A.E.: Hace cinco años tengo una relación con un hombre que se mostraba deslumbrado conmigo. Decidió su vida a mi lado, sin conocerme apenas. Casi nunca discutimos y nuestra convivencia es agradable. Sin embargo, hace un año comenzamos a distanciarnos. Mi padre enfermó gravemente y yo me dediqué a cuidarlo hasta que falleció. Luego comenzó mi menopausia. De manera que casi no teníamos relaciones, pero ahora me siento mejor y es él quien no quiere o no puede intimar conmigo. Me siento rechazada. Creo que se acabó la magia y si es así debemos separarnos, aunque me diga que me ama y me mantenga mientras no encuentro trabajo.
Después de un año de distanciamiento es difícil retomar la relación en el punto donde se dejó. La magia requiere ser avivada con diálogos íntimos, complicidad erótica, sueños compartidos, placeres por descubrir… No se trata tanto de demandar a su compañero como de construir un espacio donde florezca esa magia.
Tras cinco años de relación, con este período crítico entre ustedes, no volverá el deslumbramiento inicial. Se precisa construir algo más que los una y vivifique el vínculo, hasta que nazca el deseo de acercar sus cuerpos en un juego sensual. Para que algo así suceda, es preciso el consentimiento de ambos, sin garantías de que todo marchará de maravillas. Esta sería una apuesta por esa relación que los hizo decidir su vida sin pensarlo dos veces.
Sería oportuno preguntarse por aquello que los llevó a amarse, aquellas condiciones que propiciaron tanta determinación, pero fueron relegadas por las contingencias que tuvieron que enfrentar. Podrás decidir cómo seguir tu vida si a pesar de los intentos se constata que la magia acabó y no quieres vivir sin ella. Encontrarás el modo de mantenerte y buscar el encanto de amor.
Mariela Rodríguez Méndez, máster en Sicología clínica