El joven pintor, Andy Osvaldo Pérez, en su atrayente, enérgica y muy amorosa serie pictórica ¡Viva la vida!. Autor: Yahily Hernández Porto Publicado: 21/09/2017 | 06:11 pm
Camagüey.— Su fragancia visual desnuda al ojo humano, lo impresiona. Es ese el impacto de 14 caballos que recobran vida, espíritu, ímpetu, en el pincel del joven Andy Osvaldo Pérez en su atrayente, enérgica y muy amorosa serie pictórica ¡Viva la vida!, expuesta en la sede de la Asociación Hermanos Saiz (AHS), en esta ciudad.
No es un simple romance el de Andy con los potros —considerados por el autor como «los mejores amigos del hombre»—, sino el canto del artista a estos animales, desde la multiplicidad de colores muy bien utilizados.
Andy, quien creció en el monte, esboza, junto a estos equinos su prologada niñez y su elegía a su infancia y a estos corceles, que deslumbran por avivar sentimientos muy cercanos en la existencia de los seres humanos.
«Como un desafío Andy intenta llevar una de sus grandes pasiones, la pintura, esa que lo incita a explorar no solo el mundo pictórico, sino también la vida que llevamos los seres que habitamos la
Tierra», significó Yoelxy Pilliner López, curador de la muestra.
A través de la vida y expresividad de los caballos el artista muestra diversidad de equinos en los que examina hasta el cansancio la belleza física y psicológica de estos animales, y logra un paralelismo interesante con los diferentes estados emocionales que la existencia humana posee.
«Andy ha sido capaz de reflejarlos mediante una pintura bien académica, en la cual demuestra dominio en el dibujo, las manchas, el uso de los colores, el trabajo de la luz, el equilibrio y las proporciones», expresó Pilliner López.
En los cuadros de Andy no es difícil apreciar el movimiento, la fuerza, el dinamismo, la vigorosidad, la destreza, la seguridad, la confianza, la pasión, la belleza, el amor, la amistada, la seguridad, el desafío... que experimentan los equinos, y que invitan a montarse en ellos.
Inspirado en la canción Viva la vida, de Lyrics Coldplay, Andy logra una pintura suave, pero contundente en su mensaje y contenido optimista y retador. «El conjunto de obras es como una elegía a la vida o a la sumatoria de diferentes cualidades psíquicas o estados de ánimos», opinó el curador.
Por el momento Andy se desprende de sus sentimientos más profundos y los regala en las cientos de facciones, rostros, perfiles que se redescubren en sus caballos.
«Es mi regalo a la gente, a la vida», expresó.
«Y es que los jóvenes cubanos —confesó el autor de la muestra a JR— tienen que, de alguna manera, ser así: espontáneos, arriesgados, vivaces, desafiantes, amantes y muy solidarios», concluyó.