No se trata de otro capítulo de los Expedientes X. La historia todos la vimos. Cuando el orbe entero lo pensaba inquilino de nuestra casa grande e intuía que ya no caería rendido ante cada uno de sus actos de magia, él volvió a demostrar que no pertenece a esta dimensión de cosas explicables. Creímos que todas sus hazañas eran parte de un efímero montaje: «Oye, tú sí eres humano. Te derrotaron el año pasado. Cediste hace unos días bajo presión. Pueden vencerte…».
Pero no, los eventos sobrenaturales están vedados para seres tan imperfectos como nosotros. El hombre tiene límites, pero él desconoce lo que eso significa. Usain Bolt es extraterrestre, no cabe la menor duda.
No le bastaba ser dueño de tres plusmarcas planetarias y asombrar a medio globo echando chispas con esa estela invisible: en Daegu quería continuar la leyenda. Cayó en la primera batalla. Lo empujó algún duendecillo travieso, cansado de tanto señorío suyo. Una salida en falso en los cien metros planos, durante el Campeonato Mundial de atletismo, nos lo sirvió en bandeja de plata. El tropiezo parecía que lo ubicaba en una categoría terrenal y, cuando ya nos aprestábamos a recibirlo como un semejante, se rehusó a formar parte de este grupo de simples mortales. ¿Otra oportunidad?
Llegó el momento de su redención ante los dioses marcianos que meditaban su desalojo. El starter de ojos rasgados estaba preparado y Cronos saboreaba su anterior victoria, cuando el astro había sido descalificado por su salida en falso. Ahora, 200 metros por delante. En sus marcas, listos… «Eh, ¿y Bolt?».
En la meta esperaba a todos, porque así se corre cuando está el fenómeno jamaicano: es Bolt y el resto.
Algunos osaron insinuar que era vulnerable. La respuesta fue demoledora: victoria y el cuarto tiempo más impresionante de la historia empatando dos hectómetros (19:40 segundos).
Sin embargo, aún no tenía abiertas las puertas «allá afuera». Faltaba una prueba en la que fungiría como pieza esencial. El mecanismo del relevo corto no funciona bien sin su componente de lujo.
Esta vez le tocaba trotar, perdón, correr el último tramo. Los cambios fueron perfectos. Nesta Carter, Michael Frater y Yohan Blake conspiraron para que volviera a allá, quien sabe dónde.
Tic tac… Bolt con el batón… Arriba alguien, o algo, mirando… Tic tac… Bolt abriendo un surco, siete hombres bien atrás, parece que vuela… Tic tac… 50 metros, 25, diez… Récord mundial: 37:04 segundos. ¿Será contagioso?
No queda juez sobre la faz de la Tierra, ni sobre ninguna otra, capaz de rehusarse a su retorno. Ese no es de aquí. Su origen, su magia, la verdad, está allá afuera.