Para nadie es un secreto que la principal misión de las agencias de inteligencia y de contrainteligencia de cualquier país es, precisamente, recopilar inteligencia, buscar datos, comprobar hechos, encontrar pistas, descubrir conspiraciones, prevenir acciones, entrelazar informaciones, defender a sus países, etc.
Estas son el pan nuestro de cada día de dichas organizaciones. Para hacer esas y otras averiguaciones, estas agencias a veces tienen que recurrir a métodos, muchas veces reprobables. Es verdad que hay ocasiones en que no pueden cumplir con su trabajo si no los utilizan. Si el capturado no quiere hablar o confesar por las buenas, en algunas situaciones a los agentes no les queda más remedio que tratar de buscar esas informaciones por las malas.
Muchos países, normalmente, lo que buscan es información que puede ayudar al país a sentirse más seguro, evitando actos que vayan directa o indirectamente en contra de la seguridad del Estado.
En realidad, en la mayor parte de los países a las agencias de inteligencia y contrainteligencia solo les importan informaciones locales, no así a las de las grandes potencias. Inglaterra es veterana en este terreno con sus famosos MI5 y MI6 que son conocidos por sus servicios de espionaje, pero estos se quedan pequeños si se comparan con la Agencia de Central de Inteligencia, la reconocida CIA de Estados Unidos.
La CIA está regada por el mundo entero. Sus famosas estaciones operan en cuanto país existe en este mundo. Son miles y miles de agentes, informantes y colaboradores diseminados por el globo terráqueo, buscando hasta la más mínima información. Es verdad que Estados Unidos es la primera potencia mundial y también es verdad que tiene enemigos en todos los rincones del planeta, y por lo tanto suele afirmar que necesita de esa red tan inmensa de inteligencia.
No sería reprobable la existencia de una agencia de tal magnitud, si su labor fuera exclusivamente buscar informaciones que puedan perjudicar a su país. El problema es que la CIA, desde su fundación, nunca ha limitado su trabajo a esa búsqueda. Sus funciones han ido de un extremo al otro, derrocando Gobiernos, preparando invasiones, torturando a prisioneros, creando cárceles secretas, conspirando contra Gobiernos que no son de su agrado, planeando asesinatos a líderes políticos, corrompiendo instituciones, saboteando industrias, envenenando cosechas agrícolas, etc.
La Agencia Central de Inteligencia no surgió como tal de la noche a la mañana. Pasaron varios años en los que otras entidades recopilaban inteligencia, hasta que en 1947 el presidente Harry Truman decidió centralizar todas esas otras agencias y formalmente dar nacimiento a la misma.
La CIA es solamente una más de las diferentes agencias de inteligencia que existen en este país. Son numerosas las que componen la comunidad de inteligencia que es como le llaman. La CIA es por supuesto la más famosa, la más conocida. Por su dirección han pasado numerosos políticos reconocidos en este país. George H. Bush, el expresidente, la dirigió años atrás.
Pues bien, para dirigirla en estos momentos, el trompo loco de Donald Trump ha buscado a un personaje siniestro que nada ha tenido que ver con la política, pero sí con la CIA, en la cual ingresó en 1985. Su nombre es Gina Haspel, apellido que adoptó de su exmarido, ya que su nombre de nacimiento es Gina Cheri Walker.
Esta mujer de 62 años de edad tiene un currículo impecable dentro de la CIA. Ha ocupado numerosos puestos dentro de la Agencia en los más de 30 años que lleva en la misma. Pero el más destacado y por el cual más se le recuerda fue como jefa de la Estación de la CIA en Tailandia. Desde ese puesto, esta mujer fue responsable de innumerables actos de tortura dentro de una cárcel secreta que tenía la CIA en aquel país que se conocía por el pintoresco nombre de Ojo de Gato, en donde se ha dicho que los mudos hablaban y los sordos oían. La más famosa tortura del lugar era la de verter agua en la cara de los prisioneros, hasta hacerlos sentir que se ahogan. Acusan a la sra. Haspel de ser una entusiasta de este método de tortura.
Existe una información acerca de que ella dio la orden de que fueran destruidos los videos que se realizaron durante las torturas a los prisioneros por miedo al escrutinio de la prensa y de ciertos congresistas.
No se sabe si el Congreso ratificará el nombramiento como directora de la CIA de este ejemplar de mujer siniestra, calculadora y fría; pero el solo hecho de haber sido nombrada ya dice mucho más de por dónde siguen viniendo los tiros que el Presidente sigue disparando desde la Casa Blanca.
John Bolton, asesor de Seguridad Nacional; Mike Pompeo, secretario de Estado; Gina Haspel, directora de la CIA, y Donald Trump, presidente... Tremendo cuarteto se ha formado. Hay que decir que Dios los cría y el Diablo los junta.