Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Lázaro y Alfredo

En marzo de 1979, Lázaro Fernández ganó el Gran Premio de la I Bienal Internacional de San Antonio de los Baños. En la pasada edición (marzo de 2011) Alfredo Martirena se llevó el premio grande. Ambos artistas son asiduos del dedeté

Autor:

Julieta García Ríos

En marzo de 1979, Lázaro Fernández ganó el Gran Premio de la I Bienal Internacional de San Antonio de los Baños. En la pasada edición (marzo de 2011) Alfredo Martirena se llevó el premio grande. Ambos artistas son asiduos del dedeté. El primero es nuestro más antiguo y fiel colaborador, el segundo el más productivo. El editor propone un tema y, vía electrónica, Martirena responde con agilidad. No sucede lo mismo con las obras de Lázaro. Mensualmente uno de sus hijos trae a nuestra redacción los originales. Llegan cuidadosamente embalados en sobres manufacturados por el propio artista, que está unido a Juventud Rebelde desde los tiempos de La Chicharra.

MARTIRENA

Santa Clara, Villa Clara, 6 de octubre de 1965.

El tema de mi obra ganadora, Niños de la guerra, tiene poco de humor. Refleja a los niños que  sufren la guerra, por desgracia esto mantiene vigencia en el mundo actual.

Tengo una rutina de trabajo. Me levanto cada día y, luego del aseo y el desayuno, voy directo al ordenador a mirar las noticias en internet. Tengo un grupo de sitios seleccionados que reviso con calma. Cuando surge una idea, la anoto o hago un boceto muy elemental.

Ahora, también sigo las noticias por Telesur, lo cual facilita el trabajo editorial.

Cuando ya tengo los elementos, me siento en la mesa de dibujo y luego digitalizo para colorear en photoshop. Al terminar envío a sitios que pienso se pueden interesar, puedo realizar entre dos y cinco obras diarias. A veces me envían un tema específico y puedo llegar a hacer hasta ocho dibujos.

El costumbrismo es una constante en mí. Creo que es un modo de mirar la vida. El cubano es costumbrista por ley. Ser jaranero forma parte de su idiosincrasia, si a eso agregas que provengo de una publicación costumbrista por excelencia como es Melaito, te das cuenta de que estoy predestinado a hacer este tipo de humor. Disfruto hacer las viñetas con estos temas, me relaja, lo utilizo como psicoterapia. Las ideas surgen fácilmente, yo utilizo la música para crear, me coloco los audífonos y busco un sitio de la casa tranquilo, a veces es la cama, ahí comienzo a buscar un tema, que es lo más difícil. La primera idea por lo general es floja, pero con esta comienza a fluir la inspiración. He llegado a anotar 18 ideas, con calma, y en otro momento del día comienzo a «bocetear» para dar terminación, igual digitalmente.

Me inspiran mi familia y mis compañeros de trabajo. Mi núcleo familiar generalmente es protagonista de mis viñetas. Ahora, por ejemplo, hago una tira llamada Compadres, donde de alguna manera están reflejados mis tres hijos. Mi esposa Niury, que es diseñadora del periódico, tiene para mi suerte muy buen sentido del humor, ella a veces es mi mayor crítica. También mi madre: cuando le muestro un dibujo y ella espontáneamente se ríe, sé que tiene el éxito garantizado. Pero si se queda pensativa, algo puede estar fallando. En el colectivo de Melaíto comentamos las ideas, me encanta contarle ideas a Pedro, Linares o Roland y escuchar su parecer de maestros; a veces la idea es débil y ellos con sus sugerencias la hacen brillante.

En un principio obviamente me vi influenciado por todo el colectivo de Melaíto, principalmente por Panchito y Pedro, quienes como mentores, me iban enseñando los trucos del oficio. Al conocer más del mundo editorial, imité, como muchos, a Quino, a Fontanarrosa.

En estos momentos intento lograr la madurez en el dibujo y, sobre todo, aspiro a consolidar una línea propia que me identifique aún más.

El dedeté es una publicación con mucho prestigio en Cuba, por esta han pasado dibujantes de lujo, como Ajubel, Carlucho, Manuel, Tomy, Ares… Cada domingo se publica en Juventud Rebelde, el diario de la juventud, que como bien sabemos es el futuro.

Dibujar para ese público es un reto, y adoro los retos.

Admiro a Lázaro desde mis inicios en la caricatura. Su línea limpia y precisa, sus dibujos llenos de detalles, su estilo muy personal. Cuando lo conocí personalmente le admiré más por su sencillez y amabilidad. Lázaro cuenta con una línea personal muy

definida, solo mirar el dibujo y ya sabes que le pertenece; sus ideas me parecen ingeniosas y abordan temas diversos que van desde la ecología hasta las injustas guerras que nos azotan, a veces te parecen ingenuas y cuando profundizas quedas impresionado por las soluciones que busca para abordar temas tan escabrosos.

LÁZARO

Regla, La Habana, 25 de octubre de 1935.

El tema tratado en Primavera, obra ganadora de la I Bienal, es la necesidad de protección de las nuevas generaciones en cualquier circunstancia. Si te fijas, el nido es un elemento hostil, dentro de él está el pájaro que protege su huevo.

Trabajo un poco loco. No tengo horario ni método. Los dibujos van saliendo de forma espontánea. Tengo en casa dos mesas de dibujo y en ambas anoto las ideas, «boceteo», entinto.

Desde niño dibujaba, pero mi padre insistía en que estudiara para que no pasara trabajo en el futuro. Él era carpintero como el padre de Jesús. Pues bien, estudié. Primero me hice técnico en cantería y albañilería. Luego ingeniero hidráulico, y te digo que como ingeniero he pasado más trabajo.

El humor blanco es más frecuente en mi obra. También suelo hacer humor negro para una página de Palante. En estos momentos casi no «toco» la caricatura personal. Hace  años estuve en Bulgaria como ingeniero y me iba a una taberna a dibujar a las personas, con eso pagaba mis almuerzos y comidas.

Allá los rostros de la gente son una caricatura. Mis colegas búlgaros me decían: «Lázaro, estás loco, aquí los caricaturistas van a trabajar en carro y nosotros los ingenieros venimos en tranvía». Toda mi vida me dediqué a la ingeniería y la caricatura la llevé como un hobby.

Todo lo que me rodea me inspira. Algunos dicen que estoy influenciado por el gallego Posada, y es un honor que me hacen. Creo que le he robado algo a cada caricaturista. Aprendo de todos, hasta de los más jóvenes.

Al dibujo llegué sin saberlo y nunca lo he abandonado.

Encuentro el dedeté más afín a mi línea de trabajo. Empecé a publicar en Palante cuando quedé tercero en un concurso convocado por la publicación humorística. En Juventud Rebelde colaboro desde los tiempos de La Chicharra. Me resulta muy agradable ver mis dibujos en la prensa. Cada domingo, cuando el vecino me trae el Juventud Rebelde, voy directo a la última página, para ver si salió algo mío. Me pongo contento cuando publican mis trabajos.

Admiro a Martirena. Es muy bueno. Sus ideas son frescas y están bien elaboradas. Sé que este año sacó un nuevo libro: Humor en blanco y negro y me gustaría tenerlo.

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