Foto: Omara García Mederos, AIN.
¡Viviremos y venceremos!, así se despedía el presidente venezolano Hugo Chávez de su homólogo de Belarús, Alexander Lukashenko, después de firmar ambos un memorándum de entendimiento para fomentar la cooperación entre sus países.
Características y personalidades diferentes, los dos tienen un principio común: no doblegarse ante los intereses imperialistas.
Integrantes del denominado por Estados Unidos «eje del mal», los dos líderes asumen sin miedo el cartelito que intenta ponerles el imperio y lo rechazan con firmeza: «Ellos son el eje del mal. Son el epicentro del mal. Claro que tienen que estar preocupados. El mal se preocupa cuando hay fuerzas alternativas que se levantan. Afortunadamente el imperio va en decadencia. Ellos saben que van a una etapa de no retorno. Van hacia la muerte. En este siglo muere el imperio norteamericano», dijo Chávez.
«Esto es parte del mundo nuevo que está naciendo. Estamos viendo ya el mundo nuevo. El imperio va en decadencia. Hay que alegrarse de eso. Y todos debemos unirnos con pasión a este renacimiento de un mundo nuevo», afirmó el efusivo venezolano a la salida del encuentro.
Mientras, un sobrio Lukashenko —también interrogado por la prensa— lo reafirmaba a su forma: «En el mundo actual, no podemos aceptar que se trate de imponer a la voluntad de la mayoría de los países el dictado de uno solo».
Ambos, por separado, coincidieron en que los NOAL deben ser el contrapeso necesario al hegemonismo, y concretar su trabajo en proyectos que ayuden al Sur.
Chávez: Queremos rescatar las vías de colaboración. Queremos la unión entre el Sur.
Lukashenko: Los NOAL tienen más importancia que nunca… Es imprescindible trabajar para crear una política exterior común entre todos los miembros… Unirnos como un puño cerrado… Para lograr esta unión se trabaja con una gran política y una gran diplomacia, aunque si no se logra también una cooperación económica serán cosa muerta.
Chávez: Debemos crear organismos de cooperación como el Banco del Sur, una Universidad del Sur, una telemisora del Sur, una red petrolera del Sur… Muchos de ellos ya están en marcha… Nuestras propuestas en esta Cumbre ya se han hecho anteriormente, se trata de sacarlas del congelador.
Con un estilo ponderado el europeo, y más campechano el latino, están conscientes de que junto a Cuba, Bolivia y otros países como Argelia, Irán o Sudáfrica, pueden hacer mucho por lograr esa anhelo largamente deseado, que Chávez resumía en un verso del uruguayo Mario Benedetti: «El Sur también existe».
En los salones plenarios, en las mesas de negociación, en los encuentros bilaterales, de día o de noche, se va cumpliendo una profecía del primer día: pronto seremos 118 en el «eje del mal».
Chávez salió apurado de su encuentro con Lukashenko. Anunció que Mahmud Ahmadinejad viaja este domingo a Venezuela. «Estaremos dos días con él. Vamos al Orinoco. Tenemos mucho que conversar…».
No obstante, el venezolano no pudo evitar tropezarse con Evo: ¡Fuerza, hermano!, le dijo. ¡Patria o muerte! ¡Venceremos!
No por gusto, al preguntarle este reportero a Chávez qué pensaba de las declaraciones de dos senadores norteamericanos preocupados por esta Cumbre de los NOAL en La Habana, el Presidente bolivariano fue preciso: «Claro que deben estar preocupados. El imperio se muere. No me refiero a Estados Unidos. Allí hay un pueblo amigo, son nuestros hermanos. Me refiero al imperio que amenaza al mundo y también a su propio pueblo. Este siglo es el siglo del fin del imperio norteamericano.
«Y debemos luchar para que los hijos tuyos, los nietos míos, más nunca vean un imperio».