Acuse de recibo
Las afectaciones del polvo de cemento para la salud humana son tan conocidas como su imprescindible uso en las construcciones. La necesidad de lo segundo no ha de hacer olvidar lo primero. Seguramente en eso pensará con mucha frecuencia Norma Amaro Santos (Ayestarán 618, entre 3ra. y San Pedro, Cerro) y sus vecinos, ante los perjuicios que casi a diario reciben (y respiran).
Cuenta la remitente que en Ayestarán, entre 3ra. y San Pedro existe un establecimiento, «llamado ECAI 2, del almacén 102, donde se guardan materiales de construcción. Aquí el cemento llega en tanques, a granel, y se vacía en otros depósitos con unas mangueras casi todos los días. Esto ocasiona que salga una nube de dicho cemento por todo el barrio, según para donde sople el viento; en consecuencia lo estamos aspirando los vecinos, con un gran daño para nuestra salud».
Refiere la capitalina que esta situación contaminante se produce desde hace alrededor de un año, en una zona donde conviven niños, adultos mayores, asmáticos… Y se han quejado a las autoridades locales sin resultado alguno.
¿Por qué no se ha trasladado dicho almacenamiento para otro espacio alejado de las zonas residenciales?, se pregunta la lectora y este redactor lo suscribe.
Estridencias «musicales»
Con dos niños, uno de tres años de edad y otro de apenas uno, además de una anciana enferma de 68 años, la familia de Sixto Batista Frómeta (Avenida Renato Guitart, No.271, Vega Honda, Dos Ríos, Palma Soriano, Santiago de Cuba) no logra hallar los necesarios tranquilidad y sosiego, gracias al desmesurado nivel de la música que coloca uno de sus vecinos.
A pesar de haberse quejado a las instancias políticas y de gobierno de la localidad y a las autoridades de Salud y del orden público, el accionar concreto para resolver el asunto ha sido prácticamente nulo, apunta el santiaguero.
«El nivel de indisciplina y falta de respeto son muy altos; no puede ser que dentro de nuestro hogar no podamos escuchar nuestras conversaciones», razona el lector.
En este architratado tema uno ya casi pierde las esperanzas. Pero no hay de otra que seguir insistiendo. El civismo en algún momento deberá escucharse más alto y más hondo que las estridencias de los irresponsables.
Viales que no dan vía
Yosvany Quiala Agüero (Calle Juan George Soto, No. 148, Mayarí, Holguín) escribe en su nombre y en el de muchos vecinos afectados. Refiere el holguinero que llevan más de cuatro años con serios problemas en los viales de su barrio. El asunto —señala— se ha planteado en las rendiciones de cuenta y en otros espacios de la localidad y no aparece la solución.
Lo más alarmante es que se les dificulta mucho a los lugareños el acceso al hospital con un enfermo. Y un bicitaxi, que antiguamente les cobraba por esa gestión diez pesos, ahora, teniendo en cuenta lo derruido de las vías, cobra el doble.
«Hace meses nos dijeron que se resolvería cuando llegara el tiempo de seca, pero cuántos tiempos de seca han llegado y todavía seguimos en lo mismo», se duele el remitente.
Cada vez que asuntos como este recalan en la columna, uno se pregunta qué costará más a la larga para la economía del país: ¿unos kilómetros de asfalto o el bienestar (y hasta la seguridad) de muchas personas?
A la familia de acuse
Y en las últimas líneas de hoy les comento que nuestro maestro y amigo Pepe Alejandro estará varios días recuperándose de un proceso quirúrgico. Por tanto, asumiré la sección hasta que él se reincorpore, lo cual, conociéndolo, ha de ser muy pronto.