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El asesino de la literatura (I)

Los influencers alcanzaron el mercado de las letras impulsados por la avaricia de las grandes editoriales que utilizan su visibilidad y fama para generar cuantiosos ingresos

Autor:

Emilio L. Herrera Villa

Dedos hoscos tuercen su cuello. Comprimen las arterias, en un intento de interrumpir la circulación sanguínea. La derriba sobre el asfalto, con el incontinente deseo de verla suplicar. La incrusta, la desarma, la domina. Inspira hondo, muy despacio, solo para hacerle quebrar impotente. Una mano velluda desenfunda un cuchillo. Lo clava lento y con fuerza. La chica intenta girar. Él la retiene. Es el final.

Ella balbucea algo, pero eso ahora no importa. Él sació sus enfermos pensamientos de poder y lo volverá a hacer. Después de la primera víctima, matar se torna sencillo y tarda poco en convertirse en algo cíclico, común y sin valor. Y cuando la vida pierde su valor, entonces más nada lo tiene. 

Pudiéramos decir que esta escena forma parte de un thriller barato y de moda, un producto de la imaginación concebido para entretener. Sin embargo, esta alegoría nos conduce a una situación real: el sistémico asesinato de la literatura. 

La sangre está por doquier y cuesta creer que no importe la escena, ni se detenga al agresor, sino todo lo contrario. En la actualidad, el mundo de las grandes editoriales —esas que facturan millones en ventas— no se decanta por la calidad de la obra sino por el potencial número de compradores que un libro pueda alcanzar. En otras palabras, una persona será publicable mientras más suscriptores posea en redes sociales y plataformas en línea. Lo primordial no es el contenido, sino quien lo firma, y eso, más que una traición es un homicidio que se celebra con vítores y aplausos.

En estos nuevos tiempos los magnates del negocio de las letras encontraron «la gallina de los huevos de oro» en los influencers. Independientemente del contenido, de que sepan o no escribir una cuartilla, es muy probable que todos los grandes influencers hayan terminado varios libros o recibido una oferta para hacerlo, con condiciones económicas y regalías más suculentas que las propuestas a la gran mayoría de los escritores profesionales.

Argumento y negocio

Un influencer es un líder de opinión con importantes cifras de suscriptores en sus perfiles sociales. Estos lo consideran un referente, una voz cercana y autorizada sobre una temática determinada. Tal es su fuerza en la sociedad actual que resulta común que estos públicos quieran devorar toda mercancía que ellos hagan o recomienden. Por este motivo las grandes editoriales no dudan en hacer «escritores» a los creadores de contenidos más rentables.

Para el influencer publicar un libro significa consolidar finanzas, expandir y diversificar su contenido. El libro se vuelve una vía más de promoción, un plus, bajo el pedigrí de importantes sellos literarios, que el fiel seguidor no dudará en adquirir. 

La nueva «literatura» que triunfa imita las mismas metodologías, lenguajes y tramas de ocio que hechizan a miles frente a la pantalla. La variedad de temáticas oscila desde diarios personales (para conectar mejor con su audiencia), consejos sobre moda, maquillaje, cocina, formar a líderes y emprendedores, hasta poemas o breves narrativas de acción, drama, romance y contenido sexual. Todo un cúmulo de temas para cautivar al público meta: adolescentes y jóvenes hasta 30 años o un poco más.

Una de las estrellas de este sector es el youtuber español El Rubius (34.3 millones de seguidores), quien ya posee 24 libros publicados entre los que encontramos su famosa saga de cómic Virtual Hero.

Alex Puértolas (680 000 suscriptores) es otro youtuber español que incursionó como escritor con el libro Tú (sí, tú) vive, cuya temática se centra en inspirar a los lectores para aprovechar las oportunidades. Se trata de sus experiencias de vida y viajes que ha recopilado en forma de libro.

Asimismo, Luisito Comunica (68 millones de seguidores) publicó su libro de viajes Lugares asombrosos, y Lesslie Polinesia (8.5 millones de suscriptores) alcanzó éxito con su novela de amor Tres promesas. Ambos títulos sobrepasaron cada uno las 80 000 unidades vendidas.

El crítico literario Juan Marqués, al referirse al fenómeno de los escritores influencers, expresó que antes existía una frontera clara entre la verdadera literatura y la que no lo era: «El problema
empezó cuando nos llegó el populismo y el relativismo, cuando renunciamos a establecer lo que era valioso y lo que no. Hubo un momento en que el criterio del “me gusta”, “cuántos me gusta tengo” se impuso al de la calidad literaria».

Bookstagrammers y Booktubers

Aunque cambiaron ciertos conceptos sobre la industria del libro —con la entrada de los influencers—, la mercadotecnia continúa perfeccionando estrategias empresariales para alcanzar de forma precisa, casi quirúrgica, a potenciales consumidores de sus propuestas.

Antes las mismas editoriales enviaban obras a la prensa cultural especializada, quien se encargaba de reseñarlas. Ahora, conociendo que ningún joven lee una crítica literaria, centran sus miradas en nuevos recursos: bookstagrammers y booktubers.

Estos líderes de opinión son una comunidad «especializada» en libros que utilizan YouTube o Instagram para recomendar obras que les hayan gustado. Mueven su contenido mediante un lenguaje fresco, con todos los códigos y referentes para niños y jóvenes. Sus videos y posts —de excelente escenografía, posproducción, música e imágenes— reniegan de la expresión formal y juicios estilizados. Invitan a los textos como si hablaran con sus amigos y esta es un arma muy potente que las editoriales aprovechan.

Amazon asegura que la opinión positiva de un booktuber sobre un libro puede incrementar las ventas hasta en un 20 por ciento. «Yo lo que intento en mis videos es mezclar todos los géneros literarios, para tratar de alcanzar a tantas personas como sea posible», explicó Javier Ruescas, uno de los mejores booktubers.

Ruescas (80 000 suscriptores) posee conocimientos de literatura, pues es escritor, editor y periodista profesional. No obstante, la inmensa mayoría de los booktubers son «lectores entusiastas», por así decirlo. Andrea Izquierdo, conocida como Andreo Rowling (150 000 seguidores), se considera «recomendadora», al no haber «estudiado nada vinculado con la crítica literaria profesional».

Respecto a los libros reseñados, se acusa a bookstagrammers y booktubers de promocionar positivamente las obras que, muchas veces, las propias editoriales les envían. «A la hora de colaborar con editoriales, tengo muy claro que mi canal no es un escaparate gratuito sin ningún tipo de criterio», asegura Andreo Rowling. «Si participo en una campaña pagada pongo el hashtag #ad (de advertising, publicidad)». 

Por más que renieguen nunca sabremos cuáles de estos generadores de contenido son reales. ¿Serán esos sus verdaderos gustos literarios o serán los de otros? ¿Cómo discernir al mercenario del apasionado? ¿Aportarán algo a la cultura, a la literatura, superventas centradas en las memorias de un youtuber veinteañero? ¿Se habrá perdido, irremediablemente, el rumbo?

Insertar y promover este mercado, solo pensando en el dinero que brota detrás de millones de likes, es un hecho gravísimo. Es una ofensa para la literatura misma, para los verdaderos novelistas y poetas que publican y para aquellos que no lo hacen porque no existe un espacio para ellos. Es triste ver cómo el arte se corrompe, se pierde en caminos que no debería.

Mientras tanto, los cuerpos se apilan fríos y ensangrentados. Muchos se emocionan, siguen los acontecimientos. Aman el morbo. Esperan la próxima noticia de ese criminal que se escabulle y que, al parecer, no será atrapado jamás porque vende bien y desvirtúa a la gente de los problemas de la realidad. Ha ocurrido otro asesinato y resulta tan habitual, tan normalizado, que comienzan a alzarse las primeras voces que tildan al agresor de justiciero y a las víctimas de provocadoras.

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