Escoge bien el lugar donde guardarás los libros: la luminosidad excesiva daña las carátulas y provoca la sequedad y el amarilleamiento de las páginas, así como la posible pérdida de la intensidad de la tinta. Igualmente los afecta la humedad y el polvo. No comas o bebas mientras estás leyendo: las manchas de grasa son difícilmente reparables, por no hablar de los líquidos o restos de comida que pudieran quedar entre las páginas.