Majunchismo, un localismo venezolano, se refiere a persona sin mayores luces. La palabra se ha convertido en un calificativo popular para señalar a lo peor de la oposición; el «majunche primero» es Henrique Capriles Radonski. Autor: José M. Correa Publicado: 21/09/2017 | 05:25 pm
El programa del principal contendiente del presidente Hugo Chávez en las elecciones de hoy —el ultraconservador Henrique Capriles Radonski, un individuo que no solo representa a la oligarquía, sino que forma parte de ella— es franca y descaradamente neoliberal. Tratan de disfrazarlo de progresismo. Pero «el mono, aunque se vista de seda, mono se queda».
Hijo de unas de las familias más ricas del país, Capriles no solo nació en «cuna de oro», sino que no está dispuesto a zafarse de esa teta. Le gusta que «la leche sepa a dinero».
Los analistas de izquierda subrayan que la crisis de los partidos políticos tradicionales y de la reacción en general es tal, que por primera vez en la historia venezolana la oligarquía no busca a alguien que represente sus intereses, sino que promovió a un miembro de una de las familias más rancias del país para que lidiara contra la Revolución.
Semanas atrás, desde las filas opositoras, se presentó al público el verdadero programa de la derecha en el hipotético caso de asirse con el poder: puro neoliberalismo.
La contrarrevolución «denuncia» que es un documento forjado (falso); sin embargo, fue firmado el 23 de enero último por los entonces aspirantes a las elecciones primarias de la Mesa de la Unidad Democrática, que agrupa a los partidos de la reacción, y que fueron ganadas por Henrique Capriles (más conocido como «El Flaco», un mote que ellos mismos se buscaron para acercarlo más a la «muchedumbre»).
Leopoldo López, uno de los firmantes del Acta y que ahora es coordinador del equipo de campaña de «El Flaco», también lo niega. Contrario a aquel, López es un hombre muy hábil. Se sospecha que sabe que su «jefe» perderá y está preparando el terreno para, luego de la pronosticada derrota de aquel, convertirse en el delfín de la derecha.
Capriles y López fueron dos de los alcaldes golpistas que en 2002 se convirtieron en gendarmes del golirazo. Ambos pertenecen al majunchismo, un localismo muy de aquí que se refiere a persona sin mayores luces. La palabra se ha convertido en un calificativo popular para señalar a lo peor de la oposición.
Cuando a Leopoldo se le pregunta sobre el programa, sostiene que el «plan de Gobierno» de «Henrique» es lo que él dice en su discurso. Plantear eso es más que sarcástico. Si usted escucha sus alocuciones —en realidad son cantinfleos— concluye que está ante alguien con evidentes inclinaciones fascistas.
Capriles alardea de haber visitado centenares de pueblos de todo el país. Y es verdad. No fue una estrategia desacertada. Ha influido en no pocos votantes, sobre todo entre habitantes de las poblaciones rurales o populares a los que ha estado embaucando con resolverles sus problemas comunales y personales.
Ha aprovechado los errores de dirigentes chavistas en las bases para ello: desde problemas de infraestructura, el servicio de energía eléctrica y agua, hasta la seguridad ciudadana.
El guión de sus asesores ha dado ciertos resultados. No puede negarse. Pero, como ya he referido en otras ocasiones, apelar al egoísmo y el nacionalismo más acérrimo y supino es sumamente peligroso. ¿Y acaso el neoliberalismo no es eso? Creo que Leopoldo está cometiendo un craso error al decir que el programa para un supuesto Gobierno de Capriles está en sus discursos.
Jesse Chacón, director de la Fundación Grupo de Investigaciones Sociales Siglo XXI (GIS XXI), comentaba días atrás, en un encuentro con corresponsales extranjeros y analistas locales, que «la primera conclusión que surge al leer dicho “programa”, es la incoherencia de llamar progresista a un factor político que pretende reeditar las fórmulas neoliberales en contravía al bienestar de la población.
«El conjunto del programa contiene medidas dramáticas para los intereses de las mayorías y del conjunto del país, pero su arquitectura no es nueva. Es la misma que se intentó instaurar desde décadas atrás en Venezuela. Es el paquetazo recomendado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y aplicado por los ex presidentes Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera.
«Su verdadera intención de reprivatización queda evidenciada. Veríamos de nuevo la privatización de Pdvsa y Cantv, así como de muchas empresas que hoy son parte del patrimonio de todos, y no de unos pocos».