Acuse de recibo
La capitalina María Caridad Mujica (Santos No. 9505-B, entre Yanes y Bellavista, San Miguel del Padrón, Ciudad de La Habana) chequea con minuciosidad su consumo eléctrico. Y hay cosas que no le encajan en la cuenta.
Ella, su hija y su nieto, los únicos residentes en la casa desde hace dos años, no han variado en ese período los equipos eléctricos del hogar. No tienen aire acondicionado ni módulo de cocción eléctrica. Solo ella está jubilada, así que los otros dos integrantes del núcleo familiar pasan buena parte del día en el trabajo.
Pues bien, de un consumo que importó menos de 32 pesos entre enero y junio de 2009, saltó bruscamente a 75,60 en julio de ese año y de ahí a 171,20 en agosto. Así se mantuvo en altas cotas y llegó a alcanzar 259,60 en junio de 2010.
En varias ocasiones durante este tiempo la lectora ha solicitado la visita de inspectores para valorar su situación. Los problemas se han mantenido. En mayo último se personó en la sucursal de la Empresa Eléctrica en el Diezmero, la que le corresponde.
«El compañero Yuri, que al parecer es jefe allí, me atendió muy bien, pero me dijo que lamentablemente no podía recoger mi queja ya que era último día de mes. Le planteé que había ido en esa fecha pues el cobrador me había dicho que tenía que pagarle primero para después solicitar el inspector…», narra María Caridad.
El propio Yuri —evoca la remitente— le indicó que cuando le entregaran el recibo de junio no lo pagara y fuera a verlo para reclamar la inspección.
Llegó la cuenta el 9 de ese mes y al día siguiente se dirigió otra vez a la empresa. Una muchacha que la atendió —pues Yuri no se encontraba— compartió el asombro ante tan alto consumo y le aseguró que el inspector la visitaría en 10 o 15 días.
Habían pasado 13 jornadas sin la referida visita de control cuando a la cuadra de la lectora arribó otro inspector a ver el caso de una vecina. Aquella, de manera solidaria, le habló del caso de María Caridad y este le explicó que hasta que no pagara la cuenta no enviarían a nadie a revisar.
Al momento de escribirnos, bastante desorientada, la capitalina se disponía a pagar la cuenta y ver qué rumbo tomaban las cosas, pues a lo que no quería arriesgarse, después del malestar, era a que le retiraran el servicio.
¿Por qué línea de baja tensión se habrá fugado la energía para atenderla?
Lo que más sorprende de la misiva de Amalia García Lozada (Terrazas No. 205, entre 7 y 9, Reparto Ampliación de Terrazas, Santiago de Cuba) es la exhaustiva tabla donde anexa cada una de sus gestiones. Llamadas, visitas, entrevistas. Instancias de Acueducto y Alcantarillado, Poder Popular municipal y provincial, Salud Pública… Nada.
«En el alcantarillado de tres manzanas, el tramo correspondiente a las calles M, Terrazas y L, entre 7 y 9, del Reparto Ampliación de Terrazas, pasa por los patios de varias viviendas a una profundidad aproximada de cinco a seis metros. Y a juzgar por las veces que ha presentado roturas de complejidad, y por las quejas de los vecinos, se encuentra en muy mal estado», relata Amalia.
Luego de 30 años de explotación —explica—, la primera tupición fue en noviembre de 2002. Después hubo problemas en julio de 2004 y marzo de 2008. Esta última obstrucción aún no se ha resuelto.
«Desde noviembre de 2009 mi patio tiene una excavación de aproximadamente tres metros de largo y tres de profundidad, que permanece húmeda o con agua, constituyendo una fuente de propagación del Aedes aegypti», sostiene la lectora.
Al instante de escribirnos, un vecino, tratando de conectarse a la tubería albañal infructuosamente, había provocado un vertimiento negro, lo que hace más peligrosa la situación.
La remitente comprende lo difícil de las inversiones de Alcantarillado en estos momentos, pero solicita que algún paliativo se aplique para combatir el problema.