Las puertas de la sede se abrieron esta vez simbólicamente para recibir al pueblo. Les dieron la bienvenida el actual embajador, Rogelio Polanco, y su predecesor, Germán Sánchez (a la izquierda), quien dirigió, siguiendo las indicaciones y órdenes de Fidel, la defensa del edificio, y el honor de Cuba ante personeros golpistas que lo amenazaron —en vano— con allanar la embajada, en franca violación de las leyes internacionales. Autor: José M. Correa Publicado: 21/09/2017 | 05:19 pm
CARACAS.— Las puertas de Cuba siempre estarán abiertas a los pueblos, pero será una muralla infranqueable para los enemigos del mundo, refirieron los caraqueños que ayer realizaron una marcha y acto de desagravio frente a la Embajada isleña.
Hace diez años, las tres instalaciones diplomáticas del país antillano —la Embajada, el Consulado y la residencia— fueron asediadas por turbas fascistas, amparadas y descocadas hasta el paroxismo durante el golpe de Estado contra la Revolución Bolivariana y su líder, entre el 11 y el 12 de abril.
En la mañana de este jueves, desde la plaza UNEFA-Chuao, que una década atrás era conocida como PDVSA-Chuao, organizaciones bolivarianas, movimientos de solidaridad con Cuba, jóvenes trabajadores y estudiantes realizaron el mismo recorrido que entonces hordas fascistas emprendieron hacia allí.
Aquella vez fue para sitiar, agredir, incendiar y hasta linchar —si hubieran podido— a los cubanos que allí trabajaban y que iban a defender hasta las últimas consecuencias la integridad de un espacio que simbólicamente y al amparo de las leyes internacionales, pertenece al país representado.
Más que un gesto de desagravio, la marcha de ayer de los caraqueños fue un hermoso acto de vindicación de los pueblos de Nuestra América y el mundo.
Y también —entonaron marchistas— porque «Venezuela y Cuba han aprendido a soñar juntas, y los sueños cuando son realidad, nunca más pueden ni deben perderse».