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Una infancia sentenciada a muerte

Es evidente que el régimen del apartheid colonial implantado en Palestina por la ocupación militar sionista tiene decidido asesinar al mayor número posible de niños, como uno de los pilares de la limpieza étnica

Autor:

Leonel Nodal

La guerra de tierra arrasada emprendida contra toda la población de Gaza, a partir del 7 de octubre pasado, en venganza por el sorpresivo ataque armado ejecutado ese día por los combatientes palestinos encerrados tras los muros del mayor y mejor vigilado campo de concentración a cielo abierto del mundo, puso en la mira de los bombardeos masivos por aire, mar y tierra a los refugios de mujeres y niños en grandes centros de población civil.

Más de 16 500 niños han sido asesinados durante los diez meses de genocidio en Gaza de un total de 40 000 víctimas fatales, entre los que también se cuenta un alto número de mujeres embarazadas y madres.

El drama de la infancia se agiganta en la enorme proporción de niños entre los más de 90 000 heridos y lesionados, que en el caso de los bebés y menores de edad se torna más cruel, ya que la cura y los tratamientos resultan más difíciles, costosos y lentos. Y lo más lamentable: no son pocos los que quedan huérfanos, o pierden la totalidad de familiares adultos. O peor y más lacerante: las niñas y niños que sufren amputaciones severas y luego de una larga y penosa recuperación son asesinados en nuevos bombardeos a hospitales, escuelas convertidas en refugios, incluso en las que son declaradas «zonas de seguridad humanitaria».

Las cifras apenas reflejan la magnitud de la masacre. Ni siquiera son efectivas las vívidas imágenes tomadas en el transcurso de los ataques aéreos, que reducen a escombros cualquier edificio que sirva de refugio, esas que inundan las pantallas de televisores en millones de hogares del mundo. Los gritos de dolor, el llanto, el desconsuelo de los familiares cargando en brazos a sus bebés inermes, a los niños ensangrentados o mutilados.

Uno de los episodios más lacerantes de esta matanza indiscriminada de bebés ocurrió el martes último, en Deir al-Balah, en el centro de Gaza.

Muhammad Abu al-Qumsan se dirigía a registrar el nacimiento de sus gemelos recién nacidos, cuando un proyectil de artillería israelí los mató a ambos, así como a su esposa y su suegra, reportó el diario Middle East Eye.

«Cinco minutos después de recibir el certificado de nacimiento, estaba recibiendo sus certificados de defunción», dijo Qumsan, de 33 años.

Los gemelos tenían solo tres días cuando fueron asesinados. La familia Qumsan había sido desplazada tres veces desde que comenzó la guerra de Israel en Gaza el 7 de octubre.

«Los bebés, un varón y una niña, se quemaron. Uno de ellos… no estaba claro si era un niño».

En cuanto a su otro gemelo, dijo, «lo único que quedó fueron los huesos». No pudo identificar cuál era Aser y cuál Aseel.

Al menos 115 bebés recién nacidos han muerto en los últimos diez meses por los bombardeos israelíes, según el Ministerio de Salud palestino.

Hay muchos otros síntomas y señales del horror que no se pueden percibir, a menos que uno sea testigo presencial y logre estar allí en el momento que sigue a un bombardeo, cuando los llantos se suman a los hedores de la guerra.

Esa atmósfera la viví durante los bombardeos a Beirut, en el verano de 1982, y todavía cuando leo los reportes actuales de Gaza me parece sentir los olores de formol, alcohol y medicinas mezclados con la fetidez de la sangre que cubre los pisos en los hospitales, o en las calles cubiertas de escombros, de donde brota el efluvio de cuerpos sepultados en descomposición, de aguas albañales de barrios enteros. Así relatan hoy la atmósfera que se respira en Gaza reporteros, socorristas o funcionarios que acceden a los sitios atacados con total impunidad por las fuerzas armadas de Israel.

Serían necesarios otros medios de comunicación multisensibles, capaces de emitir los estímulos necesarios para que los espectadores sientan lo que escuchan y ven sus ojos. La mirada se acostumbra a los horrores. Las imágenes y comentarios mejor documentados pierden efectividad.

Es lo que uno siente al leer y reproducir un reciente reporte del portavoz del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) Salim Oweis, al contemplar los horrores infligidos a los niños en Gaza. La guerra, dijo, está privándolos del sueño, la seguridad y cualquier posibilidad de una infancia normal debido al grave impacto mental y emocional.

Aunque se han contabilizado decenas de miles de víctimas del genocidio en Gaza, resulta inconmesurable su costo humano y material. Foto: Le Matin

En una conferencia de prensa en el Palacio de las Naciones en Ginebra, dijo que lo «sorprendió la profundidad del sufrimiento, la destrucción y el desplazamiento generalizado en Gaza. Las imágenes de la televisión ofrecen una importante visión del infierno en vida que la gente está soportando el 7 octubre. «Lo que no muestra del todo es cómo detrás de los edificios derrumbados, barrios enteros, medios de vida y sueños han sido arrasados».

Después de las visitas a Deir al-Balah, Khan Yunis y el norte de Gaza, enfatizó en que no hay ningún lugar seguro en Gaza y que todo, desde comida, agua, combustible, medicinas y las demás necesidades, escasean, lo que afecta especialmente a las familias y los niños.

Oweis también habló de la grave falta de suministros de higiene que conduce a graves enfermedades de la piel. Los niños sufren enfermedades como sarna, varicela y erupciones cutáneas.

El funcionario subrayó que cualquier niño con una enfermedad en Gaza «ha sido sentenciado a una muerte lenta porque no puede recibir el tratamiento que necesita y es poco probable que sobreviva lo suficiente para salir. Su única esperanza de supervivencia, enfatizó, es un alto el fuego».

El otro frente de exterminio de la niñez y la juventud abierto por Israel son los centros de enseñanza. Ya es previsible que alrededor de 650 000 escolares palestinos de Gaza no tendrán dónde estudiar este año. Casi el 85 por ciento de los edificios escolares en Gaza han sido dañados. Según datos recopilados por Unicef, hasta el 6 de julio, 564 escuelas en la Franja de Gaza han sido golpeadas directamente o dañadas por ataques israelíes.

Israel atacó repetidamente escuelas, hospitales y universidades de Gaza con el pretexto de que se utilizan con fines militares, sin proporcionar ninguna prueba.

El aumento del número de ataques a los refugios escolares se produce en medio de los llamamientos mundiales a un alto el fuego, pero es evidente que al Gobierno israelí solo le interesa vaciar la mayor extensión posible de territorio palestino.

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