El relajo formado por los anticubanos en Estados Unidos no tiene fin. No salen de un escándalo para entrar en otro. Cuando no son investigados por tráfico de influencias y prostitución infantil, son acusados de fraude al servicio de salud o de conspiración para cometer delitos financieros, estafas o falsificación de documentos. Es un verdadero carnaval de delitos que se entretejen los unos con los otros.
El Gobierno cubano ha bautizado a estos elementos ultraderechistas de Miami como mafiosos y no es para menos, ya que lo que estos han formado en este país es una verdadera mafia organizada, con todo lo que de ella se deriva. Actúan en manadas como los lobos, se reparten botines y hasta llegan a bautizar calles con sus nombres.
Incluso, se hacen homenajes entre ellos mismos y hasta se entregan las llaves de las ciudades como reconocimientos de sus «méritos». Claro, en algunas ocasiones sus escándalos son tan grandes, que se ven obligados a rebautizar las calles y recoger una que otra llave otorgada.
La calle de la esquina de mi casa se llamaba Ave. José Canseco en honor a un pelotero de origen cubano nacido cerca de la misma, y después del escándalo en el que se vio envuelto, ahora tiene otro nombre. A un «patriota» que tenía una agencia de vender automóviles, el FBI, antes de arrestarlo, le pidió que le devolviera la llave de la ciudad de Miami que le habían entregado hacía poco.
Las razones de las prematuras renuncias del senador Mel Martínez y del representante federal Lincoln Díaz-Balart siguen envueltas en un misterio. No hay nadie que se trague las explicaciones que ambos dieron para retirarse, siendo aún tan jóvenes.
Todavía no se ha terminado la investigación que están llevando a cabo las autoridades federales al senador Bob Menéndez, ni tampoco la del ex representante David Rivera, cuando dos alguaciles de Estados Unidos han llevado a la Corte Federal, esposado, al ex alcalde de la ciudad de Hialeah, junto a su esposa, acusados ambos de conspiración para cometer un delito, fraude en su declaración de impuestos, usura y falsificación de documentos. ¿Qué les parece un verdadero «patriota» cubanoamericano como Julio Robaina, que se ha declarado en innumerables ocasiones un «combatiente vertical contra el comunismo», admirador y amigo del terrorista Luis Posada Carriles, llevado a la Corte esposado como lo que verdaderamente es, un simple estafador y corrupto?
Lo del senador Menéndez aún no se sabe adónde va a llegar, ya que todavía no le han formulado ningún cargo y puede ser que antes de que eso ocurra le echen tierra al asunto y el hombre siga en Washington posando como un verdadero «centinela de la Libertad», hablando de democracia y de derechos humanos y tratando de hacerle el mayor daño posible al pueblo de sus antepasados. El Bob —que aunque parece bobo hablando español es tremenda perla hablando inglés— sabe muy bien cómo nadar en las aguas turbias del Congreso norteamericano sin mojarse siquiera la ropa.
El caso del ex alcalde Julio Robaina es muy distinto. Hay que recordar que el cargo de fraude en la declaración de impuestos es tan grave, que fue lo que llevó a la cárcel al famoso gánster Al Capone en la década del 30. En este país es muy peligroso jugar con los impuestos y el alcalde no solamente jugó con los mismos sino que, según el encausamiento del Jurado Federal, le dio la mala al Gobierno con centenares de miles de dólares sin declarar al departamento de rentas internas del país.
Para darse cuenta de lo bandido que es este personaje de la política local, sepan que tenía un banco garrotero particular a través del cual prestaba miles y miles de dólares con un interés de un ¡pequeñísimo 36 por ciento!, dinero que se embolsillaba sin declararlo como ganancia. Prestar dinero con esa tasa de interés es totalmente ilegal en Estados Unidos.
Al hacer fraudulentas declaraciones de impuestos, Robaina implicaba también a su esposa, por lo tanto ella también fue encausada y detenida. Para estar en la calle, libres bajo fianza hasta el día del juicio, han tenido que pagar él 250 000 dólares y ella 100 000.
Julio Robaina tiene cara de bonachón, cuerpo de mastodonte y cerebro de delincuente. Estuvo en Hialeah bajo la sombra de Raúl Martínez, quien lo protegió y lo llevó de brazos a la alcaldía. Sin el apoyo de Martínez, Robaina se hubiese quedado como un concejal más del municipio. Cuando Raúl Martínez aspiró para al congreso federal contra Lincoln Díaz- Balart, Robaina no apoyó a su antiguo protector, sino que lo traicionó.
Julio Robaina es el protagonista del último de los escándalos de estos personajes de la fauna anticubana de Miami… Bueno, el último por ahora.
*Periodista cubano radicado en Miami