A la hora de reflejar la conferencia de prensa que escoltó su estreno, prometimos un comentario más «de fondo» sobre El Benny, la película. Ahora que ya alcanzó un galardón en el primer festival internacional donde participara (Locarno), que este cronista la ha visto cuatro o cinco veces en los más diversos entornos, y que se ha transformado en una de las películas más populares y comentadas del año, ha llegado el momento de adentrarnos en otras consideraciones, una vez que buena parte de los espectadores cubanos, e incluso de los críticos, han formulado sus criterios.
La historia humana sería una cosa demasiado estúpida sin el espíritu que los impotentes han introducido en ella [...], nos dice Nietzsche desde su controversial filosofía.
«Sin exagerar el peligro», Raúl Castro advirtió sobre la posibilidad cierta de una agresión militar contra Cuba y pidió a la comunidad internacional que exija a Washington el destape de un «anexo secreto» que complementa el plan de George W. Bush para la «transición a la democracia» en la isla. Según Raúl Castro, no revelan el contenido de ese anexo «porque es ilegal». Fiel a su costumbre de «no comparecer con frecuencia en público, salvo en los momentos en que se requiera», el dirigente que debió asumir transitoriamente la conducción del estado cubano reveló al diario Gramma que en la madrugada del 1ro. de agosto, «dando cumplimiento a los planes aprobados y firmados desde el 13 de enero del 2005 por el compañero Fidel y después de hacer las consultas establecidas, decidí elevar de manera sustancial nuestra capacidad y disposición combativas, mediante el cumplimiento de las medidas previstas, entre ellas la movilización de varias decenas de miles de reservistas y milicianos». «No podíamos —subrayó Raúl— descartar el peligro de que alguien se volviera loco, o más loco todavía, dentro del gobierno norteamericano». El hombre que ha conducido durante décadas las Fuerzas Armadas Revolucionarias piensa que el plan intervencionista que Washington denomina «transición» no puede llevarse a cabo sin agresión militar.
En tiempos de la guerra fría decir «¡Vienen los rusos!», equivalía para los norteamericanos a un «¡Ahí viene el coco!». Hoy la cortina de hierro es chatarra, pero los fantasmas siguen asustando a millones por ahí.
Se simplifican los costos de la guerra en Iraq. ¡Cuidado!, no se trata de que disminuya el presupuesto así malgastado, sino que el National Priorities Project (NPP-Proyecto de Prioridades Nacionales) llevó su cálculo de cuánto el conflicto bélico está afectando el bolsillo de los estadounidenses hasta lo que aporta cada persona y llegó a esta cifra: 1 075 dólares.
Con la llegada del tercer milenio y los planes que para la centuria XXI hizo la administración de George W. Bush, hay quienes se han buscado el ambiguo oficio de celestinas del imperio, y disfrutan haciendo el papel de alcahuetes, por eso acaba de saltar a la palestra el ex presidente polaco Alexander Kwasniewski, con una propuesta para Cuba.
Una pregunta, oída al azar, me abastece este viernes del pretexto suficiente para escribir. ¿Quién es el más educado? Es decir, nos demandan definir a aquel que posee, en grado supremo, sin pariguales, mayor educación: el que sabe esto o lo otro; el que hace esto o aquello.
Puede también que el escepticismo provocado entonces por el título, sea mayor. Veinte años después y con el sedimento de tan larga retrospectiva, es fácil comprobar que más que desmovilizar a la contra y detener la masacre contra el pueblo nicaragüense, el de Guatemala y El Salvador, el proceso de paz de Esquipulas II —del que Arias se presentó como artífice— buscaba detener la ebullición revolucionaria del istmo, calorizada en aquellos tiempos por la existencia de la Revolución nicaragüense. Centroamérica era «un foco de conflicto».
OH, vida, si pudiera… escribir como cantaba el Benny. Entonces esta crónica fluiría en un permanente estado de gracia, vibrando como su voz en todos los registros de la cubanía: de la emoción más íntima al son más promiscuo.
Alemania sigue con expectación las pesquisas acerca de los frustrados atentados con bomba que se producirían en dos trenes de esa bella urbe a las orillas del Rhin. Afortunadamente, no ocurrió una matanza porque los artefactos explosivos tenían defectos de fabricación.