Desde su concepción de unidad, hermandad y solidaridad de los países latinoamericanos y caribeños, numerosos son los beneficios que nos brinda la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).
Basada en la cooperación y en los intereses de los países de la región, el ALBA pretende eliminar las asimetrías existentes entre ellos, cuestión más que suficiente por la que esta Alianza recibe cada día un mayor respaldo.
Hace unos días tuve la oportunidad de conversar con una amiga, nacida en Sudamérica y víctima de una de las dictaduras más sanguinarias de la historia. Ella me confesó que se siente feliz con la creación del ALBA.
Antes de morir, su madre le dejó el legado de terminar la lucha que ella comenzó y por la cual dio la vida. «Hazlo por nuestros indios —le dijo—, y por las niñas y los niños».
Obligada por las circunstancias, mi amiga tuvo que partir al exilio. Fue criada en Cuba, aquí estudió y se hizo psicóloga. Un día regresó a su país y se llevó una decepción muy grande al ver adulterada la identidad de su pueblo. Los valores y costumbres que desde pequeña le inculcaron como autóctonos de su país natal, no se correspondían con los que sus coterráneos lucían y defendían como suyos.
Influenciados por la cultura de consumo, llevaban en sus ropas símbolos de lugares de la geografía ajenos a sus raíces. Entonces se preguntó: ¿por esto luchó mi madre? No obstante, sabía que algún día vería hechos realidad los sueños de su progenitora.
Aunque su país no es miembro de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, mi amiga siente una gran satisfacción por el principio tan humano que defiende este proyecto, el cual le ha devuelto la esperanza de una América «nueva».
Esta alianza, que se suma al despertar de la conciencia latinoamericana y caribeña, hace énfasis en la lucha contra la pobreza y la exclusión social, y apoya los movimientos sociales que a través de la historia se han manifestado a favor de las causas justas.
También tiene como objetivo el fortalecimiento de la cultura, como proceso definitorio de nuestra identidad y fundamental para la unificación de los pueblos de la región.
Ahora mi amiga sabe que su madre no murió en vano. Dio la vida por un sueño que hoy el ALBA hace alcanzable, razón por la cual, además de sentirse cubana, ella se siente latinoamericana.