Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Lección de un gladiador verdadero: Sí podemos

Autor:

Alina Perera Robbio

¿Quién habrá visto cómo se nos venía encima esta pandemia desoladora? El panorama resulta inverosímil. El rostro humano oculta más de su mitad; todos luchamos por estar a salvo de un virus que tiene corona cegadora, que ya cobró al mundo cientos de miles de vidas y que ha reconfigurado, sin reversión posible en muchas de sus aristas, el curso de la existencia.

Entonces, en estas horas en que la alegría y la libertad se sienten tan heridas, una piensa inevitablemente en el ánimo vencedor de ciertos gladiadores: Fidel… ¿Qué hubiera hecho o dicho hoy? Ya sabemos que fue un anticipado, y que preparó desde mucho tiempo antes a la ciencia cubana para cuando estuviésemos en una encrucijada como la de ahora. El fruto de esa batalla es un país que no ha colapsado frente a la COVID-19 ni siquiera porque el bloqueo imperial pone una bota de hierro sobre su garganta.

El otro gladiador es Raúl —quien está de cumpleaños y es motivo principal de estas líneas—; a quien en mucho debemos, que Cuba siga invicta en lo que más le importa: la defensa de la vida. No dudo que en cada concepción táctica y estratégica de esta batalla cuya naturaleza es inédita, estén su preocupación, y también toda su experiencia —emparentada en raíces y materia con la del maestro y hermano mayor.

Hace casi 20 años el General de Ejército comentó a esta reportera, durante una entrevista inolvidable, que hay problemas y que siempre los habrá, y que el mundo, la sociedad, serían muy aburridos si no hubiera problemas a los cuales enfrentarse. «Hay que tener voluntad de enfrentarse a los problemas —me dijo—, y hacerlo con ánimos de vencer». Es esa la filosofía de un luchador que, obviamente, como todo humanista que desea lo mejor para sus semejantes, jamás hubiese deseado para nadie un reto terrible como el de la COVID-19, pero que, una vez impuesto de ese gigantesco molino, ayuda a organizar, detalle a detalle, los escenarios de la batalla.

«Ahora la sociedad está impactada por una realidad nueva, muy compleja», decía yo en aquel encuentro al compañero Raúl, a propósito de que el mundo había dejado de ser bipolar en cuanto a modelos socioeconómicos, y le preguntaba por cómo los jóvenes debían asumir ese reto del socialismo real desaparecido. La respuesta, que empezó con un «del modo en que lo están haciendo», no se hizo esperar:

«Antes vivíamos, y Fidel ha hecho referencia a eso en algunas ocasiones, protegidos en una campanita de cristal, con una asepsia absoluta. Esa campana, o esa urna, ya no existe. Ahora estamos expuestos a todas las contaminaciones posibles, entre otras cosas por la creciente globalización del planeta, esa que encabeza el imperialismo norteamericano. Pienso que, a juzgar por la manera en que se está llevando a cabo nuestra lucha, aunque algunos se contaminen la mayoría se va a inmunizar contra los problemas que tú mencionas».

En ese diálogo Raúl recordó 1994 como un año muy difícil. Entonces los «ánimos estaban realmente caídos», pero ni siquiera entonces «primó el espíritu de la traición». Y evocó el momento del «Sí se puede», cuando en los 90 del siglo XX «empezamos a probar que sí se podía, nos propusimos cambiar el estado de cosas. Pero era lógico que no fuera fácil. Siempre que hay dificultades como las que vivimos entonces, se producen claros, vacíos en las filas».

«Yo no he visto a nadie, y lo digo apoyándome en hechos concretos, que haya tenido una voluntad más grande mientras mayores son las dificultades, que Fidel», afirmó, y con su proverbial poder de síntesis hizo la historia desde los días del Moncada hasta el momento en que estábamos entablando el diálogo, con un hilo conductor que dejaba en pie que, mientras mayores han sido los problemas, mejor ha sabido crecerse el pueblo nuestro.

Aquel día Raúl dijo algo que podría subrayarse hoy con particular intensidad: «(…) ¿Cuándo habremos madurado definitivamente? No estoy capacitado para definir ese momento de nuestra sociedad. Es un proceso interminable, pero indudablemente ya puede hablarse de una autoestima del cubano como debe ser».

Me pregunto en este minuto, llena de orgullo por Cuba, por todo lo hecho en suelo patrio y en el mundo en batalla contra el nuevo coronavirus, en qué punto de nuestra autoestima estaremos… Y sumo máximas que hemos aprendido en años de lucha, guiados por un hombre como Raúl:

La disciplina, el control y el rigor son premisas cardinales para el éxito; la unidad es vital; hay que hablar con claridad, mirando a los ojos del otro; el secretismo es un enemigo que ha de ser desmantelado hasta la última pieza; jamás gastemos más de lo que tengamos; poder arrancar a la tierra todos los frutos posibles es un asunto de seguridad nacional —y ahora esa lección de aprovechar lo endógeno, viendo que el mundo es más incierto y asimétrico que antes, es alusiva a todas nuestras fuerzas y a todos los ámbitos del país.

Finalmente, el «Sí se puede» es un estado sicológico que una vez cambió el estado de cosas cuando más oscura lucía la noche, y que en este instante, cuando parece que la vida se contrae por doquier, constituye el arma principal para la próxima victoria, y uno de los regalos más hermosos que nos ha hecho el compatriota que hoy cumple años.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.