Entre las ventajas que ofrece la Feria Internacional del Libro está la oportunidad de encontrar variedad de literatura. Los diversos admiradores de géneros y autores literarios desandan por horas, en busca de ese libro que enriquezca su sabiduría, eche a volar sus sueños, responda a una interrogante, devele un misterio o, simplemente, mantenga tranquilo al más pequeño.
Aquellos que buscan libros del espíritu no quedarán decepcionados, sobre todo si eligen Evocando al Che, de Ángel Arcos Bergnes. Este libro, del catalogo de la Editorial de Ciencias Sociales, si bien constituye un eslabón más en los tantos acercamientos a la figura del Guerrillero Heroico, tiene el privilegio de emerger de 40 años de espera con un redimensionamiento de la personalidad y el legado de Ernesto Guevara.
Después de una primera edición, con el mismo sello de Ciencias Sociales, que se agotó enseguida, vuelven las memorias de Ángel Arcos Bergnes, ahora con una tirada mayor para conquistar nuevos lectores y brindarles su inagotable tesoro.
Para nadie es un secreto que los tiempos que corren exigen discernir y no adular, cimentar y no intercalar, profundizar y no encubrir, pensar y no repetir. Por eso, Evocando el Che es uno de esos testimonios que manan de las venas abiertas del recuerdo infatigable y cómplice, el recuerdo de quien caminó los mismos senderos, cayó por culpa de los mismos traspiés y soñó con las mismas utopías. No es más que el producto de años de convivencia con un hombre extraordinario, lleno de matices, de humanismo, de austeridad, de nobleza.
Al adentrarse en sus páginas, se podrá encontrar a otro Che, a ese que solo pensándolo mucho o sintiendo todavía su risa ahogada, su paso firme, su rechazo a los excesos, su lúcido pensamiento, se logra ver en su cabal majestuosidad. Un Che que dividía su reducida porción de carne con su perro Muralla, que marchaba a los trabajos voluntarios compartiendo el frío, tratando de construir una sociedad más justa y una economía más competitiva y eficiente. A los que nos hemos criado tratando de alcanzar su figura, este volumen nos enseña que los hombres inmensos son los que siempre estuvieron accesibles a los eventos cotidianos. Tan cercanos que crecían para abarcarlos a todos.
Nadie le auguró a Ángel Arcos Bergnes (Caibarién, 1930) cuando colaboraba con el Movimiento 26 de Julio que años después trataría de aprender a tropezones cómo se levanta una economía socialista junto al Che en el Ministerio de Industrias. Tampoco que su envidiable memoria le conservaría el orgullo de revivir las reuniones, los consejos, las contingencias, las bromas y hasta las discusiones, con aquella persona que vino y se fue del mundo para quedarse en cada uno de aquellos a los que se acercó, sin la vanidad del Rey Midas, pero convirtiendo cada vivencia en oro. Años despues, todavía hoy, a ese entrañable Arcos Bergnes se le quiebra la voz y se le iluminan los ojos.
Con la experiencia de este texto llegaremos al convencimiento de que los seres no necesitan ser perfectos para trascender; el encanto no es frío, la hidalguía moldea, la sensibilidad corrige. Ese era el Che, pues, el mejor de los imperfectos, el más recordado, el más querido, el imprescindible. Por eso fue tan profundo que, incluso a los que no lo conocimos, se nos mete bajo la piel y nos impulsa, sin lemas ni consignas, con el ejemplo, a ser mejores en cada salida a la grama de la vida, a enmendar un error, a salvar una distancia, a dejar una huella.
Después de agotarse en una primera edición, vuelve a aparecer Evocando...