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Un Dios salvaje… y muy cotidiano

La exitosa obra de la escritora francesa Yasmina Reza es la escogida por el colectivo Mefisto Teatro para provocar un diálogo sincero con el espectador

Autor:

Lourdes Benítez Cereijo

Éxitos por doquier ha cosechado la obra Un Dios salvaje, de la escritora, novelista y dramaturga francesa Yasmina Reza (Conversaciones después de un entierro, Arte, Tres versiones de la vida). Ha sido traducida a más de 35 idiomas desde que se estrenara la obra original en París, en enero de 2008. Entre sus múltiples triunfos sobresale el Premio Tony a la mejor obra teatral de 2009 en Broadway, donde contó con un elenco encabezado por Jeff Daniels, James Gandolfini, Hope Davis y Marcia Gay Harden. También en el cine se impuso de la mano de uno de los grandes del séptimo arte, Roman Polanski, quien dirigió a Kate Winslet, Christoph Waltz y Jodie Foster, y consiguió varias nominaciones en los Globos de Oro y premios en Europa.

La obra centra su atención en dos matrimonios que se citan para solucionar un altercado ocurrido entre sus hijos. Lo que se suponía era un encuentro de reconciliación se transforma en caos total cuando los personajes sacan a la luz lo más tenebroso de sus vidas: frustraciones, rencores, infortunios, desajustes existenciales. Así terminan dejando a un lado el motivo por el cual se reunieron en primera instancia y dan rienda suelta al desmadre.

Y es que Un Dios salvaje parece inagotable. Su argumento es sencillo, pero entraña situaciones universales con las cuales todos nos podemos identificar. Siendo así, no es de extrañar que esa pieza haya sido escogida por Mefisto Teatro para provocar un diálogo sincero con los espectadores y compartir una sátira de la sociedad en la medida en que aborda, con fino humor, temas como la educación, las relaciones de pareja, la competitividad y la familia. 

Ese montaje contó con dirección general de Hedy Villegas. Recientemente culminó una temporada exitosa en la sala Tito Junco del Centro Cultural Bertolt Brecht y gracias a la buena acogida que tuvo tendrá una segunda en agosto (viernes y sábados a las 7:00 p.m., y los domingos a las 5:00 p.m.). Al respecto conversamos con Ariel Albóniga, director de la puesta en escena.

Un Dios salvaje habla de la pareja, la familia y la crianza de los hijos. Fotos: Tomadas del Perfil de Facebook de Ariel Albóniga

«Un Dios salvaje posee una actualidad feroz. Nos habla de la familia, de la pareja, de la de la crianza de los hijos; pero sobre todas las cosas dialoga sobre la violencia, que es una suerte de leitmotiv durante toda la obra. Se refiere a esa violencia soterrada, del día a día, la violencia del gesto, de las palabras, que es muy peligrosa y sobre la cual vale la pena reflexionar.

«En esta pieza Yasmina Reza hace uso del absurdo de una manera magistral y nos pone frente a un espejo. Esta comedia nos desnuda como seres humanos en la medida en que los personajes van despojándose de las apariencias que los cubren hasta que dejan ver descarnadamente la hipocresía, la falsa cordialidad, el seudohumanismo y así comienzas a vislumbrar verdaderas bestias dormidas. Se evidencia la estupidez en un tejido dramatúrgico aparentemente simple. Por eso la obra deviene necesidad vital para reflexionar sobre todos estos cuestionamientos tan universales y la vivencia del teatro es ideal para conseguir ese propósito».

Aunque Ariel Albóniga había tenido una relación previa con esta pieza, pues ya la había llevado a escena con un proyecto anterior, asegura que con este montaje sintió que se enfrentaba a la trama por vez primera. Redescubrió zonas no vistas, lo cual también atribuye a la madurez conseguida con el tiempo. Para él todo el proceso
se ha enriquecido. Uno de los aspectos que se destaca es el trabajado con el elenco, conformado por Andrés Serrano, Malaka, Maylin Tamayo, Reynel Molinet, Silvia Fernández, Yisel Gil y Adrián Albóniga.  

«La mayoría venía con otro estilo de dirección, otra forma de ver el espectáculo, otra formación. Tenían, por decirlo de algún modo, muy poco contacto con el teatro más realista; habían trabajado con más énfasis en otro estilo como el de Tony Díaz, que era más espectacular, más enfocado en la visualidad. Adentrarlos en el concepto de esta puesta en escena fue una tarea que disfruté mucho».

—No pocas personas aseguran que Mefisto Teatro ha modificado su línea como exponente de teatro musical. Sin embargo, su quehacer y reconocimientos van más allá de esa zona de las artes escénicas. ¿Qué opinas al respecto?

—Este es un aspecto que siempre trato de aclarar. Es cierto que los últimos espectáculos del maestro Tony Díaz fueron musicales y eso, además de atraer al público, motivó el criterio de asociar siempre el grupo a ese quehacer. Hablamos de una compañía que hace teatro musical, pero el mayor porciento de sus obras no pertenece a esa línea. Me interesa y quisiera en las próximas puestas en escena insertar elementos musicales; sin embargo, no podemos pasar por alto que es una manifestación muy costosa porque precisa de bailarines, de coreógrafos, de músicos en vivo, de arreglistas; además de todo un equipo técnico y artístico inmenso. La cuestión es que no hay presupuesto para asumir la envergadura de estos montajes. No obstante, no abandonamos la intención de rescatarlos.

«Otro elemento importante también es que no tenemos en este momento la plantilla de años atrás. La formación es otro punto fundamental, pues es necesario tener actores que sepan cantar, bailar y tocar algún instrumento, de ser necesario. Es muy complejo, pero estamos trabajando en captar ese talento y seguir formando actores y actrices con esas potencialidades».

Mefisto Teatro está inmerso en un amplio proceso de investigación. Asegura Ariel Albóniga que tienen varias obras en proyecto y algunas que ya han iniciado el proceso de producción, trabajos de mesa, de lectura, etcétera. Sobresale en esas propuestas por venir una versión de Medea, un espectáculo por los 400 años de Molière y la reposición de la obra Accidental, una adaptación de un texto de Darío Fo. 

—¿Cómo valoras el quehacer del grupo en medio de un panorama teatral bastante activo?

—Creo que Mefisto Teatro ha pasado por varias etapas. Después del fallecimiento de Tony Díaz, su fundador, el colectivo entró en una especie de stand by. Se trató, y se logró también, retomar algunas de las obras antológicas, como Huevos y Chicago, pero lógicamente necesitaba adentrarse en el accionar del teatro cubano contemporáneo y justamente creo que ese es el deseo de la directora general, Hedy Villegas, a quien tengo mucho que agradecer por las oportunidades que me dio. Estamos pendientes de las nuevas tendencias, de lo que se está haciendo no solo en Cuba sino en el mundo. Creo que tenemos bastante material y talento para hacer un teatro atractivo, sugerente. Estamos trabajando para volver a colocar a Mefisto Teatro dentro del panorama teatral nacional».

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