Es la propuesta que un grupo de jóvenes llevan adelante con el objetivo de crear una conciencia ecológica desde el ciberespacio
Enero de 2007. El barrio de San Agustín amaneció desolado. La ceiba centenaria que brindaba sombra y verdor en el parque fue podada drásticamente. La indignación no faltó, pero el mal ya estaba hecho.
Un joven biólogo, fiel a su profesión, comentó lo sucedido a través del correo electrónico, en espera de hallar reacciones similares a las suyas. Y ante la avalancha de respuestas en clara consonancia con su desilusión, supo que muchos defendían la buena salud del medio ambiente, aunque tal vez no supieran cómo hacerlo.
¿Qué ha pasado con los árboles? ¿Por qué cada día se hace más difícil caminar bajo la sombra de frondosos flamboyanes o majestuosas ceibas?, se preguntaba. El verdor de las ciudades, por distintas razones, ha disminuido y muchos se cuestionan la causa. Sin embargo, pocos actúan.
Por eso Isbel Díaz Torres decidió, junto a un grupo de amigos, crear El Guardabosques, un espacio a favor del medio ambiente, que tiene su asiento en el sitio San Cristóbal de La Habana, en el espacio allí reservado para divulgar las actividades de la dirección Municipal de Cultura de Plaza de la Revolución. La manera de hacerlo debía ser la mejor para llegar a un gran número de personas y ante la irrupción de las nuevas tecnologías en cada aspecto de nuestras vidas, utilizó las herramientas que estas brindan para esparcir su mensaje.
Aparecen Noticias verdes, para ponernos al tanto de todas las acciones y los esfuerzos que se realizan a favor del medio ambiente; y Noticias negras para reflejar lo contrario, en especial las acciones contra el arbolado urbano. También las secciones de Cultura ecológica y Con-ciencia, para ampliar nuestros conocimientos sobre nuestro entorno, con la ayuda de especialistas que también colaboran con el proyecto.
Un espacio para el arte en aquella sección en la que tanto niños como artistas consagrados plasmen su amor a la vida y un acápite imprescindible, referido a la difusión de las leyes cubanas e internacionales que amparan la lucha a favor del respeto a la naturaleza y la salvaguarda de su integridad.
«La idea de concebir un boletín ecológico en el que se difundieran mensajes a favor del desarrollo de una conciencia ambiental y se denunciaran sucesos como la poda de esa ceiba y la creciente deforestación en Ciudad de La Habana surgió, ante todo, para llenar ese espacio vacío socialmente, teniendo en cuenta todas las respuestas que nos llegan. Nada mejor que nombrarlo El Guardabosques. Aunque no soy solo yo; se han unido muchas personas con la misma motivación y así lo hemos presentado, primero una vez cada mes y ahora con una frecuencia trimestral. El objetivo desde un inicio fue despertar un movimiento ecologista y obtener colaboraciones constantemente. Lo hemos logrado, incluso desde las provincias escriben, pero no es suficiente como para garantizar un número distinto cada mes. No obstante, no es tan importante la periodicidad como la continuidad y la calidad», explicó Isbel.
El boletín en su formato digital llega a más de 500 destinatarios de correo electrónico, además de que es enviado a numerosos sitios web, tanto nacionales como internacionales, y de que permanece publicado. Sin embargo, aunque las bondades de las nuevas tecnologías hayan sido explotadas en su totalidad, este grupo de entusiastas ecologistas decidieron superar los dominios de la red para lograr resultados palpables.
«Era necesario trascender los ámbitos del ciberespacio para llevar a cabo labores concretas. El empleo de las no tan nuevas tecnologías de la comunicación es una alternativa válida, directa y barata en manos de individuos o instituciones; pero eso no es suficiente. El acceso a ellas aún es muy limitado, así que esa distancia había que acortarla; era preciso hacer llegar la alarma y el amor por la naturaleza a los que viven en ella, de una manera directa.
«La combinación del uso de estas tecnologías con la labor educativa, la programación cultural de las comunidades y la concertación de fuerzas locales interesadas en la protección ambiental, resulta ahora mismo un mecanismo válido, revolucionario e imprescindible para enfrentar el avance de la destrucción ambiental».
Es por ello que de la mano de Isbel y de su equipo muchas iniciativas han encontrado abrigo en distintas comunidades. La celebración del Día del Árbol y del Medio Ambiente en la localidad de San Agustín, donde residen, no pasan inadvertidas.
«En la comunidad, con el apoyo de instituciones locales, organizamos actividades, principalmente con los niños. Hacemos juegos interactivos, sembramos árboles ornamentales en el parque, proyectamos materiales audiovisuales y, sobre todo, departimos con la gente. No sirve de nada el deseo que tengamos, aún con el apoyo institucional si no se crean condiciones para un diálogo con la comunidad.
«Nuestra experiencia, incluso, ha permitido la creación de un grupo comunitario en San Agustín con motivos ecologistas y ha sido incluida en un documental realizado por Mundo Latino en febrero de este año. Recientemente vivimos una experiencia maravillosa en el Reparto Eléctrico, donde sembramos muchas posturas en áreas desoladas, entre los edificios. No fue una acción arbitraria, sin el consentimiento de los vecinos. Al contrario, de inmediato todos participaron.
«De eso se trata, de trascender incluso el principio de la educación ambiental para lograr, de verdad, movilizar y sensibilizar a las personas. A veces nos escriben buscando que actuemos en contra de algo y no se percatan de que estamos en el mismo nivel. Todos vivimos en esta ciudad y como sus habitantes tenemos deberes para con esta y su entorno. El uso de Internet y de las nuevas tecnologías ha permitido que esta iniciativa se alimente y crezca, pero ha sido solamente una vía, eficaz, para llegar al corazón de la gente».