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«Tati» Valdés, el mejor de todos

El matancero Jorge Luis Valdés Berriel fue el serpentinero de la mano más sobresaliente en los campeonatos beisboleros que se efectúan en el país desde 1962

Autor:

Osvaldo Rojas Garay

El domingo 22 de diciembre escribí en esta página que, en nuestra opinión, Santiago «Changa» Mederos Iglesias fue el mejor lanzador zurdo de su época; ahora que el matancero Jorge Luis Valdés Berriel partió a reunirse con el capitalino en la eternidad, me arriesgo a afirmar –aunque no me gusta ser absoluto– que se ha marchado físicamente el serpentinero de la mano más sobresaliente en los campeonatos beisboleros que se efectúan en el país desde 1962.

No tuvo un espectacular comienzo a nivel nacional ni tampoco en los torneos internacionales, en cada caso perdió en su primera decisión en el certamen de casa contra Vegueros, 2 a 4, el 7 de febrero de 1978 y también cayó en los Juegos Centroamericanos de La Habana, en 1982.

Pero, con una excelente curva, lanzamientos sostenidos de más de 90 millas, buen control y una knuckleball que tantos estragos causó en los bateadores adversarios, Tati -como le llamaban- se erigió en el único monticulista zurdo que sonrió más de 200 veces entre los siete tiradores que han rebasado esa cifra en los campeonatos cubanos, incluso -salvando la distancia-, entre los serpentineros oriundos de la Mayor de las Antillas el zurdo que más se acercó a esa cifra en las Grandes Ligas fue el santaclareño Mike Cuéllar, con 185 triunfos, tercero en una lista que encabezan los derechos Luis Tiant (229) y Adolfo Luque (194).

Valdés, quien se hizo un regalo en su cumpleaños 17, al apuntarse su primera victoria en series nacionales, el 12 de febrero de 1978, al superar a la entonces representación de Isla de Pinos, 8 anotaciones a 3, se encaramó en la cima de los máximos ganadores el 8 de diciembre de 1994, al derrotar a Guantánamo, 9 a 0, para llegar a los 222 triunfos, uno más que Braudilio Vinent, el Meteoro de la Maya, quien en ese momento sumaba 221 salidas exitosas.

El nativo de Jovellanos permaneció al frente de este casillero hasta que en la contienda de 2007-2008 el pinareño Pedro Luis Lazo Iglesias, con saldo de 10 y 4 en la fase clasificatoria y 2 y 2 en la postemporada, arribó a los 238 partidos ganados, dejando atrás a Tati Valdés, quien cerró su brillante trayectoria con 234 victorias.

Entre los serpentineros zurdos, el matancero resulta el puntero en entradas trabajadas (3134), juegos lanzados (519), iniciados (414), completos (229), lechadas (46) y segundo en ponches propinados (1982), solo aventajado por el pinareño Faustino Corrales, único de su mano que ha sobrepasado la cifra de más de 2000 bateadores retirados por la vía de los strikes (2360).

Sus 234 triunfos lo sitúan tercero en la relación absoluta de los más triunfadores en el período revolucionario, por detrás de Pedro Luis Lazo (257) y Carlos Yanes (235), pero entre los zurdos es ampliamente el líder, sacándole 55 victorias a su escolta, el vueltabajero Omar Ajete Iglesias, quien salió en 179 ocasiones por la puerta ancha.

Entre las grandes actuaciones de Valdés recuerdo aquella 9na. Serie Selectiva, en 1983, en la cual dominó tres veces a la artillería de Las Villas, que levantó por segunda oportunidad el trofeo en esas lides. Jorge Luis doblegó a la poderosa tanda que piloteaba Eduardo Martín Saura con pizarra de 6 a 2, 6 a 3 y 5 a 1.

El apodado Zurdo de Oro fue el principal protagonista en los dos banderines que bajo la tutela de Gerardo Sile Junco se adjudicó Henequeneros en las campañas de 1989-1990 y 1990-1991.

Desde 1970, cuando se impuso con aquel famoso trío de bateadores que conformaron Wilfredo Sánchez, Rigoberto Rosique y Félix Isasi -este 2 de febrero se cumple un año de su desaparición física-, que fue bautizado por el genial Bobby Salamanca como los Tres Mosqueteros, la selección matancera no subía al trono, pero un par de décadas después, con Tati Valdés trepado en la lomita alcanzaron su segundo gallardete, al doblegar a Santiago de Cuba, 8 carreras a una, el 19 de enero de 1990.

En ese play off por la corona, los yumurinos vencieron a las Avispas, 4 triunfos a 2. Valdés se acreditó 3 de los éxitos de su equipo, pues logró el importante primer triunfo; luego, cuando los indómitos amenazaron con nivelar el tope, el estelar zurdo se encargó de poner el duelo a punto de mate, al superar en el cuarto desafío a José Luis Alemán, 7 a 4; pero en el siguiente compromiso cayó Carlos Mesa -la otra carta importante del picheo de los comandados por Sile Junco- y en el sexto encuentro Jorge Luis se encargó de dominar a los santiagueros y poner fin a una sequía de 20 años sin titularse que para Carlos Gardel y Alfredo Lepera no eran nada; sin embargo, para los aficionados de la Atenas de Cuba sí constituyó una larga espera.

Después, en la siguiente temporada, Henequeneros revalidó el título con Tati Valdés convertido otra vez en el caballo de batallas. En esta ocasión hubo una semifinal contra Santiago de Cuba, en la cual el Zurdo de Oro y el también tirador de esa mano Carlos Mesa se anexaron el par de éxitos necesarios para disputar la supremacía de la contienda de 1990-1991.

En la pugna por el cetro, los dirigidos por Sile Junco dominaron a Camagüey por margen de 4 victorias a 2, la mitad de las sonrisas correspondieron a Tati Valdés.

El astro del picheo matancero constituyó una carta segura para Sile Junco en la obtención de ese par de gallardetes, si tomamos en cuenta que en la suma total de ambas postemporadas Henequeneros exhibió balance de 10 y 3, y Jorge Luis Valdés ganó seis de esos desafíos y no perdió.

Es difícil hablar sobre Tati Valdés y no mencionar el juego de cero jits, cero carreras que le propinó a Canadá en los Juegos Panamericanos de La Habana, 1991. Hacía siete años que Jorge Luis sabía lo que era disfrutar un partido de esta naturaleza, pero en series nacionales, hecho que ocurrió en el estadio Sandino, el 31 de enero de 1984, cuando dejó en blanco en esos dos importantes casilleros a Villa Clara.

Ese día su rival, Reinaldo Santana -perdedor-, le aceptó solamente dos imparables al plantel de Henequeneros. Sucede que el 25 de enero de 1968, Orlando Figueredo, del equipo Oriente, rubricó contra Azucareros el séptimo desafío de ese tipo en los campeonatos nacionales y su oponente, Aquino Abreu, únicamente le toleró dos indiscutibles a los orientales, salidos de los bates de Agustín Arias y José García.

De tal suerte, estos enfrentamientos constituyen los dos juegos en que menos inatrapables se han conectado en los certámenes nacionales.

Mencionando los no jits no run del zurdo yumurino en los Panamericanos de 1991 y ante Villa Clara en las series del patio, se me ocurre pensar que Jorge Luis Valdés y Juan Pérez Pérez pudieran ser los únicos serpentineros cubanos que han logrado esta hazaña tanto nacional como en eventos internacionales en justas de envergadura, pues el camagüeyano protagonizó tres en nuestros torneos y uno frente a Venezuela en el mundial de 1973, organizado en Cuba.

Hasta donde sabemos el deceso de Jorge Luis Valdés Berriel es el segundo de un campeón olímpico cubano en béisbol, pues el 4 de diciembre del 2000 un trágico accidente privó de la vida al oriundo de Bolivia (Ciego de Ávila), Miguel Caldés Luis, integrante de la selección de la mayor Isla del Caribe que conquistó la medalla de oro en Atlanta, 1996, gloria que había disfrutado Tati Valdés en Barcelona, 1992. 

Dichoso número 8

Para Jorge Luis Valdés el 8 fue un número de coincidencias felices. Como mencionamos al principio de este trabajo el matancero celebró el cumpleaños 17, el 12 de febrero de 1978, rubricando su primera victoria en series nacionales, al superar a la Isla de la Juventud, 8 anotaciones a 3. A los 100 éxitos arribó el 15 de noviembre de 1986, tras doblegar a Cienfuegos, también 8-3, en Unión de Reyes. La sonrisa 200 la esbozó el 8 de noviembre de 1992, a costa de los Vaqueros de La Habana, equipo al que aventajó ese día 8 a 7, en un choque que se fue a 12 entradas en el Victoria de Girón. Por si fuera poco, el 8 de diciembre de 1994 blanqueó a Guantánamo para erigirse en ese momento, en el lanzador más ganador de la pelota cubana con 222 sonrisas, una más que Braudilio Vinent.

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