicieron héroes entre estas cuestas.
Cuando finalmente la imagen del poblado de Mayarí Arriba se impuso ante los ojos de los caminantes con el esplendor de sus realizaciones ciento por ciento obra de la Revolución, entre todos se esparcían las certezas: desde los propios escenarios de nuestro devenir, se oxigena la voluntad de los nuevos.
Para la jovencita Yozara Acosta Nápoles, presidenta de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media, la primera entre las féminas del grupo en alcanzar la cima, solo viviendo una experiencia hermosa como esta es posible aquilatar cuánto trabajo pasaron los jóvenes de aquel entonces para regalarnos este presente de luz que hoy disfrutamos.
Esta excursión nos reafirmó en el camino del hacer útil por nuestro país y el futuro, diría con el énfasis de quien sí pudo Morfa González, tras alcanzar la cumbre de Mícara. «Ningún sacrificio será demasiado grande para preservar la independencia y la obra de justicia social que nos legaron nuestros héroes y mártires.
«Imaginemos a aquellos hombres, curtidos por el esfuerzo, las heridas, el dolor de ver morir a su compañeros, pero sobre todo el afán de lograr la libertad para todo un país. Verdaderamente, hoy resulta esencial recordar cada hecho histórico, brindar homenajes como este a sus protagonistas y ser siempre consecuentes con sus ideas y ejemplo», concluyó.
Más allá de aquella foto inolvidable ante el monumento, que todos comparten —Zapya de por medio—, acariciados por la brisa y las 78 palmas que pueblan la cima de Mícara, entre ellos quedará una experiencia inolvidable: la de aquella mañana en que fueron más cubanos desde las cumbres de la historia.