Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Buenaventura Pascual Ferrer

Entre los escritores agrupados en la antología de cuentos Costumbristas Cubanos del Siglo XIX encontré con mucho agrado un nombre conocido, fundador del periódico satírico y socio cultural El regañón, cuyo cabezal inspiró el nombre de esta sección, tal como expliqué en nuestro primer número

 

Autor:

JAPE

Recorriendo las diferentes instalaciones del complejo Morro-Cabaña en la pasada Feria Internacional del Libro de La Habana, junto al colega José León, encontramos, en una carpa que contenía buenos libros y muy buenos precios, los dos tomos de una selección de cuentos realizada por Salvador Bueno titulada Costumbristas Cubanos del Siglo XIX. Mi amigo inmediatamente me recomendó dichos volúmenes considerando que me serían muy útiles para esta sección, la cual siempre lee y me comenta al respecto.

León llevaba razón en su señalamiento pues, luego de repasar el contenido de ambos tomos, llego a la conclusión de que esta selección de textos es una joya que además contiene el prólogo de su autor donde hace un detallado recorrido por muchos de aquellos autores que, desde el periodismo, la literatura y, sobre todo, desde el costumbrismo y el buen humor, se convierten en inigualables cronistas de una época lejana en el tiempo, pero muy cercana en el modo en que el cubano sigue llevando su vida socio-cultural y construyendo su identidad.

Entre los escritores agrupados en esta antología encontré con mucho agrado un nombre conocido, fundador del periódico satírico y socio cultural El regañón, cuyo cabezal inspiró el nombre de esta sección, tal como expliqué en nuestro primer número.

Buenaventura Pascual Ferrer fue crítico y periodista, reconocido entre las letras precursoras del articulismo de costumbres en Cuba. Nació en La Habana el 14 de marzo de 1772. Estudió filosofía y latín con Tomás Romay y se graduó de Bachiller en Leyes.

Según sitios especializados en internet, Pascual Ferrer se trasladó a España en 1794 y allí  escribió su Carta de un habanero (1797) para aclarar los errores sobre Cuba en que había incurrido D. Pedro Estala en El viajero universal. El tomo 20mo. de dicha obra, que Ferrer tituló Viaje a la isla de Cuba (1798) es considerado el primer libro de viajes publicado por un cubano. Cuando regresa a su patria colaboró en el Papel Periódico de La Habana e ingresó en la Sociedad Patriótica. 

También en estas páginas digitales aseguran que «para los estudiosos, entre los que se destaca Cintio Vitier, Buenaventura Pascual fue fundador de la crítica biliosa en Cuba. Sin embargo, frente al dogmatismo moralizante y normativo de la primera crítica teatral que apareció en el Papel Periódico de La Habana acerca de El príncipe jardinero y fingido Cloridano, de Santiago Pita, se alza su voz con una crítica positiva, en numerosos comentarios suyos, que consiguen una perspectiva orientadora sobre la importancia de la pieza. Ello, empero, no puede ocultar su cultivo de un ejercicio del criterio caprichosamente personal y negativista, injurioso, que tuvo como víctima notable a Manuel de Zequeira, considerado el más grande escritor cubano de este período.

«Su crítica de costumbres resultó también inquisitorial, sin que ello demerite su importancia como precursor del notable costumbrismo cubano. Es indudable su talento y agudeza, pero se erigió en especie de policía de las letras y de las costumbres, tal y como apuntó Salvador Bueno».

En texto de despedida del público, en 1802, Pascual Ferrer declaró que «empezó a repartir garrotazos a derecha e izquierda contra los escritores ridículos, desenvainó la espada contra los abusos y malas costumbres».

Además de su trabajo en la Isla, en 1805, viajó a Cartagena de Indias como ministro contador. Allí fundó la Sociedad Económica de Cartagena, introdujo la imprenta, y creó y dirigió la Gaceta Real de Cartagena de Indias en 1816. En 1821 regresa a La Habana. En 1826 redacta la primera Balanza general de comercio. En unión de su hijo, fundó El Nuevo Regañón de La Habana en 1830.

Entre sus obras se encuentran Sainete nuevo, representado en La Habana en 1790, y otras piezas teatrales como El cortejo subteniente, el marido más paciente, la dama impertinente, y traducciones del latín, francés e italiano. Incursionó en la poesía, pero con muy poca relevancia. Como parte del intenso movimiento de prosa histórica que animó su época, redactó una muy curiosa Historia de la Isla de Cuba y en especial de La Habana, en 1813. Muere en la capital cubana el 22 de junio de 1851 a los 79 años de edad.

Sobre embustes

Mil rumores inciertos corren de boca en boca mezclados con la verdad:

con esto la mentira se divulga: y cada cual que cuenta algún pasaje le añade de su casa algo nuevo.

 

 

Señor público,

Como me he propuesto hablar de ciertos vicios que reinan en la sociedad humana, voy a tratar en este discurso de uno de los más extendidos que es la inmensa multitud que hay de embustes. Si se observa con cuidado el trato de las gentes, se hallará que es muy pequeño el número de hombres constantemente veraces en todas las materias. No comprendo aquí a aquellos embusteros de profesión, en quienes la costumbre llegó a ser naturaleza, que mienten sin fin, ni causa, ni motivo y únicamente por mentir; hablo de aquellos en quienes algún interés se opone a su sinceridad. Por ej. ¿Cuántos sujetos hay encargados de negocios ajenos que refieren pasos que no han dado, diligencias que no han practicado y regalos que no han hecho? ¿Cuántos vestidos, zapatos y otros muebles no fingen los artesanos que se les ha dado a hacer para disculparse de no haber concluido los que tienen entre manos? ¿Cuántas pérdidas no sufren los mercaderes en cuanto venden? ¿Qué de cosas no hacen y qué de estorbos no tienen que vencer toda suerte de valedores por sujetos de quienes no se acuerdan sino cuando los ven? ¿Cuántos vicios y cuantos defectos no tienen los de una misma carrera en boca de sus mismos compañeros?

Con todo, seríamos felices si el interés fuese solamente el poderoso para hacer embusteros a la mayor parte de los hombres, pero hay otras causas a cada una de las cuales son muy pocos los que resisten. ¿Quién había de pensar que este deseo de adquirirse la estimación de los demás qué tan útil podía ser al género humano, si empleásemos los medios verdaderos para conseguirla, fuese al contrario el origen de una multitud de embustes los más perjudiciales de todos? Sin embargo ello es así.

Para procurarse esta estimación y distinguirnos de los demás nos parece medio más fácil deprimir el mérito ajeno que hacer esfuerzos para aumentar el nuestro con el cultivo mayor de nuestros talentos y con el más exacto cumplimiento de nuestras obligaciones; y de aquí nace el gran número de calumnias y falsos testimonios con que nos despedazamos unos a otros.

Buenaventura Pascual Ferrer

Periódico El regañón de La Habana

Martes 14 de noviembre de 1800

 

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.