R.L.: Comencé una relación hace tres meses. Una pareja estable, como en mis sueños. Nos comunicamos bien y me gustaría estar con ella para siempre. Creo que yo le atraigo igual y siente amor por mí. El problema es que yo la deseo todos los días y ella solo quiere una o dos veces por semana. No cede ante mi insistencia. He llegado a molestarme mucho, pues creo que la vida es una sola y con solo 33 años no puedo tener sexo así. Me ha dicho que yo no puedo cambiarla. Propone que la deje si me molesta tanto. ¿Qué piensa usted que pudiera ser la solución? Ella tiene 28 años.
Habrá que ir más allá de esta encrucijada con nuevas invenciones que les sirvan a ambos, aunque no ganen del todo. Ante la inexistencia de una solución ideal, se tendría que armar un modo posible de estar con ella, teniendo en cuenta su singularidad y la tuya.
No tienes la mujer que sucumbe a tus ganas; tu malestar no la atemoriza. ¿Podrás esperar su deseo para amarla? ¿Renunciarás a ella para intentar buscar quien corresponda más a tu deseo? ¿Imaginas una alternativa entre uno y otro extremo? ¿Podrás vivir tu vida con la mujer de tus sueños, sin la intensidad sexual que ahora aspiras?
Siempre algo falla con los ideales. Cada cual inventa un modo de arreglárselas con eso. Pero esa solución se tiene que crear a la medida de las circunstancias, deseo y posibilidades. Cuando se quiere un arreglo acorde a la peculiaridad de ambos, se emplean más de tres meses y mutuas declaraciones de principio.
Son muchas las parejas que difieren en cuanto al tiempo de satisfacción de su deseo. Muchos prefieren la calidad de un encuentro distante que la cantidad de un encuentro indeseado o insatisfactorio. Siempre hay quienes presionan, aunque esto pueda generar otras problemáticas en la relación. Es una cuestión de sortear la dificultad y encontrar la manera de mejores encuentros. ¡Es posible!
Mariela Rodríguez Méndez, máster en Sicología clínica