Edelmis Anoceto Vega durante la presentación del libro Escritos en falso, de Miguel Castiñeira, en Santa Clara. Autor: Andrés Carmaux Publicado: 29/03/2025 | 10:05 pm
Santa Clara, Villa Clara.— Emprender una aventura literaria implica ponerles cara y voz a los autores durante las presentaciones de sus títulos, buscar la más reciente lectura recomendada, sucumbir a la coquetería de un buen diseño de cubierta, dejarse seducir por las palabras bien puestas en una contraportada, adentrarse en el universo digital, tras algún ejemplar electrónico y, por supuesto, sumergirse entre las páginas.
Como una especie de parto literario, la labor editorial permite dar a conocer las obras de los escritores luego de una metamorfosis, «desde que el libro es un manuscrito hasta que se convierte en un producto cultural y comercial», en palabras del escritor, editor y traductor Edelmis Anoceto Vega.
Mientras Villa Clara celebraba la 33ra. Feria Internacional del Libro, llegó la buena nueva de la Mención en el Premio a la Mejor Edición de Libros 2025 —que otorga el Centro Provincial del Libro y la Literatura de Holguín— para la obra Escritos en falso, del joven cienfueguero Miguel Castiñeira, con edición del propio Edelmis Anoceto y diseño de Ernesto Cárdenas; una de las nueve novedades que presentó este año Sed de Belleza Ediciones.
Hay razón de sobra para conversar con el hombre de letras que asume las labores de edición y traducción con más rigor que su creación poética, por tratarse de un texto ajeno, «como una jurisdicción que no se puede violar, o se puede violar solo hasta cierto punto», según comentó en una entrevista anterior.
Al referirse a la sucesión de procesos editoriales, Edelmis Anoceto menciona la evaluación del manuscrito, valoración mediante la cual se decide si se publica o no, y que demanda, en todos los casos, una explicación por escrito al autor. La edición, propiamente, implica trabajar con el texto, el escritor, el estilo, su correspondencia con el género en cuestión, y todo lo referente a la escritura y la calidad.
Mano a mano deben trabajar editor y diseñador para dotar al libro de las características estéticas requeridas para su comercialización, desde la cubierta hasta el último detalle visual de la distribución interior. Luego, mediante la corrección, un especialista en texto e imagen da el visto bueno al material ya diseñado. Por último, se le presenta al escritor el documento conocido como arte final para su aprobación.
«Una vez que el libro está impreso y la tirada en manos de la entidad que lo auspicia, también corresponde a la editorial el diseño de las actividades de presentación en eventos. O sea, el proceso de edición no termina con la impresión, sino que va más allá, a la comercialización y promoción del libro. En ello interviene el editor junto con el autor, porque son los que saben cuál es el mejor destino, el mejor público para su obra», añadió.
—¿Qué rasgos distinguen a Sed de Belleza?
—Tiene sus características muy propias y especiales. Es una editorial de los jóvenes y para los jóvenes, aunque trabajamos personas que ya no lo somos tanto, y es una de las más pequeñas que tenemos en el país. Solo dos editores, que se encargan también del diseño interior, una correctora, una diseñadora o diseñador, que puede ser contratado, y la persona que está al frente de la editorial, conforman el pequeño equipo que se encarga de hacer todo el trabajo.
«Intervenimos en las presentaciones, los eventos, ferias del libro. Incluso, escribimos reseñas para que se divulguen estos títulos por diferentes medios impresos y digitales, para que lleguen con mayor facilidad y con un respaldo crítico a los lectores, en dependencia de qué libro se trate: si es de poesía, para niños, narrativa, ensayo. Hay que tener en cuenta también quién es el autor porque llevan un tratamiento promocional diferenciado».
—A su juicio, ¿qué caracteriza a un buen editor?
—El editor, sobre todo, debe ser una persona muy responsable, muy metódica, que piense constantemente en su trabajo, en la editorial de manera general, y en los libros que le corresponde trabajar de manera particular. Es una persona de mucha cultura literaria, debe tener conocimientos de lingüística, de todo lo que tenga que ver con interpretación de textos, análisis de los diferentes géneros literarios, dominarlos como lector al menos.
«Tiene que ser una persona de mucho detalle y mucha concentración, porque en la edición todo el mundo se equivoca y, como en otras disciplinas, uno nunca termina de aprender todo. Siempre hay que estar investigando porque surgen nuevas normas editoriales, la Real Academia Española emite sus criterios con mucha frecuencia, el lenguaje cambia y el editor tiene que estar pendiente de todo eso, casi diariamente.
—¿Cómo afrontar el desafío de la promoción literaria si cada día se vuelve más difícil la publicación de obras impresas?
—Como todos sabemos, las publicaciones impresas en Cuba se han deprimido en los últimos años. Cada vez se hace más difícil para el país comprar papel, y el sector del libro y las revistas se ha visto dañado sobremanera. En las editoriales hemos tenido que restringir los planes. Si antes se publicaban 30 títulos en un año, ahora son solo diez. De igual manera se han visto reducidas las tiradas: de mil o 1 500 ejemplares por cada título, a solo 300. Así hemos tenido que trabajar para lograr que los autores vean sus obras publicadas y que los lectores tengan acceso a ellas. Creo que es fundamental tener un impacto social y cultural.
«La alternativa que se presenta es la de las publicaciones digitales. En este sentido, también las hace la editorial nuestra, mediante ebooks y pdf interactivos, en dependencia de las características de cada título, y vamos ganando en esta nueva forma de trabajo y de producción».
—¿Cuánto hemos logrado y cuánto nos falta para conseguir que el libro electrónico sea un éxito para autores, lectores y toda la cadena que hay en medio?
—Yo pienso que el libro digital es una nueva y necesaria opción para los lectores, porque cada vez se hace más fácil leer en soporte electrónico. Casi todo el mundo tiene la posibilidad de hacerlo en pantalla, pero no puede ser una opción que sustituya al libro impreso. Creo que ambas son válidas y ninguna tiene que estar por encima de la otra o aventajarla.
«En el caso nuestro, el país tiene que ganar mucho en crear un sistema para la distribución de obras digitales en los formatos que podamos crear. Creo que eso es lo que nos falta: crear una plataforma donde los lectores puedan acceder para comprar y descargar las obras, porque tenemos la producción de libros digitales, pero no tenemos la plataforma, que requiere un marco legal, un trabajo que se va de las manos de las propias editoriales. En ese sentido, creo que debemos ganar lo más pronto posible.
«Por supuesto, este tipo de publicaciones digitales demanda una promoción —como mismo la lleva el libro impreso—, pero quizá más dirigida, con un lenguaje diferente, acorde con las redes sociales, los medios digitales, más libre, menos crítico, menos teórico, más promocional y publicitario, y en eso también las editoriales tienen que ganar mucho: explotar los medios digitales que existan para que el libro llegue a todos los lectores potenciales».
A tales criterios se suma Miguel Ángel Tamayo Alba, coordinador de Sed de Belleza Ediciones, quien no califica al libro digital como bueno ni malo, sino que lo considera necesario, factible, funcional en el mundo entero, una realidad que «llegó para quedarse».
«Aquí en Cuba es más difícil, porque el comercio electrónico no funciona con la prontitud que debería, todavía hay muchas trabas. Si resulta engorroso comprar cualquier artículo, adquirir un libro en una tienda virtual puede ser aún más difícil.
«Sed de Belleza ya está insertada en estas plataformas. Todos los títulos que publicamos en físico los hacemos también en formato digital, y estamos trabajando en un diseño propio para nuestras publicaciones, con las normas técnicas que demandan, a fin de crear nuestra identidad.
«Sencillamente, el libro digital es un reto, y cuando podamos sacarle en Cuba el provecho que se le saca a nivel internacional va a ser una ganancia, no solo para las instituciones, sino también para el propio autor, porque tiene la ventaja de que llega a todo el mundo. Desde cualquier lugar alguien lo puede comprar y descargar, y es un estímulo que recibe el escritor, tanto monetario como profesional», concluyó.