Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

De los entresijos y cuentos de «Barbarroja»

Piñeiro, Manuel, Barbarroja, El Gallego, fue un mago de la conspiración para el fomento de las relaciones de la Revolución Cubana, desde una visión inclusiva y unitaria, con las fuerzas políticas y sociales del continente americano, y cuando está a punto de cumplir 90 años, estos relatos sirven al propósito de tenerlo para las nuevas generaciones

Autor:

Juventud Rebelde

Marzo está en su impronta, es sello de vida y puerta a la siempre presencia. Manuel Piñeiro Losada nació en Matanzas el 16 de marzo de 1933 y un trágico accidente le dio siembra eterna a su figura de leyenda el 11 de marzo de 1998, justo cuando se celebraban los 40 años del II Frente Oriental Frank País, el frente guerrillero del que fue uno de los fundadores bajo el mando del Comandante Raúl Castro Ruz. Allí fue jefe de personal e inspección, al que estaban suscritos el Servicio de Inteligencia y la Policía, raíces de su posterior misión revolucionaria, un ejecutante fiel y sabio de las proyecciones internacionalistas de Fidel.

 Piñeiro, Manuel, Barbarroja, El Gallego, fue un mago de la conspiración para el fomento de las relaciones de la Revolución Cubana, desde una visión inclusiva y unitaria, con las fuerzas políticas y sociales del continente americano, y cuando está a punto de cumplir 90 años, estos relatos sirven al propósito de tenerlo para las nuevas generaciones. Casi todos están tomados de Cuentos de Barbarroja, de la autoría de Jorge Timossi, y de artículos publicados en La Tizza de Cuba. En ellos puede verse su criolla figura, sencilla y alegre, y el axioma que prefería, en la que emanaba su inteligencia privilegiada: «Vista larga, paso corto, mucho olfato y no quemar la fuente».

Un esclarecimiento honesto

Fidel Castro Ruz

1ro. de junio de 2012

Hace unos días, el 28 de mayo se conmemoró, con merecidas referencias, al violento combate del Uvero. Un deber elemental me obliga a esclarecer los hechos.

Por aquellas semanas, Manuel Piñeiro, Barbarroja, genio y figura hasta la sepultura, como dice la frase, hizo llegar a Santiago de Cuba un camión con armas asociadas al ataque a Palacio por el Directorio Revolucionario, que de alguna forma habían ido a parar a sus manos. Frank País, responsable nacional de acción de nuestro Movimiento 26 de Julio, remitió una parte importante de ese cargamento a la difícil zona de la Sierra Maestra, donde nuestro naciente Ejército Rebelde brotaba de entre las cenizas.

El Comandante Manuel Piñerio presenció los acontecimientos históricos de su época de mayor trascendencia. Foto: Museo de la Memoria

Aquel aprendizaje había sido sumamente duro. Paso a paso íbamos librando las primeras acciones victoriosas en las que incrementábamos nuestras fuerzas en armas y hombres, sin baja alguna. […]. A pesar de los obstáculos, y con el apoyo de hombres y medios que nos enviaba Frank, fuimos creando el primer destacamento guerrillero: con vanguardia, bajo el mando de Camilo; retaguardia con Efigenio Ameijeiras; centro con pequeños pelotones; y la comandancia general. Había ya un curtido grupo de combatientes con valiosa adaptación al territorio, cuando, en bidones de espesa grasa, llegó un buen lote de las armas rescatadas por Barbarroja […].

En misa y en procesión

Fernando Ravelo Renedo, Fermín *

 […] Después de 1959 la lucha de clases se agudizó… y la política agresiva del Gobierno norteamericano creció a niveles astronómicos y la Revolución tuvo que responder. Fueron años de trabajo hasta las cuatro y cinco de la madrugada. Contactos, relaciones con dirigentes, partidos y fuerzas patrióticas de todo signo, los grupos que venían a entrenarse, las salidas con pasaporte falso e itinerarios ficticios. Era una época en la cual visitar a nuestro país constituía un grave delito…

Jamás vi desfallecer a Piñeiro. En momentos difíciles, de descenso de la lucha popular y revolucionaria dirigía el trabajo con el mismo entusiasmo y perseverancia que en los momentos de auge.

Los perseguidos por la dictadura de Catello Branco o por el pinochetismo, somocismo o trujillismo, entre otros regímenes, siempre encontraron el aliento y de nuestra Revolución a través de Barbarroja.

Las fuerzas democráticas, el movimiento de los militares patriotas, la socialdemocracia en América Latina y el Caribe, tuvieron en él un interlocutor inteligente que eliminó confusiones y aunó voluntades.

La necesidad del trabajo secreto exigió de Piñeiro un esfuerzo extraordinario, las consultas oportunas sin despachos formales, y evitar un paso precipitado que pudiera transformarse en una respuesta desproporcionada. El artífice de toda la estrategia era «Doce» con un pequeño equipo aparentemente inorgánico, en determinados momentos sin un lugar preciso de trabajo. Incluso se comenzó a llamar a ese grupo de trabajo «la gente de Piñeiro».

La compartimentación, lo inatrapable de la organización, el aura de misterio, y su estilo personal de tratar cada asunto directamente y hasta altas horas de la madrugada, hicieron la leyenda, el mito Barbarroja, y alimentaron los comentarios sobre «las cosas de Piñeiro». El enemigo puso el resto.

Los que despachábamos con él al amanecer en ocasiones escuchábamos un leve ronquido en medio de la conversación. Sabíamos que necesitaba cinco o diez minutos de sueño para recuperarse sentado en su gastado sillón reclinable. Abría los ojos y seguía conversando como si no hubiera ocurrido interrupción alguna. Era incansable y a veces en broma decía: «estoy en misa y en procesión».

Era de una gran agilidad mental y de una increíble capacidad de comunicación. Despertó una gran admiración en todos los que lo conocieron, y también tuvo adversarios y críticos. Siempre mantuvo confianza gigantesca en el destino de nuestra América y una lealtad a toda prueba al pensamiento y la acción de Fidel Castro […].

Pases de magia

Parecían dos tremendos conspiradores que le habían prometido a medio mundo dejar de fumar. Uno de ellos era Adelaida de Juan, de las más reconocidas críticas de arte del país, y el otro Piñeiro. Ambos conocían sus respectivos compromisos y también que no podían cumplirlos, de lo cual nadie podía darse por enterado. Tenían un pacto secreto, que se materializaba cada vez que se encontraban ocasionalmente, en una recepción, en la presentación de un nuevo libro, en la Casa de las Américas. Adelaida se acercaba a Barbarroja como quien no quiere la cosa, y cuando estaba segura de que ninguno de los presentes iría a darse cuenta, deslizaba un cigarrito en el bolsillo de la guayabera de su amigo. Él, a su vez, en otra ocasión, la saludaba dándole la mano, ceremoniosamente, y en su palma Adelaida recibía otro cigarrito. Siempre fueron pases como de magia, técnicamente perfectos, al estilo de los mejores manuales de espionaje.

Las raíces de la barba

Pocos días después de morir Piñeiro cumpliría 65 años. Pero ya desde hacía tiempo su barba era blanca y los apodos con que se le nombraba iban variando como las estaciones del año. En ocasiones era el Ayatollah, en otros El Viejo, acaso en recuerdo de algún personaje de John Le Carré, y en otras simplemente Manuel. Una noche él se encontraba en la casa de Carmen y Félix Pita Astudillo, de quienes era muy amigo, y adonde iba con frecuencia a saciar su sed de información. Félix era, antes de morir de cáncer del pulmón, un destacado periodista de Granma, y muchas veces su casa se convertía en una parada obligatoria para ir juntos a las famosas madrugadas del periódico. Justamente estaban preparándose para salir cuando a la casa llegó alguien, ya no importa quién, y al saludar le dice:

—A Usted no se le puede llamar Barbarroja, porque veo que su barba está bien blanca.

La respuesta fue inmediata.

—Sí, la barba está blanca. Pero no te equivoques, caballo, que las raíces son bien rojas.

 

*Capitán de la Sierra, fue Vicejefe del Departamento América del Comité Central

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.