BEIJING.— Estaba cantado y sucedió: la judoca Yanet Bermoy, de 48 kilogramos, nos dio la primera medalla en estos Juegos Olímpicos. Fue de plata, caramba, y es un gran resultado. Queríamos el oro y estuvo al alcance, pero se fue en un segundo, por esas cosas que tiene el deporte.
Yanet transitó hasta las semifinales sin muchos problemas, dejando en el camino a la ecuatoriana Glenda Miranda, a la rusa Lyudmila Bogdanova y a la alemana Michaela Baschin, por ese orden. Ya en la discusión de las medallas, superó a Pak Ok Song, de la República Popular Democrática de Corea.
Así llegó a la disputa del título frente a la rumana Alina Dumitru, quien minutos antes había vencido a la japonesa Ryoko Tani, bicampeona olímpica y siete veces monarca mundial. Era la gran oportunidad para las dos y fue la europea quien sacó la mejor parte. Primero marcó wazari y luego remató con un ippón exquisito, gracias a una técnica de pierna.
«Fue la competencia de mi vida», declaró después Dumitru, cinco veces titular de Europa y medallista de bronce en el Mundial del pasado año. En cambio, Yanet opinó lo contrario: «Me confié, creí que la había vencido antes de pelear. No estoy satisfecha, pero de todas formas alcancé un buen resultado», confesó. Y en efecto, con solo 21 años le queda todavía mucho camino por andar.
Por cierto, Latinoamérica acaparó otro sitio en el podio con el bronce de la argentina Paula Pareto. Hasta allí llegó también Tani, quien alcanzó su quinta medalla olímpica. Veremos si es este el fin de su impresionante carrera.
Por Cuba compitió también en la primera jornada Yasmani Piker (60 kg), pero fue eliminado en su segundo combate. Esta madrugada subían al tatami Yagnelis Mestre (52 kg) y Yordanis Arencibia (66 kg).