Este año celebramos el 170 aniversario del natalicio del ilustre antillano Eugenio María de Hostos, batallador incansable a favor de la independencia de Cuba y Puerto Rico, cuyo recorrido vital le valió el título de «Ciudadano de América».
Recomiendo muy especialmente la lectura de un excelente trabajo de Emilio Roig titulado Hostos, apóstol de la libertad de Cuba y Puerto Rico, en el que se precisa que «nació en Puerto Rico, hijo de padres puertorriqueños y nieto de abuela dominicana y abuelo cubano; fue a educarse a España; sirvió en Nueva York a la Junta Revolucionaria: fue periodista en Brasil, Colombia, Perú, Chile y Argentina; se casó en Caracas con una cubana; fue conspirador en Saint Thomas, y murió en la Ciudad Primada de América».
Y, añade Roig de Leuchsenring: «Como Martí, tuvo Hostos por patria la gran patria americana, americana de “Nuestra América”, sin limitaciones de fronteras nacionales: y por Hispanoamérica luchó y de problemas hispanoamericanos de toda índole se preocupó siempre, consagrándoles, en libros, discursos, conferencias y periódicos, múltiples estudios. Cosmopolita se consideraba él, y explicaba: “Cosmopolita es el patriota en toda patria”»*.
En el mencionado estudio se señala cómo la amplia erudición sobre fundamentos pedagógicos y sociológicos le permitió a Hostos movilizar a los pueblos de América en la lucha por la libertad y la civilización, y de promover la moral social. ¿Cómo pudo ser? Porque nació en el Caribe, porque consideró siempre a República Dominicana y a Cuba como el lugar de su propio nacimiento y situó a las Antillas y Nuestra América en su corazón. Señaló ser cosmopolita porque sentía a todos los países como su propia patria. Es preciso estudiar las raíces antillanas de su cultura para comprender el alcance de sus ideas más de un siglo después.
Hostos, al igual que Martí, se pronunció a favor de la más estrecha unión entre los pueblos de las Antillas mayores y de una confederación antillana. No olvidemos que entre los propósitos del Partido Revolucionario Cubano estaba el de ayudar a la independencia de Puerto Rico.
En esta región del mundo germinó un concepto integral de cultura, que se impone como necesidad impostergable para enfrentar los grandes desafíos. Efectivamente, integralidad de la cultura, eslabón fundamental del pensamiento filosófico que necesitamos. Actualizarlo, profundizar y unirnos a toda la humanidad sobre fundamentos de la solidaridad es nuestro deber. Lo podemos confirmar en la obra de Hostos; por estas razones consideró siempre a Martí como un hermano, y el Apóstol también lo tenía como tal, participó de sus ideas y se identificó de corazón con su espíritu de lucha, su amor a la cultura y a la acción.
El ideario de Hostos está, pues, junto al de Martí en el centro de las grandes aspiraciones de nuestros pueblos. El estudio de la personalidad y la vida de Hostos nos puede servir para extraer conclusiones válidas para la búsqueda del pensamiento que necesitan los pueblos de la región y del mundo y para enfrentar los retos de nuestro tiempo y salvar a la especie humana de su destrucción en virtud de la crisis más grande de la historia.
Por tales razones, debemos profundizar en Cuba en el estudio de la vida de Hostos y la riqueza y radicalidad de sus ideas como el mejor homenaje a esta figura esencial para el pueblo puertorriqueño, dominicano y todos los pueblos latinoamericanos y caribeños.
*Emilio Roig de Leuchsenring, Hostos, apóstol de la libertad de Cuba y Puerto Rico, cap. I Su americanismo constructivo, pp. 37 y 38.