Otra marea roja volvió a apoyar al Gobierno Bolivariano y sus últimos pronunciamientos contra la injerencia extranjera. Autor: Yaimí Ravelo Publicado: 21/09/2017 | 05:45 pm
CARACAS, Venezuela.— Esta nación volvió a vivir ayer acontecimientos de alta intensidad, entre los que sobresalieron una multitudinaria marcha de trabajadores petroleros en apoyo al Gobierno Bolivariano y la entrega voluntaria del cabecilla de derecha Leopoldo López, señalado como uno de los autores intelectuales de los actos vandálicos de los últimos días.
Los obreros del principal ente económico del país, junto a otros sectores revolucionarios, se concentraron —muchos vestidos de rojo— en la Plaza Venezuela, desde las 10:00 de la mañana, y partieron hasta el Palacio de Miraflores, en el que fueron recibidos, ya por la tarde y bajo lluvia, por el presidente Nicolás Maduro.
Al dirigirse a la entusiasta congregación, el mandatario señaló que ningún país del mundo tiene derecho a entrometerse en los asuntos internos de Venezuela y cuestionó las recientes declaraciones del presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, quien —dijo— intenta «venir a dar lecciones de democracia».
Ante varios jefes militares y ministros, Maduro también preguntó al presidente estadounidense Barack Obama —cuyo Gobierno ha realizado expresiones injerencistas a raíz de los sucesos en Venezuela— si su anhelo es que grupos violentos de enmascarados sigan agrediendo al pueblo y si desea también, en el colmo, que los condecorara por las acciones vandálicas que dejaron tres muertos y más de 70 heridos.
Nuevamente el Jefe de Estado llamó a la clase obrera, a estudiantes y sectores proletarios a no desviarse del camino de la construcción de la Revolución y a mantener «el rumbo de la democracia, de las transformaciones pacíficas, legales y constitucionales».
«Nada ni nadie nos sacará del camino de la democracia y de la paz para hacer la Revolución Bolivariana y socialista del siglo XXI», enfatizó.
Asimismo, expresó que no habrá impunidad ante el vandalismo, pues «quien se pase de la raya tiene que pagar ante la justicia sus abusos y su violencia (...) El que siga con la violencia, uno por uno, va a caer, sea quien sea (...) sea gobernador, alcalde, hijo de papá, de mamá, quien sea».
En el acto, en el que también se firmó el contrato colectivo de trabajo de los obreros de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) —que mejora sus condiciones laborales—, varias personas lloraron de emoción al cantar el Himno nacional y fueron frecuentes las consignas antiimperialistas y de apoyo al Gobierno.
Las palabras del dignatario se producían algunas horas después de la entrega voluntaria, como un show, del líder del partido reaccionario Voluntad Popular, Leopoldo López, quien había convocado por las redes sociales a una marcha opositora desde la Plaza Venezuela hasta el Ministerio del Interior, Justicia y Paz.
Pero para realizar tal manifestación nunca se solicitó el permiso correspondiente a las máximas autoridades del municipio de Libertador y la marcha —que algunos habían sugerido traería nuevos disturbios— se produjo en paz solo en Chacaíto, al este de la ciudad capital.
Irónicamente, López, un furibundo anticubano y antilatinoamericanista, se dirigió a los presentes, irrespetuosamente, a la sombra de una estatua del Apóstol José Martí, para después entregarse a las autoridades.
El canciller Elías Jaua de inmediato señaló en su cuenta en Twitter «que la firmeza del Estado venezolano y la voluntad de paz del pueblo, obligó al jefe de la violencia a entregarse a la Justicia».
López, máximo promotor de la «salida», como se llamó eufemísticamente al intento de golpe de Estado contra Nicolás Maduro, había sido solicitado por la Fiscalía tras dirigir las acciones violentas que dejaron heridos y muertos en el centro de Caracas y destrozos incalculables en el Parque Carabobo, el propio Ministerio Público y otras instalaciones.