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El preso político más antiguo de EE. UU.

Entre las causas judiciales que cuestionan la transparencia de la justicia estadounidense, sobresale la que ha condenado durante casi medio siglo de prisión al activista indígena Leonard Peltier

Autor:

Fernando M. García Bielsa

Leonard Peltier es un muy destacado líder indígena, dirigente del American Indian Movement y preso político que lleva más de 49 años tras las rejas en Estados Unidos. Está recluido en Coleman, una prisión de alta seguridad en el estado de Florida, luego de que fuera acusado falsamente por el asesinato de dos agentes del FBI durante un enfrentamiento en la Reserva aborigen de Pine Ridge, Dakota del Sur, en 1975. Entonces, el FBI alimentaba las tensiones en la reserva como parte de una campaña encubierta para reprimir las actividades del Movimiento.

Han pasado 15 años de la anterior vista de su caso, y en días recientes le fue programada y se efectuó el 10 de junio, una nueva entrevista para optar, una vez más, por la libertad condicional.

La audiencia se llevó a cabo ante un examinador de la Comisión de Libertad Condicional de Estados Unidos dentro de la Penitenciaría Coleman. Según testimonios la audiencia adquirió por momentos como una atmósfera de enjuiciamiento e incluyó la presentación de un fuerte argumento del director del FBI, Christopher Wray, en contra de cualquier benevolencia.

Este importante dirigente indígena fue encarcelado después de un juicio amañado, mal conducido, basado completamente en testimonios de personas que habían sido amenazadas e intimidadas por el FBI y plagado de faltas y errores que, hoy en día, nunca se sostendrían en un tribunal de los propios Estados Unidos. Los fiscales ocultaron pruebas claves y hasta un miembro del jurado, en el segundo día del juicio, admitió que estaba en contra de la raza de Peltier, pero se le permitió quedarse de todos modos.

Son numerosas las agrupaciones y personalidades estadounidenses y del mundo que han expresado preocupaciones y cuestionamientos no resueltos sobre aquella condena, la injusticia del encarce­lamiento y que han reclamado su excarcelación. Ya el hombre tiene 79 años y la solidaridad que recibe en su país, que no es poca, apenas trasciende en los medios y se desconoce en el mundo.

Es casi increíble que una persona pueda estar encarcelada durante casi medio siglo cuando todas las evidencias señalan que fue un juicio amañado y que varios presidentes de EE. UU., emplazados a otorgarle clemencia, le han zafado el cuerpo al asunto, por cálculos políticos o miedo al poder del Buró Federal de Investigaciones (FBI).

Por otra parte, es sabido que —en el país que se llena la boca pretendiendo dárselas de modelo de democracia y de derechos humanos—  son muchos los presos que han sido condenados a la cámara de gas o a la silla eléctrica y que después se ha conocido que eran inocentes.

La resistencia ante la opresión de los indígenas en Estados Unidos no ha cesado. Por momentos cobra fuerza, como en la segunda mitad del pasado siglo. Leonard Peltier es uno de los que encabezaron esas luchas y por ello fue blanco de las acciones del Gobierno federal.

Esos pueblos originarios de América del Norte reaccionan en reclamo de sus derechos. Aunque desde hace más de dos siglos comenzaron a ser despojados de sus territorios ancestrales y concentrados en las llamadas reservaciones, todavía empresas mineras y otras explotan y se benefician de las tierras que habitan. Todavía algunas tribus o naciones indígenas enfrentan ocasionales desalojos.

En la actualidad, la población originaria cuenta aproximadamente cinco millones de personas, varias veces más que en 1900, cuando se calculó quedaban unos 300 000 en los diversos pueblos indígenas luego de los brutales exterminios y del desarraigo forzado de sus terruños originales. Casi un tercio de ellos residen actualmente en tres estados de la Unión: California, Arizona y Oklahoma.

Los sobrevivientes de las naciones indígenas derrotadas fueron internados en reservas, en terrenos áridos; muchos de sus hijos les fueron arrebatados y enviados a internados y casas de pensión, donde sus cabellos fueron cortados y sus lenguas y ceremonias desterradas, en una especie de genocidio cultural. Durante décadas perduró la práctica de fragmentar muchas familias indias y entregar a sus hijos en adopción.

No obstante, la penetrante y desgarradora influencia de la dominante «modernidad» capitalista, del consumismo y de la cultura gringa, mucha de la identidad de los nativo-americanos perdura, a pesar de que sus derechos humanos y lugares de culto tradicional son violados sistemáticamente por las autoridades estatales y enfrentan altos niveles de marginación y discriminación, así como un acceso restringido a la educación, la atención médica y la vivienda.

Los pueblos indígenas tienen más probabilidades de vivir en pobreza extrema y sufrir tasas más altas de falta de tierras, desnutrición y desplazamiento interno que otros grupos.

A menudo ocupan los primeros lugares en cuanto a proporción de reclusos, analfabetismo y desempleo, mientras que su esperanza de vida es hasta 15 años menor en comparación con los no indígenas.

Los defensores de los derechos humanos indígenas son intimidados, atacados y —en ocasiones—, incluso asesinados, a menudo con el apoyo del Estado.

Pero Peltier es un luchador y todavía está vivo; ahora tiene 79 años y está enfermo en una penitenciaría de Florida. Es quizá el prisionero político más antiguo de Estados Unidos. Su historia todavía mueve a miles de personas a firmar peticiones en apoyo de su libertad.

Muchas personalidades y líderes mundiales han instado a su liberación a lo largo de los años, incluidos el Papa Francisco, el Dalai Lama, la Madre Teresa, Nelson Mandela y Core­tta Scott King.

Artistas destacados como Willie Nelson, Bonnie Raitt, Jackson Browne y Rage Against The Machine han realizado conciertos en su nombre. Los líderes tribales electos y el Congreso Nacional de Indios Americanos han aprobado resoluciones en las que instan al indulto.

Entre quienes se alinean ahora en favor de Peltier está James Reynolds. Este fue el fiscal de Estados Unidos que ayudó a poner a Peltier en prisión en la década de 1970. En una carta extraordinaria a Biden, en julio de 2021, que no se hizo pública inicialmente, Reynolds dice que se ha dado cuenta a lo largo de los años de lo injusto que fue el juicio de Peltier, y que haría justicia dejarlo irse a casa.

«Escribo hoy desde una posición poco común para un exfiscal: suplicarle que conmute la sentencia de un hombre a quien ayudé a poner tras las rejas», escribió. «Con el tiempo, y el beneficio de la retrospectiva, me he dado cuenta de que el enjuiciamiento y el encarcelamiento continuo del Sr. Peltier fue y es injusto. No pudimos probar que el Sr. Peltier cometió personalmente ningún delito en la Reserva Pine Ridge», subrayó Reynolds.

Otra personalidad en su favor es el representante Raul Grijalva (D-Ariz.). Ese propio año encabezó a otros diez demócratas de la Cámara de Representantes en una carta al presidente y al fiscal general Merrick Garland donde pedían  una liberación acelerada de Peltier.

En declaraciones a la prensa, Grijalva dijo que Peltier ha sido castigado por mantener su inocencia. Y tiene razón, el líder del movimiento indígena tenía la oportunidad de ser liberado en la audiencia de 2009, pero solo si hubiera admitido que asesinó a los dos agentes del FBI. Peltier rehusó, y se le negó la libertad condicional.

En una carta enviada este año a los miembros de la comisión de libertad condicional, el Director Ejecutivo de Amnistía Internacional-Estados Unidos, Paul O’Brien, reiteró su preocupación por el proceso legal que condujo a la condena y sentencia de Peltier, señaló su avanzada edad, el tiempo cumplido tras las rejas, y sus críticos problemas de salud, instando a la comisión a que le conceda la libertad condicional.

Sin embargo, el caso de Peltier apenas se conoce. Casi de espaldas al mundo, dentro de unos 20 días, la Comisión de Libertad Condicional de Estados Unidos debe tomar una decisión para determinar el destino de Leonard Peltier.

Aunque un poco tardíamente es hora de que esa injusticia resuene, se exponga la existencia de los presos políticos, se exhiba la falsedad de la sociedad estadounidense de mostrarse como modelo del mundo, y se manifieste una mayor solidaridad con este líder de los pueblos originarios de la América del Norte.

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