Mariela con uno de sus ejemplares caprinos durante el entrenamiento. Autor: Mailenys Oliva Ferrales Publicado: 21/09/2017 | 05:41 pm
PUNTA DE JAGUA, Granma.— Que sus padres la hayan «soñado» de grande ejerciendo la Medicina, alguna ingeniería o el magisterio, no sirvió de nada, porque la fascinación mayor de Mariela siempre han sido los animales.
Esta joven granmense, nacida con el olor a tierra del campo impregnado en su piel, trabaja cada día desde que asoma el alba con un rebaño de cabras algo «rebeldes» a las cuales debe pastorear, domesticar y entrenar, una faena complicada y poco común entre las féminas.
Catalogada en los últimos seis años como la mejor presentadora de carne caprina y ovina en ferias a nivel nacional e internacional, a Mariela Rodríguez lo que verdaderamente «la llena» es ser útil en la finca.
«Crecí jugando entre los animales de mi padre y creo que de alguna manera eso incidió en mi inclinación hacia el trabajo con ellos, pues aunque estudié Agronomía, decidí incorporarme a la finca y especializarme en la aplicación de la genética del ganado ovino-caprino. Esta es una tarea fuerte: debo atender a los animales desde que nacen hasta que están listos para competir, incluida toda su etapa de desarrollo».
Ver la destreza con la que pastorea las cabras, las selecciona y las disciplina para las presentaciones, resulta llamativo en una joven de 32 años, que ha decidido hacer de sus rebaños un referente en el país, sin que en tal empeño pierda ni una «pizca» de femineidad.
«Aunque estoy la mayor parte del tiempo con los animales, nunca descuido mi apariencia y me gusta como a cualquier otra joven arreglarme el pelo, las uñas y sentirme bonita. Por eso les propongo a las hijas de productores de las zonas rurales que se inserten en las labores del campo, pues el trabajo honrado no afea a nadie».
Junto a su padre Mario Rodríguez, Mariela sostiene la finca La Victoria, ubicada a unos 12 kilómetros de la ciudad de Bayamo, en el poblado de Punta de Jagua. En ella conviven más de 12 especies, entre las que se destacan equinos, vacas, gallinas, pavos, guineos, guanajos, conejos y cabras.
«Lo más agotador es el entrenamiento, ya que la doma es compleja —explica Mariela mientras separa cuidadosamente del grupo a un hermoso ejemplar caprino—, pero al final, les pongo ternura de mujer, y los animales la asimilan».
Muy reconocida por sus cabras y ovejas en la Feria Internacional de Rancho Boyeros, en La Habana, y en su homóloga nacional de Bayamo, en Granma, Mariela está convencida de que la constancia, el cariño y la entrega, conforman la receta indispensable en el éxito de su labor.
«Trabajar y domesticar a las cabras implica mucha paciencia y amor, porque no son muy dóciles y a veces tienen sus días malos. Ahora mismo estoy atendiendo dos ovejitas cuyas madres murieron durante el parto, y esto es como tener dos niños chiquitos, porque hay que darles leche en biberón, cuidarlas, y hasta mimarlas, así que será una gran alegría cuando se incorporen al rebaño».
No satisfecha con sus ya relevantes resultados, esta sencilla joven de pocas palabras continúa buscando retos.
«Llevo varios años trabajando con el ovino pelibuey blanco, el rojo y el nubio, razas que componen entre las tres más de 40 cabezas de cabras, pero ahora estoy intentando insertarme con el ovejo blanco, una variedad que no abunda, es un poco salvaje y bastante difícil de domar, pero quisiera poder presentarlos en próximas ferias, comenzando al menos con cuatro o cinco ejemplares».
Así construye su cotidianidad Mariela, quien no le teme a las inclemencias del sol, al trabajo en el campo, ni a los «caprichos» de sus animales.