Maternidad y Literatura son las fuentes de inspiración para esta mamá de estreno, que teje historias entre tomas de leche y cambios de pañales de su bebé
Todavía Yeney de Armas no sabe en cuál de sus libros: Encuentre las doce diferencias, Rapsodia Bohemia, Un mundo allá afuera..., está la escritora a la cual se quisiera parecer. «Creo que en todos. Me gustan los personajes fuertes, las historias minimalistas y los ambientes comunes. No me gusta la grandilocuencia en las letras aunque disfruto mucho a los autores que la desarrollan. Prefiero el minimalismo, las corrientes subterráneas, el decir para que me entiendas y no para enamorarte. Sin embargo, qué sería la vida si no estamos enamorados. Sí, todavía sigo experimentando cuando escribo», confiesa Yeney de Armas, entre tomas de leche y cambios de pañales de su bebé que acaba de cumplir dos meses, y a pesar de que se auxilia de WhatsApp para responder el cuestionario, JR se «muere de vergüenza» por haberse atrevido a molestar a una bella mamá de estreno, aunque la idea haya sido homenajearla este segundo domingo de mayo por ser un día tan especial, y por esa cantidad de premios literarios que la han distinguido en su prometedora carrera.
—¿Cómo se llevan la maternidad y la literatura?
—Estoy en una etapa en la que todavía el tiempo no alcanza para mucho más que no sea atender a la bebé, pero a la vez es una fuente intensa de inspiración. Se me ocurren historias constantemente, que no puedo escribir por falta de tiempo o se me olvidan porque ya los ojos están cerrados por el sueño. A veces se las cuento, aunque no estén completas y ella aún no las entienda.
—A la heroína de Un mundo allá afuera, cuyo proyecto de libro te aseguró la Beca Dador, y el texto mención del Calendario, le cuesta un poco la relación con su madre autoritaria. ¿Qué te inspiró esta historia? ¿Cómo planeas desarrollarte como mamá?
—Este libro comenzó durante mi trabajo con el grupo de teatro que dirigía. Sus integrantes estaban en esa etapa difícil de transición a la adolescencia y se me ocurrían historias donde los reflejaba como los veía: niños rebeldes a cualquier autoridad ya sea justificada o no. Pero el proyecto se extendió en el tiempo y, justo cuando descubrí que iba a ser mamá, es que le encontré un cierre. Creo que de pronto la protagonista se convirtió en cualquier niño que yo imaginara tener; y la madre, en cualquiera que yo deseara o no ser.
—¿Cuándo te descubriste escribiendo? ¿En qué momento pensaste que te lo podías tomar en serio?
—Escribir siempre formó parte de mi vida; uno de mis entretenimientos. Inventar historias, llevar diarios; pero escribir de manera profesional (me refiero a que mis textos perdieran lo personal para ser leídos por todos, incluso fuera del ámbito de los conocidos) nunca lo imaginé. Fue una sorpresa y, la verdad, me encantó.
—¿Qué te llevó a querer pasar el Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso?
—El centro Onelio es un sitio de referencia para todo el que quiere comenzar a escribir. Creo que hoy no conoces a ningún escritor joven que al menos no haya intentado pasar por el taller. Para mí, siempre fue la literatura. Conocía el trabajo del Centro a través del concurso El dinosaurio y la revista El cuentero. Lo que más conservo son los momentos que se crean en clase. La oportunidad de conocer a otros que sienten la misma pasión, ganas, ilusiones, avidez por las letras. Nunca antes había tenido una experiencia así y te confieso que después tampoco. Pienso que nutrirse de herramientas para el proceso de escritura es tan importante como interiorizarlas y olvidarlas; porque si no, no escribes o lo haces como otros veinte o treinta que pasaron el taller junto a ti.
—Debería acostumbrarme a que los escritores pueden trabajar en un universo alejado de las letras, y, no obstante, me sorprende enterarme que eres plantilla de la UEB WEB, Citmatel...
—Citmatel es una empresa diversa que siempre está innovando y esa forma de transformarse, de estar constantemente detrás de lo novedoso, me ha cautivado.
«Tiene una editorial que produce ebooks, audiolibros y otros formatos digitales; se comercializan a través de la tienda en línea Librería Virtual (aquí te dejo la dirección por si quieres visitarla www.superfacil.cu/libreria). Inmiscuirme en ese mundo, que comienza desde el consejo editorial hasta la venta final del libro, me ha permitido ver el proceso de creación literaria desde otro punto de vista y a la vez aportarle mi visión como autora.
«Aunque planteado de esa manera no lo parezca, para mí escribir ficción y textos publicitarios constituyen dos procesos que no se contraponen porque están atravesados por la comunicación. Cuando escribo uno u otro, estoy intentando comunicarme; solo que de formas distintas».
—Todo parece indicar que los concursos literarios te estimulan (Dador, Pinos Nuevos, David, Calendario, César Galeano, La Gaceta de Cuba...). Obtuviste el Calendario en 2016 y fuiste otra vez a por él...
—Los concursos, durante mucho tiempo, se convirtieron en la manera más expedita de publicar en Cuba, la otra opción era una larga cola en un colchón editorial. Este panorama ha cambiado, pero ellos se mantienen como una alternativa para visibilizar tu obra, incluso en este período de pandemia. Dentro de estos certámenes literarios, el Calendario ocupa un lugar destacado, por su promoción, la calidad de sus libros, por eso creo que muchos escritores apuestan por publicar en varios de sus géneros.
—¿Cómo es eso de que fuiste Jefa de Sección de Artes Escénicas en la Asociación Hermanos Saíz (AHS) de La Habana?
—El teatro fue mi formación desde pequeña. Me gradué de esa especialidad en la Escuela de Instructores de Arte (EIA), donde tuve maestros que me ayudaron a entender procesos que van más allá de las posturas. Integré algunos grupos y dirigí durante unos años otro, compuesto por adolescentes. Durante ese tiempo comencé a escribir mis primeras obras y ahí entré a la AHS. Entonces descubrí que la Asociación va más allá de los límites por secciones. Cuando formas parte de ella, eres un joven creador y como tal puedes desarrollarte. Los proyectos van más allá de una especialidad en específico.
—Cuando decides escribir, ¿qué es lo que manda: la historia que quieres contar o el género en el que la vas a desarrollar?
—La historia, los personajes. Los géneros para mí solo son una herramienta para desarrollar lo que quiero decir. Trato de aprovechar las ventajas de cada uno de ellos. En mi narrativa a veces utilizo muchos recursos del teatro o del cine. Me gusta, por ejemplo, la manera en que se crea un personaje en el teatro, cómo lo vas llenando de motivaciones, de ansiedades o esa precisión que utiliza el cine para mostrar los detalles, los ambientes.
—En un año como el 2018 tenías un libro publicado y otro en proceso, lo cual no es poca «suerte» para un joven escritor...
—Que mi primer libro, Rapsodia Bohemia, saliera por la Casa Editora Abril y con tirada nacional, fue un gusto para mí. El proceso de edición lo disfruté mucho y el resultado final también. Sí, me sentí afortunada. Por ejemplo, ver mi libro en lugares que visitaba por primera vez y tan alejados de mi andar diario como Morón, en Ciego de Ávila, resultó maravilloso. Creo que eso es parte de la magia de escribir: ver cómo se vuelve público lo que una vez sentías solo tuyo.
—¿De un título como Rapsodia Bohemia se puede intuir que adoras a Queen y te gusta el rock? ¿Son «musicales» lo relatos que lo integran?
—Sí, me gusta la mezcla que consigue Queen en ese tema. Y siento que el libro va por ahí. Son historias de personajes diversos unidas por esa armonía que propicia la música.
—Reconoces ser una lectora empedernida, ¿qué buscas en los libros que lees?
—Que me hablen, me estremezcan, me enfaden; no sé, que algo pase en mí. Sin leer no podría escribir. En una campaña que desarrollaba el Centro Onelio para promocionar la lectura, les decía que leer era como vivir otras vidas, no porque quieras salir de la tuya o enajenarte, sino porque puedes, de cierta manera, multiplicar el tiempo, la experiencia.
—Los escritores son unos privilegiados porque pueden contarles a desconocidos lo que a veces les alegra, duele o molesta... ¿Cómo te sientes con ese poder?
—No considero que sea un poder, sino más bien una magia. Al principio no se es consciente de ello. El proceso intimista y solitario de la escritura no lo permite. Si pienso que lo que escribo lo leerá alguien entonces creo que no lo escribiría o lo condicionaría, por eso prefiero continuar pensando que lo escribo para mí. Pero la comunicación, como proceso público, es poderoso y se debe tener una responsabilidad para con los demás. Así que es como soñar y tener los pies en la tierra al mismo tiempo; como tomar chocolate amargo.
—Fuera de la narrativa, ¿existe algún otro género que te motive?
—Para escribir, la dramaturgia, por supuesto. Para leer, todos.