Quienes cuestionaban a nuestro Parlamento porque en 2020 aún no había celebrado la primera de las dos reuniones ordinarias que corresponden anualmente por mandato constitucional, debieron llevarse una gran sorpresa en la semana que termina.
Si bien la COVID-19 impidió que los diputados se congregaran a mediados de año, como de costumbre, la pandemia no frenó el desarrollo de un amplio ejercicio legislativo. El punto culminante fue la realización del 5to. Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, cumpliendo con las medidas sanitarias y a través de videoconferencia, el pasado 28 de octubre.
Previamente, desde cada provincia los parlamentarios estudiaron los cuatro proyectos de leyes previstos en la agenda y realizaron preguntas, aclararon dudas y expresaron sugerencias para perfeccionar cada uno de los textos, aspectos que tuvieron en cuenta los equipos a cargo de su redacción definitiva. A la vez, se abrieron canales de comunicación a través del correo electrónico y la página web de la Asamblea, en la que se publicaron las propuestas jurídicas para que todo aquel que quisiera aportar a su mejoramiento tuviera la posibilidad de hacerlo, una legítima muestra de nuestra democracia socialista.
Este proceso de consulta, validado por más de 50 intervenciones de los diputados y por un centenar de proposiciones, así como por los criterios de la ciudadanía, permitió llegar a la sesión plenaria del día 28 con un sólido consenso, que se expresó a la hora de patentizar la aprobación de manera unánime.
No fue un simple y mecánico acto de mano alzada para emitir un beneplácito formal. En ese proceder responsable se condensaban los enriquecedores debates de cada artículo, la conformación entre todos de los documentos, desde su Fundamentación hasta las Disposiciones finales, como fruto de la savia colectiva.
El hecho de que apenas hubiese intervenciones a la hora de someterlos al análisis en la plenaria de la Asamblea significa que, después de intensas jornadas de trabajo, cada uno de los cuatro proyectos contaba con la calidad suficiente para obtener el respaldo pleno de la sala. Se llegaba así a la unanimidad luego del intercambio de ideas diversas durante varias horas de estudio y discusión, sin que la pantalla de por medio se convirtiera en valladar para el examen enjundioso y la participación efectiva desde todos los territorios del país.
A ello contribuyó el acompañamiento de destacados juristas y profesores universitarios, quienes mostraron un amplio dominio de la técnica legislativa y conocimiento exhaustivo de los temas a debate; saberes que también compartieron días atrás en la reunión del Consejo de Estado, en la que los proyectos fueron ampliamente discutidos.
Como expresó el Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en sus palabras de clausura ante los diputados, «la pandemia no podía paralizarnos al extremo de comprometer más aún el extenso cronograma legislativo al que se ha dado cumplimiento con la aprobación en esta sesión de cuatro importantes leyes», a la vez que anunciaba que «nuevas legislaciones serán propuestas en la venidera sesión de esta Asamblea el próximo diciembre».
Durante estos días los representantes del pueblo también tuvieron en su agenda otros asuntos vitales para la nación, como la Estrategia Económica y Social, que incluye la Tarea Ordenamiento, una actualización acerca del enfrentamiento a la COVID-19, así como la presentación del informe de la liquidación del Presupuesto de 2019, entre otros temas de interés.
Resultó, sin duda, una sesión parlamentaria singular, que fortaleció la institucionalidad cubana y continuó dándole cuerpo a la nueva Carta Magna. Su realización demostró que cuando existen organización, disciplina y la voluntad de encaminar lo que entre todos hemos acordado, se encuentran útiles maneras de conquistar nuevos sueños, de saltar y sobreponernos a las circunstancias, por muy complejas que estas sean. Con ese mismo espíritu estoy seguro de que en diciembre volveremos a legislar, sin quitarnos todavía el nasobuco.