Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Días para una nueva era

Autor:

Lisandra Gómez Guerra

Cuba toda se prepara para inscribir en su historia días diferentes. Hasta en sus más recónditos rincones se hablará en forma franca y fuerte, a partir del próximo lunes 13 de agosto, al desmenuzar cada letra del nuevo proyecto de Constitución.

Y es que resulta vital realizar aportaciones concretas y razonables a la Carta Magna de la República de Cuba, como verdadera base de una nación democrática que piensa siempre en los intereses, necesidades e inconformidades de su población.

De esa forma nadie podrá decir que el debate quedó solo en los salones del Palacio de las Convenciones, donde tuvo lugar el primer período de sesiones de la 9na. Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Hoy estamos abocados al repensamiento y la discusión de ese cuerpo programático, desde la altura analítica y el alcance que podamos darle múltiples voces a lo largo y ancho de toda la Isla, con el fin de generar un diálogo activo y comprometido con nuestras esencias, adaptado a los nuevos tiempos.

Para lograrlo deberá ser necesaria una exhaustiva preparación de quienes conduzcan los debates por los diferentes lugares: barrios, comunidades, centros laborales…, porque las dudas, incomprensiones y malas interpretaciones solo se destierran con argumentos objetivos, sólidos y de peso.

Será esencial, entonces, volver una y otra vez sobre cada una de las ideas que se han expuesto, o se desea modificar, hasta que sea analizada y comprendida por todos, como parte de un proceso que hasta el venidero 15 de noviembre copará muchos espacios del país.

Es importante que a la hora de la discusión, en el momento del intercambio de criterios, no seamos objetos decorativos y nos mantengamos al margen de lo que se examine. Urge una participación real, que involucre y movilice, que seduzca y comprometa desde la base, desde el barrio, desde la escuela, desde el lugar de donde somos.

Discernir sobre lo expuesto no será pecado. Ya lo demostró el reciente período ordinario de sesiones de la Asamblea Nacional. La argumentación oportuna,   aunque no coincida con el resto de los criterios, ha de ser el espíritu que acompañe a cada una de las consultas. La multiplicidad de conceptos y opiniones requiere crecerse ahora, en pos de solidificar la Carta Magna de la República de Cuba.

La nueva Constitución sedimentará el camino de un país en un contexto internacional convulso. Se erigirá como la base, junto a otros documentos que posteriormente también deberán ser cambiados, de una nación cuyo proyecto social apuesta por seguir dignificando al hombre, con todos y para el bien de todos, como dijera el Apóstol. 

Nuestra Cuba de hoy, compleja y diversa en todos sus confines, amerita una introspección colectiva que la proteja y depure, frente a nuestras propias torceduras y cuestiones por corregir, frente a todos los peligros externos, en un mundo que no es el mismo de hace tres décadas. Cuba hablará consigo misma, en voz alta, a partir del próximo lunes, y serán esos días para ponerle el corazón y empezar camino a una nueva era —al decir del poeta-trovador—, cada vez más inclusiva, más abierta, más plural.

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