El deseo de frenar al progresismo cuaja a veces en «frentes comunes» coyunturales totalmente inéditos en Latinoamérica. Cierto que la ductilidad hace que, a veces, algunas de esas fuerzas dejen jirones de su identidad con tal de conseguir coaliciones que detengan a la izquierda. Pero debe reconocerse que tienen capacidad para metamorfosearse y —pérdida de valores aparte, porque acceder a ello es una derrota total—, quizá valga la pena reparar en ese, su nuevo arte.
El fango todavía es una huella visible en el norte del extremo oriental de Cuba. Ha dejado la marca indeleble e inequívoca de hasta donde copó la furia del desastre, las aguas endemoniadas y el dolor en los rostros humildes, dentro de esas casas que se sostienen entre montañas.
Ha muerto el Doctor Juan Virgilio López Palacio, y pareciera como si una parte de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas (UCLV) se fugara con él a la eternidad. ¿Cómo contar ahora la historia de esta institución sin el aliento, la palabra exacta y el inmenso caudal pedagógico de uno de sus más ilustres maestros?
En medio de tantos infortunios y carencias que sufre Cuba en los momentos más duros de la Revolución, un huracán efímero y engañoso inundó y desmanteló con sus fieras aguas el extremo oriental de la Isla, confabulado con el gran apagón del sistema eléctrico nacional en crisis.
Desde el viernes a las once de la mañana, cuando Cuba experimentó la desconexión total del Sistema Electroenergético Nacional, muchos empezamos a pensar en megawatts, generación distribuida, termoeléctricas, paneles fotovoltaicos y, por supuesto, en el retorno de la «luz» a la vida cotidiana de los cubanos.
«Se cargan. Celulares. Lámparas. Tablet. Radio. Laptop… Se brinda un pedacito de luz». Y más que los trazos dispersos en un cartel colgado de una ventana, cada palabra brota como un bendito oasis en medio de las muchas angustias que estruja a todo el país por estos días.
Su nombre, así como suena en español: Sinuar, o como le decían los más allegados: Abu Ibrahim, ya era una leyenda del pueblo palestino cuando cayó combatiendo el viernes 16 de octubre, entre los escombros de Tal al Sultán, en Rafah, en el extremo sur de Gaza, en desigual combate contra una tropa de asalto israelí, apoyada por fuego aéreo.
Serenidad a cada paso, horas de desvelos a la intemperie, gente trabajando hasta el cansancio para que, poco a poco, vaya haciéndose la luz en esta Isla digna y desafiante cuando la adversidad se empeña en revelarnos toda su crudeza. Eso es Cuba hoy, un pedazo de tierra en el Caribe que prefiere hacer y superar las tempestades, antes que hundirse en el mar, como diría el trovador.
Caminando como puede, con los hijos que han decidido echar su suerte con ella, Cuba lo menos que necesita ahora son extremistas, de uno y otro lado, que consuman el tiempo enfrentándose y disputándose legitimidades que poco aportan en esta hora crucial.
No me refiero aquí al célebre filme de 1991 dirigido por Jonathan Demme y protagonizado por Jodie Foster y Anthony Hopkins. Me refiero a todos los que, dotados de conciencia crítica, no sabemos cómo actuar ante el vertiginoso ascenso de la política de derecha, el agravamiento de la destrucción ambiental (incendios en todo Brasil y desertificación en la Amazonia y el Cerrado), el genocidio d...