Washington, diciembre 15.— La triste noticia del fallecimiento de una niña migrante guatemalteca de siete años, mientras se encontraba bajo custodia de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos, en territorio estadounidense, ha conmocionado a múltiples sectores y ha creado reacciones varias en el país norteño.
«Lo que ocurre en nuestras frontera es una crisis humanitaria», escribió en Twitter la exsecretaria de Estado Hillary Clinton, al destacar que «no hay palabras para capturar el horror de que una niña de siete años muera de deshidratación bajo la custodia de Estados Unidos».
De manera similar, el demócrata Chuck Schumer, líder de la minoría del Senado, condenó el suceso en su cuenta y consideró que esto no debió haber ocurrido.
El fallecimiento de Jakelin Caal Maquin pone un nuevo escrutinio al trato que reciben los migrantes y las políticas impulsadas por el presidente Donald Trump, alertan algunos observadores citados por PL.
Jakelin y su padre, Nery Caal Cuz, de 29 años, fueron arrestados como parte de un grupo de al menos 163 migrantes cerca del cruce de la frontera de Antelope Wells, Nuevo México, el pasado 6 de diciembre.
Los informes arrojan que ella comenzó a sufrir convulsiones ocho horas después de ser detenida y que el personal de emergencia percibió que la niña al parecer no había comido ni consumido agua durante varios días.
El reverendo John L. McCullough, presidente del Servicio Mundial de Iglesias, advirtió que la tragedia fue resultado de «la guerra inmoral de la administración (Trump) contra los inmigrantes».
Pero la Casa Blanca trató de deslindarse de este fallecimiento y culpar, así como utilizarlo, para desestimular los cruces irregulares. «Leyes de sentido común» para evitar la migración lo hubiera evitado, expresó Hogan Gidley, un portavoz de la mansión ejecutiva.
Mientras, el exrepresentante republicano por Utah, Jason Chaffetz, consideró que lo ocurrido sirve de «mensaje para que otros no hagan el viaje a Estados Unidos porque pueden morir».
De igual forma, la secretaria de Seguridad Nacional, Kirstjen Nielsen, estimó que la muerte de la niña fue un «ejemplo muy triste de los peligros de este viaje».
«Esta familia eligió cruzar ilegalmente. Estaban a unas 90 millas de distancia (unos 145 kilómetros), donde podríamos procesarlos», indicó Nielsen en televisión.
Aunque el Inspector General de Seguridad Nacional anunció una pesquisa interna sobre el hecho, la próxima presidenta de la Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos, Nancy Pelosi, anticipó que el Capitolio «investigará esta tragedia horrible para garantizar la seguridad de todos los niños».