Las luces traseras de Washington enfocaron en Cuba con imprudencia e irresponsabilidad. Autor: Abel Rojas Barallobre Publicado: 01/10/2017 | 06:44 pm
Ni siquiera de lado, como el cangrejo. La administración de Donald Trump parece preferir la marcha atrás. Lo está mostrando en más de un acontecer político en el cual es uno de los protagonistas y en esa expedición en reversa va alejando a Estados Unidos de los sentires de la comunidad mundial; y quien se aleja, se aísla.
Recrudecen los conflictos del Medio y Lejano Oriente, dan la espalda a tratados internacionales, reniegan de acuerdos múltiples o bilaterales, amenazan con la tremenda a cualquier rincón oscuro o iluminado del planeta en un camino empedrado de malas intenciones.
Para este fin de semana las luces traseras de Washington enfocaron en Cuba con imprudencia e irresponsabilidad, buscando un choque con daños mayores, porque algunos de los copilotos que se ha buscado son maestros del juego sucio, de las mentiras, de las represalias. Y el hombre «duro» se ablanda ante las sugerencias irracionales de unos pocos frente al raciocinio de la mayoría.
A esa conducta corresponde la decisión anunciada de retirar el 60 por ciento de los funcionarios de la embajada en La Habana y sus familiares bajo el supuesto de que peligra su salud por alegados «ataques acústicos» que nadie más ha sufrido, de los que admiten no se conoce causa, naturaleza, ejecutores..., que están todavía bajo investigación especializada tanto de sus funcionarios correspondientes como de Cuba, y de manera cooperada.
Pero, politizan la situación a pesar de la exhortación cubana a no seguir ese tortuoso desmedro. Lo hacen cuando prácticamente cierran puertas al intercambio de delegaciones que abrían posibilidades al desarrollo de trabajos conjuntos en beneficio mutuo y en problemas e intereses comunes, cuando le «alertan» a sus ciudadanos no viajen a una Isla hospitalaria y de salud reconocida y, sobre todo, cuando suspenden operaciones diplomáticas y con este obstáculo a los visados se cortan o limitan al máximo los encuentros familiares tan anhelados en uno y otro lado del Estrecho.
En Miami, un senador trasnochado dijo a las claras lo que se pretende: Cerrar embajadas, cortar relaciones, volver a la Guerra Fría.
Mi abuela me recordaría al Maine con la alegada y no probada «agresión acústica».
«Ellos saben lo que hacen», reza el dicho. ¿Ellos saben lo que hacen?