Francisco Javier Carbonell Autor: Roberto Garaicoa Martinez Publicado: 23/11/2017 | 12:18 am
Cuando niño oí hablar una vez en Villa Clara de un hombre que entrenaba béisbol con pelotas de goma. Luego, estudié en el IPVCE Ernesto Guevara, de Santa, Clara y volví a escuchar la misma historia, pero ya no por la radio, sino en voz de una muchacha; era la hija del inventor.
Ayer, en los pasillos del Palacio de Convenciones conocí al hombre de las famosas pelotas de goma, Francisco Javier Carbonell, quien es uno de los delegados a la 7ma. Convención Internacional de Actividad Física y Deportes (Afide).
Trajo consigo una muestra y la presentó ante un auditorio que quedó asombrado con semejante invento. De cómo surgió la idea y los beneficios que tiene, JR conversó con Carbonell.
«A mediados de los años 80 yo era entrenador en un área deportiva de Santa Clara y no tenía suficientes pelotas para las prácticas. Así se me ocurrió que podía hacerlas de goma con un molde de hierro. Después comprobamos que se podían utilizar hasta en el terreno mojado y creamos una metodología para su uso. Inscribí la inventiva en la ANIR y fue punto de partida para mi libro En busca de las cien millas».
—¿Y qué entrenadores han avalado esas pelotas?
—Casi todos los que las han utilizado las han elogiado. Desde Pedro Pérez, quien estuvo más de 20 años como coach de pitcheo de la selección nacional, hasta Julio Romero. Pedrito, quien es una autoridad del béisbol no solo en Cuba, las ha empleado en el trabajo con los lanzadores de Villa Clara, del equipo nacional, y hasta en México, donde ha prestado colaboración.
—¿Qué ventajas tienen?
—El primer beneficio es económico. Se comercializan a 60 cup o su equivalente en CUC, muestra que cada pelota importada le cuesta al país más de cuatro dólares, según sea la calidad. Lo otro es la durabilidad: las sintéticas duran a veces poco más de una semana en entrenamientos de alto rendimiento, las de cuero pueden servir hasta tres o cuatro meses, y las mías, en cambio, tienen una vida útil de varios años. Yo conservo aún algunas que empleó Pedrito Pérez en los años 80 y 90 del siglo pasado».
—Supongamos que mañana el Inder decida cumplir su idea de generalizar su uso en todo el país, ¿cómo satisfacer la demanda?
—Por ahora, solo hay un artesano de Villa Clara dedicado a elaborarlas. Él es zapatero, pero yo lo embullé para que se sumara al proyecto. Él tiene capacidad para hacer cien diarias y las comercializa el Fondo de Bienes Culturales.
—Usted es un hombre incansable, tres décadas después de la idea original, sigue enamorando auditorios, ¿cuál es su sueño con estas pelotas de goma?
—Además de lo que te he dicho, quisiera que nunca más alguien hable de déficit de pelotas en los estadios cubanos, que se vendan en las tiendas; en fin, aportar a que se juegue más béisbol, aunque sea con pelotas de goma.