Durante los últimos años, la Editorial Arte y Literatura, fundada en 1967, y de manera muy especial la colección Cocuyo, alentada por los nuevos aires de esta especie de segunda edad de oro que vive la actividad editorial doméstica, ha puesto un visible empeño en retomar los canales de transmisión entre lo más valioso de la producción internacional y nuestros lectores.
La colección Orbis lleva el peso de esa proyección en el orden de la creación narrativa, la cual ha puesto a circular en el país obras de prestigiosos escritores como los norteamericanos Alice Walker, Russell Banks y William Kennedy, el inglés Allan Sillitoe, la alemana Christa Wolf, la india Arundhati Roy, el italiano Antonio Tabucchi y el portugués José Saramago.
Asimismo, Orbis ha universalizado su entrega mediante la inclusión de valiosos autores latinoamericanos, tarea en la que complementa la proverbial labor editorial de Casa de las Américas. Comoquiera que Argentina fue el país Invitado de Honor de la XVI Feria Internacional del Libro, buena parte de los nuevos títulos difundieron aportes esenciales de las letras de esa nación sudamericana, como es el caso de Los pichiciegos (1998), de Fogwill, breve e intensa narración de impronta cinematográfica, que ofrece una visión de la Guerra de las Malvinas.
Quisiera, no obstante, glosar otras tres entregas. Del premio Nobel de Literatura, Harold Pinter, se publicó Los enanos, su única novela, ríspida y desgarradora variación sobre el tema de la amistad, la lealtad y el amor.
Venía ya siendo hora de recuperar para nuestros lectores a uno de los más importantes narradores colombianos de la segunda mitad del siglo XX, el recientemente desaparecido Arturo Alape. Conocido por su extraordinario testimonio El Bogotazo, memorias del olvido, nos llega ahora con El cadáver insepulto, que aborda los avatares de doña Tránsito Ruiz de Toro, madre de cinco hijos, que durante cinco años recorre su país de arriba abajo para indagar, recoger pruebas y arrancar testimonios de quienes participaron en la desaparición y fusilamiento de su esposo, el capitán de policía Ezequiel Toro. De la novela, ha dicho Laura Restrepo: «El cadáver insepulto repite el milagro que Alape sabe hacer: a través de la palabra y de la reconstrucción de los hechos, nos devuelve la razón de ser».
También resulta recomendable El disparo de Argón, del mexicano Juan Villoro. De narración prolija, salpicada de imprevistos giros líricos, el texto se desdobla entre una mórbida historia de amor y el escándalo del comercio ilegal de córneas en una clínica oftalmológica. Al fin y al cabo es una metáfora sobre una megalópolis a caballo entre la ultramodernidad y la infrapobreza.