Andrés Izarra está en La Habana, ahora como presidente de Telesur, la joven televisora alternativa de América Latina que intenta romper el cerco informativo impuesto por las grandes cadenas mediáticas de los llamados «países centro».
Izarra ha ubicado su cuartel general en el Miramar Trade Center, donde casi mil redactores y gráficos de decenas de países, informan sobre la XIV Cumbre del Movimiento de Países No Alineados, una cita que reúne a dos tercios de los miembros de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Tres o cuatro periodistas cubanos lo abordamos esta mañana, tras «descubrirlo» tomando una taza de café en los portales del confortable edificio del Centro de Negocios de Miramar.
Antes como ministro de Comunicación del gobierno del presidente Hugo Chávez, hoy como presidente de Telesur, es un autorizado hombre de los medios y un buen conocedor de los entresijos de la política, en especial de esa nueva política —complicada, fértil, audaz y hermosa— que protagoniza una revolución naciente como la venezolana.
Andrés Izarra llegó a La Habana portador de las propuestas de Venezuela a la XIV Cumbre del MNOAL y, a nombre de Telesur —dice—, «estamos proponiendo retomar el debate a favor de un nuevo orden comunicacional internacional».
Recordó que este pronunciamiento se abrió paso hace casi tres décadas, en el seno de Naciones Unidas, y fue acogido en la reunión de los No Alineados de Belgrado, en 1989.
«Creemos que hoy tenemos una situación mediática donde hay una mayor concentración de los medios, donde la brecha entre el Norte y el Sur a nivel mediático es mayor, donde se utilizan los medios junto con el aparato económico-militar para desestabilizar e invadir países.
«Hoy más que nunca es urgente trabajar a favor de ese nuevo orden comunicacional internacional, de una comunicación más plural, más democrática, con mayores actores.
«Y Telesur contribuye en ese sentido y da su aporte con esta pequeña iniciativa para, precisamente, desalambrar el latifundio mediático y darles voz a los que no la tienen.
OPINIÓN DE VENEZOLANO COMÚNComo ciudadano común, como un venezolano más, Izarra es del criterio de que la XIV Cumbre del Movimiento de Países No Alineados tiene una significación especial para Venezuela y la Revolución bolivariana.
«En momentos en que Venezuela está aspirando a una silla en el Consejo de Seguridad, esta reunión no solo va a afianzar el compromiso que tenemos con el Movimiento No Alineado dentro de la nueva política exterior bolivariana, revolucionaria, sino que también es una oportunidad para consolidar la línea de hacer, y articular a Venezuela como una posible voz de los No Alineados en el Consejo de Seguridad.
«Como venezolano, que es como estoy hablando, esta reunión nos da una oportunidad de conseguir el apoyo para representar a todos estos países dentro del Consejo de Seguridad.»
VENEZUELA EN LA CUMBRE—El proyecto de declaración final tiene un párrafo que condena la designación por la Casa Blanca de una dirección especial de inteligencia para Cuba y para Venezuela, ¿qué opina?
—Esto explicita lo que ya sabíamos: que hay toda una iniciativa de inteligencia andando. Una vez nombrado John Negroponte al frente del Servicio de Inteligencia, se hacen más radicales, más explícitas, todas las iniciativas que contra Cuba y Venezuela se van a desarrollar desde el Departamento de Estado de EE.UU.
«Sin embargo, como ha sucedido en el caso de Cuba y también en el de Venezuela, esas iniciativas están destinadas a fracasar. Los pueblos cubano y venezolano, tienen un camino andado y es muy difícil que esos procesos se revoquen a estas alturas. Son, a nuestro juicio, irreversibles.
«Ellos (EE.UU.) seguirán con su labor. En el caso cubano, de desestabilización, de bloqueo de todo un pueblo que ha tenido repercusiones tan nefastas y dañinas. En el nuestro, un golpe de estado, un sabotaje petrolero... Las tensiones con esta administración pueden seguir creciendo.»
—El presidente Chávez llamó a formar un partido único, que reúna a todas las fuerzas bolivarianas. ¿Qué repercusión ha tenido esta propuesta?
—Una muy positiva, extremadamente positiva, en momentos en que la unidad es necesario que se imponga. La formación de un partido único es un viejo clamor del pueblo bolivariano para unificar a todas las fuerzas que permitan continuar el avance de la Revolución, de cara al nuevo período de siete años que se abre con las elecciones del próximo diciembre.
—Por cierto, ha arreciado el papel de EE.UU. en sus vínculos con la oposición, en vísperas de esos comicios. ¿Cómo ve a la nación misma para enfrentar las presidenciales de diciembre?
—Muy fortalecida. EE.UU. están en un doble juego; por una parte, están impulsando un candidato vinculado a la IV República y los viejos partidos: Manuel Rosales, un candidato adeco; y por otro lado, siguen jugando la carta de la abstención, de tratar de deslegitimar al gobierno bolivariano por el lado de la abstención, de «demostrar» que no hay respaldo popular de esta forma artificial.
«Pero en ningún caso creo yo que la Revolución boliviariana esté en este momento amenazada, ni creo que haya posibilidades reales de una salida no democrática o fuera del marco institucional a lo que ocurra en Venezuela.»